Narcisismo, nihilismo y aranceles
Discutiremos interpretaciones: de la incompetencia palpable al plan maestro de los aduladores
Los modos de negociación son los de una película de mafiosos. La moralidad es para los idiotas: esa, advierte David Brooks, es la filosofía. Pasó por el mundo del reality show, cuyos estándares éticos no mejoran mucho los de Cosa Nostra. La combinación es narcisismo y nihilismo. La sensación de afrenta es importante: facilita que los seguidores se identifiquen. La crueldad ya no se oculta, sino que se exhibe, con deportaciones en redes sociales. Como todo líder ...
Los modos de negociación son los de una película de mafiosos. La moralidad es para los idiotas: esa, advierte David Brooks, es la filosofía. Pasó por el mundo del reality show, cuyos estándares éticos no mejoran mucho los de Cosa Nostra. La combinación es narcisismo y nihilismo. La sensación de afrenta es importante: facilita que los seguidores se identifiquen. La crueldad ya no se oculta, sino que se exhibe, con deportaciones en redes sociales. Como todo líder populista, es un miembro de una élite que lucha contra otra en nombre de un pueblo cuyo destino no le importa y que resulta perjudicado por sus políticas. Ha aprendido, dice Martin Wolf, a ser el tirano que siempre quiso ser; posee pocas convicciones, pero su entorno tiene vocación revolucionaria. Sus talentos son el sentido del espectáculo y del caos: las cifras de los mercados parecen un experimento decrecentista.
Entre los efectos están el descrédito del país y señales de desindustrialización, que supuestamente es lo que se pretendía evitar. La ignorancia es un valor: un déficit comercial es que te están robando. El economista Branko Milanovic aventura una interpretación racional a los aranceles: dañan a Estados Unidos, pero la esperanza del presidente es que perjudiquen más a China: no le importa la pérdida absoluta sino que la pérdida relativa de su adversario sea mayor. Un poco como en el chiste de Leslez Kolakowski que resumía la revolución rusa: Dios baja a un campesino y le dice: Te daré lo que quieras, pero de todo lo que te dé, daré a tu vecino el doble. El campesino se queda pensando un momento y le dice: Vale, sácame un ojo.
Ruth Deyermond, del Kings’ College, atribuye el desastre de la política exterior —de los aranceles a la ayuda internacional y del soft power a la OTAN— a dos ideas contradictorias sobre el mundo y el lugar de Estados Unidos: una cosmovisión multipolar de áreas de influencia de distintos poderes y otra donde EE UU es un único polo de poder sin restricciones y dicta sus normas al mundo. Es 1892 y 1992-2002 al mismo tiempo. Discutiremos interpretaciones: de la incompetencia palpable al plan maestro de los aduladores. Quizá no cambien los equilibrios comerciales, pero el mundo será más pobre (y menos desigual: la segunda globalización ha reducido esa disparidad). Lo seguro es la pérdida de confianza, la incertidumbre. Y la advertencia del poeta: “La ilustración expulsada, el dolor que se vuelve costumbre, la mala gestión y la pena: hemos de sufrirlos de nuevo”.