Carnaval de pescadores veganos

El gran temor de un periodista es publicar una historia falsa. Que Paco no tuviese los 2.000 tumores, que a la niña Nadia nunca la tratase un genetista escondido en una cueva de Afganistán o que Manuel no pasase 35 años en coma....

El gran temor de un periodista es publicar una historia falsa. Que Paco no tuviese los 2.000 tumores, que a la niña Nadia nunca la tratase un genetista escondido en una cueva de Afganistán o que Manuel no pasase 35 años en coma. Por eso, cuando llega un vídeo de TikTok con una madre que amenaza con “escalar” un conflicto y llevarlo “al equipo directivo” del colegio de su hija porque la pequeña tiene que disfrazarse de pescadora, saltan las alarmas. ¿Quieren colar un gol a este humilde oficio y arrastrarlo de nuevo por el barro de la mentira?

No, esta vez no. Así que empieza la tarea de comprobación. Porque el periodismo no es una profesión, es una pasión que, como bien contó Pantomima Full, obliga a estar al pie del cañón, guste más o guste menos. El periodista se debe a la información y a ustedes, queridos lectores. Una investigación en profundidad —disculpen que no precise más; antes la muerte que la fuente— permite llegar a la verdad: la mujer existe, se llama Rocío Cano, es vegana, igual que su hija (o su hija igual que ella), y a la niña le ha tocado disfrazarse de persona que pesca en la escuela. Ciertamente, Rocío está cabreadísima: “Otra vez a liarla en el cole”.

El vídeo lo ha petado en TikTok, esa red social que está ya en la vida de todos, incluso de quienes siguen pensando que Facebook es el invento del futuro. Con un millón y medio de reproducciones, las palabras de Rocío Cano —“estoy absolutamente devastada, tengo entre ganas de llorar y de quemarlo todo”—, se han viralizado y han saltado a los medios de comunicación. Casi al nivel del mítico tuit de la exdiputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, furiosa con el estilismo de los Reyes Magos de la cabalgata de 2016 en Madrid: “No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”. El lema triunfó incluso en Cataluña.

En el caso de Rocío, lo mejor es darse un paseo por los más de 11.000 comentarios que acumula su perfil, donde se define como “vegana y normal”: “Yo me disfracé de melocotón y me dan alergia”, dice uno; “Soy ateo, mi hijo fue de pastor”, apunta otro; “Soy de música clásica y en clase han decidido ir de rockeros. La voy a liar”; “Mi hijo tuvo que ir de Julio César y estoy en contra de los dictadores”; “A mi hija la obligan ir de Miércoles y a nosotros nos gustan los fines de semana”… Es fácil quedarse atrapada durante horas, deslizando el dedo arriba y abajo.

En Twitter, su vídeo colgado por @wallstwolverine acumula un millón de visualizaciones. “¿Y si se disfrazan de chuletones?”, le responde Antonio Rossi, periodista estrella del programa de Ana Rosa Quintana. Lo más parecido a rozar el cielo del éxito con la punta de los dedos. La tuitera @ireneRAlda cuelga la entrevista a Rocío en Cuatro después de la polémica, donde cuenta que su hija no asistirá al desfile del carnaval del colegio: “Ella lo ha decidido libre y voluntariamente (…) Con ocho años tiene criterio y principios. Dejemos de lado el adultocentrismo imperante”, sostiene. Y finaliza con este diálogo:

—Una duda: ¿desde cuándo es vegana tu hija?

—Desde que nació.

Rocío Cano ha hecho mucho más por el veganismo con un vídeo cabreada en TikTok que con todos los reportajes en los medios de comunicación en los que ha participado. Toca asumirlo y seguir adelante, obviando los comentarios hirientes de miles de haters. “Nadie me va a silenciar”, avisa en otro vídeo en su perfil. “Te la mereces en el chat de padres”, le desean los desalmados.