No más retrasos en la Agenda Verde
El deterioro del compromiso ambiental de la UE perjudica a los europeos y exige una actitud más vigorosa de los socios de Von der Leyen
La Comisión Europea ha decidido retrasar un año la entrada en vigor de la regulación que exige que los productos agroalimentarios que entren en la UE provengan certificadamente de tierras no deforestadas recientemente. El retraso, en apariencia menor, es una señal preocupante más acerca de la capacidad del Ejecutivo europeo de mantener el compromiso con su propia agenda verde, así como su capacidad de resistir a las presiones de las empresas, de los grupos de interés internacionales e incluso de algunos Estados que exigen una rebaja de ese compromiso.
En septiembre de 2023 la Comisión ya había cedido a las presiones de la industria automovilística, especialmente la alemana, y retrasado dos años la puesta en marcha de las nuevas normas de emisiones Euro 7. En febrero de este año, ante las protestas agrícolas y con la mirada puesta en las elecciones europeas, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, anunció que aparcaría la normativa de regulación de pesticidas. Y hace solo unas semanas dio los primeros pasos para retirar la protección máxima al lobo, pese a seguir amenazado, en gran medida para contrarrestar una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que preservaba esa protección.
En todas estas medidas se puede ver de fondo la batalla interna dentro del Partido Popular Europeo, la mayor familia política de la UE, entre los sectores más medioambientalmente concienciados y aquellos que temen perder comba ante una ultraderecha que ha convertido la agenda verde europea en uno de sus grandes enemigos. Es un discurso que cabalga sobre toda una ristra de mentiras y medias verdades en torno a la transición ecológica que encuentran un terreno electoral fértil por el justificado temor a que los costes de la transición acaben recayendo desproporcionadamente sobre los ciudadanos de a pie.
O la transición ecológica es justa o no será; es un mensaje que hemos oído repetidas veces desde Bruselas. Pero lo primero es que la transición sea, porque más injusto es, no solo para nuestra generación de europeos sino también para las próximas, retrasar aún más las medidas que mantengan nuestro mundo habitable. El planeta no entiende de las necesidades políticas del Partido Popular Europeo y de su disposición a contemporizar con los ultras. Y si la presidenta Von der Leyen no puede enfrentar sola estas presiones, es obligación de sus socios dentro de la Comisión —y, por lo tanto, corresponsables de sus decisiones— ayudarla para defender con más energía el que debe ser uno de los principales pilares de la política europea.