Puigdemont no se fía de Pedro Sánchez

Junts ha empezado a mostrar sus cartas negociadoras, algo que da pistas al líder del PSOE, quien tiene ya a los independentistas donde quería desde hacía años

Puigdemont, el lunes en el homenaje a Pau Casals en la localidad francesa de Prada de Conflent.MASSIMILIANO MINOCRI

Carles Puigdemont no parece fiarse de Pedro Sánchez. Junts amaga con que el camino a la investidura exija de más “hechos comprobables”, es decir, sentir que la negociación con el PSOE no cae en saco roto ni que Sánchez trata de engañarles, como algunos le acusan sobre la vieja mesa de diálogo. El partido de Puigdemont ...

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Carles Puigdemont no parece fiarse de Pedro Sánchez. Junts amaga con que el camino a la investidura exija de más “hechos comprobables”, es decir, sentir que la negociación con el PSOE no cae en saco roto ni que Sánchez trata de engañarles, como algunos le acusan sobre la vieja mesa de diálogo. El partido de Puigdemont ha vuelto a la gobernabilidad por todo lo alto, pero se enfrenta a la dificultad de algunas de sus peticiones para no romper la baraja.

Es uno de los escollos del posible acuerdo, si Alberto Núñez Feijóo acaba fracasando en su intento de investidura: ¿cómo dar garantías a Puigdemont para hacer presidente a Pedro Sánchez? El líder de Waterloo ha dejado constancia del recelo en varios tuits. Esta sobre la mesa la posibilidad de que Junts exija garantías sobre una futura ley de amnistía —u otro hecho verificable— antes de la investidura. Sería la segunda vez que Junts pidiese evidencias: la anterior fue cuando logró que el Ejecutivo en funciones llevase a la presidencia del Consejo de la UE la propuesta de que el catalán, el euskera y el gallego sean idiomas oficiales y de trabajo en la Unión, antes del pleno donde los independentistas votaron a Francina Armengol como presidenta del Congreso.

Así que Junts ha empezado a mostrar sus cartas negociadoras, algo que da pistas a Sánchez. Existía un debate en el seno del independentismo: o el partido de Puigdemont intentaba pactar ahora que es clave o una repetición electoral le situaba otra vez en la queja y la irrelevancia. Por eso, parece un clima de opinión latente que si Puigdemont logra una amnistía para activistas, alcaldes y otros encausados por el 1-O, el referéndum puede esperar. Es decir, que ya no sería tan alto el coste de difuminarlo como línea roja.

Aunque el camino hacia la senda pactista de Junts llevaba tiempo gestándose, es curioso que exija aún el referéndum, cuando ellos mismos hacían gala ante sus bases de que las urnas ya se habían puesto en 2017, y solo faltaba “cumplir el mandato del 1-O”. A ERC le ha pasado factura abrir el camino de la gobernabilidad, al que ahora se suman sus rivales.

El partido de Oriol Junqueras es, en parte culpable, de la mentalidad instaurada en el independentismo de no fiarse de Sánchez. Aunque los republicanos no lo reconozcan como tal, la principal cesión en la anterior legislatura fueron los indultos a los condenados del procés. La retórica de la mesa de diálogo solo fue ahí una conveniencia entre ERC y el PSOE: los republicanos obtuvieron un relato de no renuncia ante sus bases, que se les volvió en contra, como una especie de traición, al no lograr ninguna votación de ruptura.

El caso es que Junts corre el riesgo de echar a perder su capital negociador si se pasa de frenada. La portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, deslizó en una entrevista que Laura Borràs pudiera estar también incluida en la hipotética amnistía. La condena de Borràs no versa sobre el 1-O, por mucho que parte de Junts la presente como una persecución judicial del Estado. Ni la propia ERC ni la CUP la reconocieron como tal en su momento. Junts corre el riesgo de que se le vea el plumero: acabar convirtiendo la reconciliación en un trueque por salvar a su clase política, pese a que los de Puigdemont saben hasta qué punto los indultos han perjudicado electoralmente a los republicanos.

Ello supondría un escollo complicado de superar para PSOE y Sumar: es difícilmente vendible ante la opinión pública que, si el objetivo es resetear el 1-O, Junts engrose la lista con la expresidenta del Parlament. Aunque de eso van las negociaciones, de peticiones de máximos, de gestionar las renuncias y de no aparecer como el perjudicado del acuerdo. Y pareciera que Junts, en verdad, a quien quiere molestar es a ERC incluyendo a Borràs.

Sánchez tiene dos evidencias hasta la fecha: la investidura de Feijóo será probablemente un fracaso y mientras corren los plazos puede ir negociando, porque Junts ha encontrado un filón que no quiere soltar, a riesgo de perder también lo logrado. Quizás Puigdemont no se fíe de Sánchez, pero Sánchez tiene ya a los independentistas donde quería desde hacía años e, incluso, con las cartas giradas.

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