Acuerdo en Colombia

El presidente Gustavo Petro da un paso importante en su proyecto de “paz total” al firmar un inédito alto el fuego con el ELN tras seis décadas de guerra

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, estrecha la mano con el líder guerrillero Antonio García en presencia del presidente de Cuba, Miguel Diaz-Canel.JOAQUÍN HERNÁNDEZ (Europa Press)

El Gobierno de Gustavo Petro ha logrado después de más de medio siglo de conflicto armado un hito sin precedentes en Colombia: la firma de un alto el fuego de seis meses con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). La tregua supone un paso crucial y el primer resultado concreto para el proyecto de “paz total” que persigue el presidente de izquierdas, que en su juventud militó en la organizaci...

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El Gobierno de Gustavo Petro ha logrado después de más de medio siglo de conflicto armado un hito sin precedentes en Colombia: la firma de un alto el fuego de seis meses con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). La tregua supone un paso crucial y el primer resultado concreto para el proyecto de “paz total” que persigue el presidente de izquierdas, que en su juventud militó en la organización guerrillera M-19. El anuncio alivia, además, la presión sobre el mandatario en medio de la crisis política generada por una red de escuchas ilegales y la destitución de dos cargos de máxima confianza, su jefa de gabinete y el embajador en Venezuela, que degeneró en el bloqueo legislativo de reformas sociales urgentes.

El alto el fuego sellado en La Habana entre Petro y Antonio García, comandante del ELN, es una excelente noticia en primer lugar para las comunidades rurales que más han sufrido y siguen soportando las consecuencias de la violencia. Después del histórico acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las FARC, alcanzado en 2016 por el expresidente Juan Manuel Santos, cambió el ecosistema de los grupos irregulares colombianos y comenzó una nueva disputa por el control del territorio. En ella participan bandas de paramilitares, carteles de narcotraficantes, disidencias de las mismas FARC y el ELN, una guerrilla con postulados ideológicos que mezclan marxismo y teología de la liberación, tradicionalmente mucho menos jerárquica y más descontrolada que otras organizaciones insurgentes. Por estas razones, el alto el fuego tiene repercusiones concretas más allá de su simbolismo.

Sin embargo, no es suficiente. Para empezar, ni la suspensión de los secuestros ni el fin de las extorsiones son parte, por el momento, de este acuerdo, que se centra en una interrupción de las actividades armadas, como suele pasar todas las Navidades. Además, es oportuno tomar con cautela el compromiso, ya que precisamente la dificultad para controlar todos los frentes del ELN hace especialmente escurridizos los protocolos pactados.

El horizonte fijado por Petro es, en cualquier caso, claro. El presidente colombiano persigue poner fin en mayo de 2025 a la guerra que se inició en 1964. Hasta entonces el deber de las autoridades es el de hacer lo posible por lograr la paz y la desmovilización del ELN sin por ello pasar por alto los posibles incumplimientos. Mientras tanto, las partes tienen la obligación de respetar lo pactado hasta finales de este año.


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