Vivir en una distopía

Los lectores escriben sobre la inteligencia artificial, la contaminación que causa el turismo, los cuidadores familiares y la experiencia de ir al cine

Janina Iwanska hablaba el lunes durante las conmemoraciones del Holocausto, en el Memorial de Auschwitz.Aaron Chown (REUTERS)

Me despierto y reviso mi móvil. Leo que una empresa emergente china de inteligencia artificial, DeepSeek, ha desbancado a la todopoderosa Nvidia estadounidense. Una empresa de unos pocos empleados frente a un imperio. Hace poco, encontré en el nuevo libro de Xacobe Pato, Seré feliz mañana, que “la realidad no es tanto una cárcel como un carcelero”. Y estoy de acuerdo. Mientras Trump y Elon Musk juegan con las llaves de hierro, nosotros no prestamos atención a lo que Janina Iwanska, superviviente de Auschwitz, dijo en el 80º aniversario de la liberación del campo: “Si Europa quiere evitar la destrucción, su gente debe anticipar mejor las consecuencias de sus acciones”. Un mensaje amargo, tenaz y conciso de quien vivió atrapada entre alambradas. Quizá necesitemos más voces que se alcen. Voces que nos liberen. Esto es real, no ciencia ficción.

Alex Tiraplegui Garjon. Pamplona

Turismo y contaminación

Asistimos a un aumento de la actividad turística, con récords año tras año. Un frenesí a escala mundial favorecido por el abaratamiento de los vuelos y por las redes sociales, que han convertido los viajes en una actividad de moda. Aparte de la turistificación de las ciudades, el turismo contamina, y debemos ser conscientes de ello. Se estima que el turismo es responsable de en torno a un 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, y se sabe que el avión es el medio de transporte más contaminante. Propondría que lo mismo que los alimentos envasados deben informar de su contenido en calorías y grasas, las compañías aéreas informen con claridad de la huella de carbono de cada uno de sus viajes.

Sebastián Fernández Izquierdo. Petrer (Alicante)

Dilema del cuidador

La creciente longevidad de nuestra población ha puesto de manifiesto la importancia crucial de los cuidadores familiares. Sin embargo, detrás de esta labor altruista se esconde un drama silencioso: el síndrome del cuidador quemado. Miles de personas, mayoritariamente mujeres, ven deteriorada su salud física y mental al atender a sus seres queridos. El estrés, la ansiedad y la falta de tiempo para uno mismo son comunes. El dilema radica en cómo distribuir el tiempo y la energía sin descuidar ni la salud propia ni la de la persona dependiente. Para lograrlo, es fundamental adoptar estrategias de autocuidado: aceptar ayuda, tomar descansos, mantener una vida social, cuidar la salud, acceder a formación y recursos...

Fernando Serrano Echeverria. Eibar (Gipuzkoa)

Ir al cine

En medio de este caos, ruido y caducidad, sentarse en una butaca de cine es una oda a la atención, a la cocción lenta y al deleite de lo inesperado. Ayer pasé toda la tarde en un cine de la calle de Narváez que siento como hogar porque me ha visto reír y llorar como pocos. Vi The Brutalist, una inmersión en lo más deleznable y en lo más bondadoso del ser humano. Me conmovió la interpretación de Felicity Jones, en la piel de una mujer inteligente, valiente, íntegra, que devuelve a su marido la dignidad que le arrebataron. Una dignidad que, como vemos, el poder sigue estos días arrebatando a miles de personas.

Marta de la Torre. Madrid


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