Columna

Los leones siempre lloran

Para normalizar la vida política en España, sólo veo un camino: una reforma constitucional que ‘cierre’ el asunto territorial y que esté liderada por quien menos se espera, el PP

El presidente del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, en el hemiciclo del Senado el pasado 22 de diciembre.Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)

Si el procés pudo romper Cataluña, la respuesta al procés puede romper España. Nuestra política está atravesada por muchas heridas (impuestos, pensiones, ley trans), pero no son mortales. Es el juego propio de una democracia: la izquierda y la derecha intentando meterse goles. Lo que nos distingue de los países de nuestro entorno no son estos choques políticos, sino los institucionales. Es decir, q...

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Si el procés pudo romper Cataluña, la respuesta al procés puede romper España. Nuestra política está atravesada por muchas heridas (impuestos, pensiones, ley trans), pero no son mortales. Es el juego propio de una democracia: la izquierda y la derecha intentando meterse goles. Lo que nos distingue de los países de nuestro entorno no son estos choques políticos, sino los institucionales. Es decir, que no van sobre el resultado del partido, sino sobre las reglas del juego, como la reforma del sistema de elección de los vocales del CGPJ o del Constitucional este año, o el reparto de competencias fiscales con las autonomías otros años.

Y el denominador común de todas estas disputas es el mismo: ¿qué hacer con el independentismo? Si Cataluña no estuviera en la ecuación, PSOE y PP probablemente encontrarían candidatos de consenso para el CGPJ o el TC. Pero, tras el procés, es imposible: cualquier acción se interpreta como intento de pacificación, o de hostigamiento, con los separatistas.

El hecho diferencial español es cómo tratar al independentista catalán. Es el gran logro del procés que, como el Cid, ha ganado una batalla después de muerto. El foco de los soberanistas ha pasado del hipotético Estado catalán al verdadero Estado español, y su supuesto autoritarismo represor. Cerrada la vía de la ruptura unilateral, los partidos independentistas han conseguido que el combate se traslade a Madrid: ERC, movida por el pragmatismo de los presos y los Presupuestos (generales y de la Generalitat), y Junts, por el irredentismo de quien ha quemado todas las naves.

El griterío constante se ha mudado del Parlament al Congreso y, tras aturdir a los leones del Zoo de la Ciudadela ahora estremece a los de la Carrera de San Jerónimo. La cuestión es que nuestros leones siempre lloran.

Para consolarlos, para normalizar la vida política en España, sólo veo un camino: una reforma constitucional que cierre el asunto territorial y que esté liderada por quien menos se espera, el PP. Porque sólo así tendrá la credibilidad necesaria. Como dicen los americanos, tenía que ser un Nixon (un republicano) quien visitara la China comunista. Y Suárez fue nuestro Nixon en muchos asuntos.

Esta debería ser la gran tarea de Feijóo para 2023. Sin duda, una propuesta valiente podría acortar su carrera política, pero alargaría su gloria eterna. Como Suárez. @VictorLapuente

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