En la cama
En primavera solía despertarse hacia las seis, cuando por la ventana le llegaba el canto de los pájaros mientras las emisoras de radio comenzaban a dar las primeras noticias
Boca arriba en la cama a su izquierda tenía la ventana abierta a una verde campiña y a su derecha estaba la mesilla de noche con la radio encendida. Ahora en primavera solía despertarse hacia las seis de la mañana cuando por la ventana le llegaba el canto melodioso de los pájaros mientras las emisoras de radio comenzaban a dar las primeras noticias del día. Por el oído izquierdo le llegaba directamente al cerebro la belleza y la armonía de la naturaleza; en cambio, el oído derecho no cesaba de acumular toda clase de miserias que ...
Boca arriba en la cama a su izquierda tenía la ventana abierta a una verde campiña y a su derecha estaba la mesilla de noche con la radio encendida. Ahora en primavera solía despertarse hacia las seis de la mañana cuando por la ventana le llegaba el canto melodioso de los pájaros mientras las emisoras de radio comenzaban a dar las primeras noticias del día. Por el oído izquierdo le llegaba directamente al cerebro la belleza y la armonía de la naturaleza; en cambio, el oído derecho no cesaba de acumular toda clase de miserias que generaba este mundo. Recién salido del sueño, en el cerebro de este ciudadano se producía la confusión entre los mirlos, los gorriones y los jilgueros, cada uno con su canto peculiar, y los distintos líderes de opinión, cada uno con su forma de expresar su ideología. Lo que oía por la radio era realmente apestoso, la guerra de Ucrania, la sequía, el cambio climático, los debates crispados de los políticos ante las próximas elecciones, otra mujer asesinada por su pareja, otro incendio, otra inundación y en medio de tantas desgracias se abría paso el alegre y frenético jolgorio que se traían los pájaros en la verde campiña. ¿Acaso no se estarían peleando también entre ellos por la comida, por el apareamiento o por el mando, como sucedía con los políticos, o solo cantaban porque habían sido creados para alegrar con su canto el siempre inminente apocalipsis? Llegaba un momento en que había que elegir. Boca arriba en la cama el ciudadano se sentía con un oído sucio y otro limpio. Pensó que la solución consistía en cambiar de postura. A veces se ponía boca abajo, de modo que el canto de los pájaros, al llegar por el oído contrario, lo limpiaba de toda la basura que recibía por la radio. Un rato boca arriba y otro boca abajo, este ejercicio le permitía equilibrar el optimismo y la depresión a la hora de levantarse de la cama cada mañana.