¿Qué es ser madrileño?
Los lectores escriben sobre la pluralidad de la población de la capital, la precariedad laboral, la última columna de Fernando Savater, la importancia de analizar la historia y la investigación del alzhéimer
Si me preguntan qué es ser madrileño a mí, que he nacido y vivido siempre en Madrid, creo que no sabría responder más que una cosa: Haber nacido en Madrid. Porque todo lo demás me parece pura farfolla, entre otras cosas porque Madrid es una mezcla inmensa de todas las regiones de España y, desde hace ya mucho tiempo, de muchos países del mundo entero. Atribuir a “ser madrileño” virtudes sin par y elogios a todo pasto me parece una forma estúpida de juzgar a las personas, porque independientemente de ...
Si me preguntan qué es ser madrileño a mí, que he nacido y vivido siempre en Madrid, creo que no sabría responder más que una cosa: Haber nacido en Madrid. Porque todo lo demás me parece pura farfolla, entre otras cosas porque Madrid es una mezcla inmensa de todas las regiones de España y, desde hace ya mucho tiempo, de muchos países del mundo entero. Atribuir a “ser madrileño” virtudes sin par y elogios a todo pasto me parece una forma estúpida de juzgar a las personas, porque independientemente de dónde se haya nacido, el ser humano puede ser, o no, bueno, inteligente, o un patán sin la menor preparación. Así que yo, nacido, repito, en Madrid, quiero pedir a todos mis compatriotas que no nos tomen a todos los madrileños por lo que dicen algunos o algunas. Que piensen, fuera de Madrid, que muchos madrileños nos sentimos iguales a cualquier ser humano y disfrutamos, apreciamos y somos felices con la variedad del pueblo español.
Ángel Villegas Bravo. Madrid
No me puedo quejar
El otro día me encontré con una compañera del instituto en la cafetería donde trabajo. Casi diez años sin vernos. Le conté que me había graduado en Sociología, ella en Relaciones Laborales. La conversación fue breve y se despidió de mí con un “bueno, al menos estás trabajando”. Entro al trabajo cada día al amanecer y las 12 horas semanales de mi contrato en realidad son 35, pero no me voy a quejar, al menos, estoy trabajando.
Olga Jiménez Ramos. Córdoba
Tristeza
Quiero manifestar mi absoluto acuerdo con el artículo de Sergio del Molino del domingo 2 de octubre sobre Fernando Savater. Soy uno de los que, como dice Del Molino, “aprendimos de él” y, con su columna del sábado, nos ha demostrado que “no aprendimos eso”. Es triste que el autor de Ética para Amador (recomendada a sus alumnos por el que firma esta carta) nos produzca esta tristeza.
Blas Ferrero Celada. Madrid
Estudiar el pasado
Algo frecuente en la dinámica positiva del nacionalismo en Europa es no mirar de frente al pasado. En el caso italiano, la historiadora Stéfanie Prezioso explica que la historiografía mayoritaria considera al pueblo como a una víctima del fascismo, lo que impide todo análisis crítico. Así, la ausencia de trabajo de memoria ha permitido al fascismo sobrevivir en la vida política del país. Esta incapacidad de analizar nuestra historia nos priva de cualquier protección frente a una extrema derecha que oculta su verdadera identidad. La mancha morena sigue extendiéndose por el continente.
Alban Beurey. París
Adiós, alzhéimer
Por fin se gana una batalla contra el alzhéimer. Se ha abierto un halo de esperanza gracias al exitoso ensayo de un fármaco que frena el deterioro cognitivo de las personas que padecen esta enfermedad. Tenemos que dar nuestro apoyo a los científicos que día a día se dejan la piel buscando su tratamiento y cura.
Lucía Muñoz Sánchez. Alcorcón (Madrid)