Evaluar competencias
La memorización de contenidos pierde peso en la nueva Selectividad para adaptarla a la reforma de la ley educativa
La semana pasada, la ministra de Educación, Pilar Alegría, presentó a las comunidades y a las universidades el borrador de la nueva Selectividad. Las novedades más importantes de la propuesta son la introducción de una prueba de madurez académica, con la que se pretende romper el peso del aprendizaje tradicional, demasiado anclado en los contenidos y la memoria, y la reducción a la mitad del número de exámenes. Fr...
La semana pasada, la ministra de Educación, Pilar Alegría, presentó a las comunidades y a las universidades el borrador de la nueva Selectividad. Las novedades más importantes de la propuesta son la introducción de una prueba de madurez académica, con la que se pretende romper el peso del aprendizaje tradicional, demasiado anclado en los contenidos y la memoria, y la reducción a la mitad del número de exámenes. Frente a la situación actual, en la que incluso puede llegarse hasta un máximo de nueve pruebas, muy por encima de los estándares de los países del entorno, los ejercicios de la nueva Selectividad se reducirán durante el periodo transitorio (tres cursos a partir de 2023) inicialmente a cuatro —la materia elegida por el alumno, Historia de la Filosofía, Historia de España y la prueba de madurez, cada una con el mismo peso: el 25%— para terminar limitándose exclusivamente a dos a partir de 2026: el ejercicio de competencias —que asumirá los contenidos de Historia y Filosofía, y que pesará un 75%— y la materia de modalidad obligatoria elegida por el alumno (el otro 25%).
El cambio propuesto tiene un hondo calado y obligará a encontrar las mejores fórmulas para poder evaluar con equidad la madurez académica de cada alumno. El objetivo es incorporar los caminos de renovación que ha abierto el informe Pisa que organiza la OCDE cada tres años y que analiza los sistemas educativos de 81 países para evaluar el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. El gran reto de la educación en estos momentos es reforzar las capacidades de quienes se están formando para que puedan adaptarse a un sistema altamente competitivo y en constante transformación, y, frente al cual, una enseñanza excesivamente centrada en los contenidos los deja muchas veces inermes y desorientados. De lo que se trata es de fortalecer las habilidades de cada alumno para razonar y dar respuesta a desafíos concretos y tener recursos para enfrentarse a los problemas que la realidad plantea más que, por utilizar una vieja figura, obligarlos a saberse la lista de los reyes godos. Sea como sea, la memoria sigue siendo importante, y el alumno no podrá prescindir de retener determinados contenidos de cultural general. En cuanto a la tarea de evaluar, es desde luego menos difícil hacerlo ante el que recita lo que ha memorizado que frente al que tiene que mostrar sus competencias.
Para hacerlo, el nuevo ejercicio que evaluará la madurez académica en la nueva Selectividad parte de un dosier sobre un tema concreto con documentos de todo tipo —textos, imágenes, material infográfico, gráficos— que se proporcionará a cada alumno y sobre el que se le harán varias preguntas para medir su “capacidad de pensamiento crítico, reflexión y madurez”, y que permitirá también a través de determinadas cuestiones valorar sus destrezas en el “ámbito lingüístico” (lenguas oficial, cooficial y extranjera). Los desafíos que plantea esta nueva Selectividad vienen a completar los cambios que han inspirado la nueva ley educativa, la Lomloe, uno de cuyos elementos troncales es precisamente el de reforzar las competencias de cada alumno. El desafío es indiscutible, lo que falla una vez más es la excesiva politización que empantana cada reforma educativa por la falta de grandes acuerdos entre las fuerzas políticas. No hay que perder de vista, en cualquier caso, que el objetivo es el de dotar a los que se están formando de las herramientas que les sirvan de verdad para enfrentarse a una realidad cada vez más compleja.