La jubilación presidencial

Los lectores escriben sobre la candidatura de Joe Biden, los derechos de las mujeres afganas, la falta de oportunidades laborales y las interacciones telefónicas

Joe Biden, en la ceremonia de inauguración del Centro de Visitantes del Monumento Nacional Stonewall en Nueva York.David Dee Delgado (REUTERS)

No es fácil ser el líder demócrata en Estados Unidos, es un partido con muchas corrientes moderadas y radicales y debe atender razonablemente las demandas de todos para que la maquinaria funcione. Las presiones son extenuantes. Joe Biden lo ha sido todo en la alta política norteamericana, senador durante muchos años, dos veces vicepresidente, una vez presidente, negociador, afable con todos, respetuoso del fondo y la forma. Después del debate contra Donald Trump, su entorno y su partido debería convencerle de una retirada digna y dejar su puesto a otro candidato. Siempre pensé que cedería la presidencia a Kamala Harris a medio camino dándole a EE UU la posibilidad de la primera presidenta de su historia. Quizás queda poco tiempo, pero suficiente, para un nuevo candidato apoyado por el aparato y que sepa conseguir nuevos votos, un candidato decente, con sentido común que sepa gobernar para la más amplia mayoría, respetando las minorías y transformar los deseos de todos los ciudadanos en políticas públicas y de Estado.

Luis Peraza Parga. San Diego (California, EE UU)

No las olvidemos

Ya no se habla de las mujeres afganas que desde la llegada del régimen talibán han vuelto a ser anuladas hasta el punto de reducir sus derechos al de solo respirar. No pueden estudiar, trabajar, salir solas, enseñar su rostro... Doy gracias a la vida y a aquellos que con su lucha incansable nos han dejado como herencia una España ejemplarizante y feminista. Pero no demos nunca por sentada la democracia ni las libertades porque algunas sociedades, como vemos, involucionan. No siempre tiempo pasado fue mejor.

Nani Escobar Ruiz. Alhendín (Granada)

El máster, a la basura

Hoy he vuelto a actualizar mi currículum. A estas alturas me conformo con un puesto en el que no tenga que trabajar los domingos y con un salario que me llegue para pagar el alquiler. He tenido que suprimir las líneas donde decía que tengo un grado y un máster universitario. Siete años de mi vida e innumerables esfuerzos borrados porque, para la mayoría de los puestos que se ofrecen, estoy sobrecualificada. Hoy, con 26 años, recuerdo a la niña que fui, a esa a la que sus padres le repetían una y otra vez que estudiase para tener un futuro garantizado. Lo que antes era un logro ahora es un motivo de descarte en algunos procesos de selección. Una generación entera se está dando de bruces con la pared. Es frustrante.

Alba García Ruiz. Écija (Sevilla)

Comunicación

La tecnología avanza y de la mano va la comunicación entre individuos. Con la mensajería instantánea, la universalización de las llamadas y videollamadas cabría pensar que hoy la comunicación es más fluida; sin embargo, hoy abundan los mensajes cortos y poco personalizados para felicitar cumpleaños o las conversaciones banales. Llamar parece un sacrilegio, y no responder está normalizado. Ojalá recibamos más llamadas telefónicas donde tengamos que improvisar una respuesta y menos mensajes automáticos que se leen a destiempo y sin interés.

Nicolás Atorrasagasti García. Madrid

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