Los bellos veranos

La inquietud de los personajes de Pavese por lo que podía ocurrir en el otoño próximo no es la misma que la que se padece hoy ante una imponente crisis

Mario Draghi, el jueves en el Parlamento italiano tras confirmar su dimisión.Andrew Medichini (AP)

Hace un calor sofocante, así que lo mejor es alargar el brazo y coger El bello verano, esa breve novela que Cesare Pavese escribió en 1940. Entonces Europa estaba en guerra, como ahora hay una guerra allí lejos, en Ucrania. Pavese se desentiende, empieza su narración situándola “en aquellos tiempos” cuando “siempre era fiesta”. Los hubo: la vida era ligera, no tenía la gravedad...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hace un calor sofocante, así que lo mejor es alargar el brazo y coger El bello verano, esa breve novela que Cesare Pavese escribió en 1940. Entonces Europa estaba en guerra, como ahora hay una guerra allí lejos, en Ucrania. Pavese se desentiende, empieza su narración situándola “en aquellos tiempos” cuando “siempre era fiesta”. Los hubo: la vida era ligera, no tenía la gravedad que está teniendo estos últimos meses en que mucha gente muere en los campos de batalla, en las ciudades bombardeadas, en algún rincón perdido donde llegan también las dentelladas de la muerte. El bello verano se desarrolla en Turín. En Roma ayer se representaba una de esas grandes ceremonias políticas en las que se dirime el destino de un país, incluso la suerte de Europa. En la narración de Pavese hay unos adolescentes que descubren la vida y unos jóvenes que empiezan a conocer sus zonas oscuras. En el Parlamento italiano bregaron para defender sus intereses de poder unos cuantos adultos de colmillo retorcido que ya tienen práctica en desdecirse y en desentenderse de lo que realmente importa con tal de ganar, como chiquillos, su partida más inmediata.

Igual no con las temperaturas que Europa está alcanzando en el siglo XXI, pero en El bello verano también el sol pegaba fuerte. “Aquel año hacía tanto calor que se hacía necesario salir todas las noches y a Ginia le pareció que nunca había comprendido antes el significado del verano, tan maravilloso le parecía salir todos los días a pasear bajo los árboles”, escribe Pavese. “A veces pensaba que el verano no se acabaría nunca y que lo mejor era disfrutar de él porque al cambio de estación algo tenía que suceder”. Ginia tiene 16 años, trabaja en un atelier de moda, vive con su hermano, y se ha hecho amiga de Amelia, una modelo que posa para artistas de poca monta. De su mano va a cometer sus primeras transgresiones y conocer las zonas ambiguas y el deseo, alguna vez ante Guido “se le cortaba la respiración cada vez que la miraba directamente a los ojos”.

De eso va el verano, sobre todo en la adolescencia. Tiempo de ruptura, de descubrimientos, de terribles pesares y de enloquecidas aventuras, tiempo de transformaciones. Pero lo que quizá es más revelador para el lector de hoy es ese afán de Ginia por disfrutar como sea de esos días calurosos, de exprimirlos al máximo, “porque al cambio de estación algo tenía que suceder”. Ese vago temor que va colándose en todas partes, esa sensación de que algo puede quebrarse y precipitarnos hacia lo peor. Algo puede suceder, algo malo. Ese es el clima de este momento, y se escenificó ayer en Italia en torno a Mario Draghi, un punto de referencia en esta época caótica.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Cesare Pavese se suicidó el 26 de agosto de 1950. Hace no mucho ha vuelto a las librerías El oficio de vivir, su diario. “Era y es preciso vencer al miedo”, escribió en uno de sus ensayos sobre el fascismo. En 1940, en ese diario, cuenta su relación con las mujeres, toma notas de Boccaccio, Petrarca o Dante, recoge sus iluminaciones —”Odiamos a una persona cuando se equivoca de tono”— y reflexiona sobre la adolescencia, la soledad, el amor y la felicidad, sobre esto y aquello, y sobre la guerra. “No debemos decir nunca en broma que estamos acobardados, porque puede suceder que nos cojamos la palabra”, apunta. Y ante lo que puede venir, tiene razón: no vamos a decirlo, ni en broma ni en serio.

Sobre la firma

Más información

Archivado En