Contra Feijóo viviríamos mejor

El discurso de Sánchez en el debate sobre el estado de la nación fue un intento de reafirmación y de reforzar los lazos en la coalición de gobierno

Pedro Sánchez, durante la segunda jornada del debate sobre el estado de la nación.Luis Sevillano

El discurso del presidente del Gobierno en el debate del estado de la nación tuvo algo de discurso de investidura. Hay que entenderlo en términos autorreferenciales: como un intento de reafirmación y de reforzar los lazos en la coalición de gobierno, que se parece a esas parejas que discuten en público y estropean las cenas con los amigos. Pedro Sánchez reconoció las dificultades económicas, destacó los datos positivos del empleo y reivindicó su gestión. De esta crisis —que quizá...

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El discurso del presidente del Gobierno en el debate del estado de la nación tuvo algo de discurso de investidura. Hay que entenderlo en términos autorreferenciales: como un intento de reafirmación y de reforzar los lazos en la coalición de gobierno, que se parece a esas parejas que discuten en público y estropean las cenas con los amigos. Pedro Sánchez reconoció las dificultades económicas, destacó los datos positivos del empleo y reivindicó su gestión. De esta crisis —que quizá no sea una crisis: no nos precipitemos—, saldremos, como con la pandemia, de una manera distinta a la de 2008: no serán recetas neoliberales, dijo. En las medidas soslayó el papel de Europa, mientras que al analizar los problemas destacó que se deben a agentes externos: la pandemia, la guerra de Putin.

Debe hacer guiños “a la izquierda” porque la realidad es todavía más difícil de gestionar que la coalición. Los impuestos a las eléctricas era algo que ya había propuesto Unidas Podemos, y que se ha implementado en el Reino Unido. No están claros sus efectos sobre la inflación: las empresas pueden repercutir las tasas sobre el consumidor. Era más sorprendente el anuncio de impuestos a los bancos por “beneficios extraordinarios”: parece optimista pensar que las entidades no van a trasladar los costes a los usuarios. El anuncio de la medida provocó una pérdida en bolsa de más de 2.000 millones en CaixaBank (una minusvalía de 330 millones para el Estado, que tiene un 16% del capital de la entidad). Pero todavía no se sabe en qué consistirá exactamente.

El rearme ideológico indica una combinación de voluntarismo e impotencia. El Gobierno sabe que su margen de actuación frente a la inflación es muy limitado. Se trata de aguantar y esperar a que la guerra termine: quizá cuando llegue el frío y los europeos agobiados traicionen a Zelenski.

El PP también espera. La mejor opción para Núñez Feijóo es salir lo menos posible y ganar por una especie de inercia: la competencia se tiene mientras uno no está obligado a demostrarla. Nadie sensato apostaría por el fin de Sánchez, un experto en resurrecciones. Pero algunos intuyen en su derrota una salida: con la derecha en el poder, la izquierda podría unirse, encontrar un propósito compartido, indignarse por la crisis económica y no tener que rendir cuentas por las medidas que se impongan para combatirla. Contra Feijóo, parecen pensar, viviríamos mejor. @gascondaniel

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