De las Terceras Españas

Dos nuevas propuestas políticas plantean una falsa equidistancia entre izquierdas y derechas que, en teoría, busca recomponer. Sin embargo, apelan a la división para justificar su existencia

Rosa Díez y Albert Rivera, en un acto en Madrid en septiembre de 2014, cuando eran portavoz parlamentaria de UPyD y presidente de Ciudadanos, respectivamente.Uly Martín

El que la sigue, la consigue, dice la sabiduría popular. Por si esta loa a la insistencia resultara imprecisa y el temor a la fatiga de los intentos repetidos acechase, otro dicho, más optimista y animoso, viene al rescate del constante. A la tercera va la vencida. Quizás bajo la inspiración de este acervo de filosofía mundana, en las últimas décadas hemos asistido a una sucesión de partidos, plataformas y fundaciones “ni de izquierdas ni de derechas” que evocan en sus nombres un mundo de acuerdo y regeneración. Su principal aspiración: convertirse en el referente del electorado centrista dese...

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El que la sigue, la consigue, dice la sabiduría popular. Por si esta loa a la insistencia resultara imprecisa y el temor a la fatiga de los intentos repetidos acechase, otro dicho, más optimista y animoso, viene al rescate del constante. A la tercera va la vencida. Quizás bajo la inspiración de este acervo de filosofía mundana, en las últimas décadas hemos asistido a una sucesión de partidos, plataformas y fundaciones “ni de izquierdas ni de derechas” que evocan en sus nombres un mundo de acuerdo y regeneración. Su principal aspiración: convertirse en el referente del electorado centrista desencantado del bipartidismo. Pero no solo repiten objetivo. También los nombres de sus promotores coinciden a menudo. Más canosos, igual de intensos, un poco más quemados a cada intento.

Con mimbres similares a los de los proyectos más exitosos, UPyD y Ciudadanos, estos días han saltado a la palestra dos nuevas tentativas: Nexo, una plataforma que no quiere ser partido, pero sí presentarse a las elecciones; La Tercera España, un manifiesto que busca convertirse en partido. Revelador uno de los nombres escogidos, Tercera España, que cristaliza ya en la denominación un comodín aspiracional de sus antecesores. Pero ¿qué es la Tercera España? Para el querido Alfonso Botti, según escribe en su último libro, Historias de las “Terceras Españas” (1933-1922), se trata de un artefacto cultural de diferentes significados que ha funcionado “como metáfora, mito, memoria y, a menudo, como referencia instrumental según el más clásico de los usos públicos y políticos de la historia”. Para Javier Cercas, según escribía en 2019 en este diario, también funciona como timo.

La creación de una falsa equidistancia que, en teoría, busca recomponer, pero que apela a la división para justificar su existencia. Que quiere ser puente entre PSOE y PP, mientras los regaña e insulta. Un proyecto que se dice de izquierdas, socialdemocracia verdadera, sin ninguna propuesta de izquierdas. Que tarda dos párrafos en defender al empresariado y no encuentra espacio para tratar intereses obreros. Que evoca la excelencia y olvida la igualdad de oportunidades. Que dice estar por encima de nacionalismos, pero se envuelve en la bandera nacional. Izquierda excelente por la igualdad de los territorios, que descuida la igualdad entre personas. Derecha acomplejada que escapa de la etiqueta por ínfulas de modernidad, sentimiento de superioridad o porque no le han hecho hueco. Ni rojos ni azules, pero siempre con los azules. Siempre contra los rojos.


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