Mi cuñado Feijóo

Hablar de un “nosotros” contra “ellos” es erigirse en líder de una mayoría de españoles bautizados y excluir a una minoría que practica otra religión

Alberto Núñez Feijóo, el jueves en Madrid en la presentación del libro de Xosé Luis Barreiro 'A propósito de Feijóo'.Foto: FERNANDO SÁNCHEZ (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV

El cuñadismo es una de esas palabras con tanta oportunidad que, cuando aparecen, uno se pregunta cómo podíamos vivir sin ella. El cuñado que nos ocupa dice cosas sin saber, genera silencios incómodos o discusiones feroces que no merecen la pena cuando debe primar la buena relación. Suele ser racista, machista, políticamente incorrecto, cuenta chistes que no hacen gracia y, lo que es peor, ignora la incomodidad que causa a su alrededor. ...

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El cuñadismo es una de esas palabras con tanta oportunidad que, cuando aparecen, uno se pregunta cómo podíamos vivir sin ella. El cuñado que nos ocupa dice cosas sin saber, genera silencios incómodos o discusiones feroces que no merecen la pena cuando debe primar la buena relación. Suele ser racista, machista, políticamente incorrecto, cuenta chistes que no hacen gracia y, lo que es peor, ignora la incomodidad que causa a su alrededor. La Fundeu amplió el sentido de esta palabra en 2016 al definirlo como “la tendencia a opinar sobre cualquier asunto queriendo aparentar ser más listo que los demás”. Bienvenida la acepción.

Y siguen las buenas noticias porque, desde esta semana, cualquier profesor de Lengua puede agradecer además tener un nuevo ejemplo para explicar la nueva acepción a sus alumnos, y es la reacción de Feijóo al atentado de Algeciras.

Sus palabras pueden servir para una clase; en la cena de cuñados también pueden encajar bien, pero alguien de la familia debería advertirle de que, en política, los argumentos necesitan una vuelta. Al menos si pretendes liderar un partido de centroderecha homologable a otras formaciones parecidas en Europa.

Primero, los hechos: afirma el presidente del PP que hace muchos siglos que los cristianos dejaron de matar por sus creencias. No es verdad. Estados Unidos ha vivido un terrorismo cristiano que se ha cobrado la vida de médicos y profesionales que trabajaban en clínicas donde se practicaban abortos. Lo cuenta Joyce Carol Oates en una de sus mejores novelas, Un libro de mártires americanos, pero él lo puede encontrar en Google en cualquier búsqueda sobre el tema. Son noticias que han salido en los periódicos, conocidas para quien quiera estar informado; su equipo, si no él, debería saberlo. Los atacantes integristas de EE UU mataron en aras de un supuesto bien mayor, sus creencias religiosas, al igual que el ciudadano marroquí que irrumpió en dos iglesias de Algeciras con el machete en la mano.

Segundo, los argumentos. Hablar de un “nosotros” contra “ellos” es erigirse en líder de una mayoría de españoles bautizados (decir creyentes ya sería demasiado suponer) y excluir a una minoría que practica otra religión. España tiene más de dos millones de musulmanes que también votan, debería decirle ese pariente, o un asesor, a su cuñado Feijóo. Aunque solo sea por eso, córtate.

Y, por último, está el sentido ético. Por una vez y sin que sirva de precedente, la Conferencia Episcopal ha sido impecable. Ha apelado a no demonizar a ningún colectivo y a no echar leña al fuego. Una lección para el cuñado Feijóo.

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