14 Champions, 140 leyes

Blancos y socialistas han jugado con fuego sabedores, consciente o inconscientemente, de que sólo son superiores a sus adversarios en los momentos dramáticos, cuando el árbitro va a pitar el final y el bedel a cerrar las puertas del hemiciclo

Miembros del Gobierno y la bancada socialista aplauden a Pedro Sánchez tras una intervención en el Congreso en marzo.Claudio Alvarez

Este curso se ha caracterizado por las remontadas del Real Madrid en el Bernabéu y del Gobierno en el Congreso. Cuando todo parecía perdido, los de Ancelotti se sacaban de la chistera los goles ...

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Este curso se ha caracterizado por las remontadas del Real Madrid en el Bernabéu y del Gobierno en el Congreso. Cuando todo parecía perdido, los de Ancelotti se sacaban de la chistera los goles para pasar eliminatorias imposibles, y los de Sánchez los votos para aprobar leyes improbables. A veces, por mérito propio: Benzema en el regate y Bolaños en la negociación. Otras, por errores de sus rivales: los defensas del City en el marcaje y los diputados del PP en la votación. Blancos y socialistas han jugado con fuego sabedores, consciente o inconscientemente, de que sólo son superiores a sus adversarios en los momentos dramáticos, cuando el árbitro va a pitar el final y el bedel a cerrar las puertas del hemiciclo.

El éxito del Madrid y el del Gobierno deben más a su actitud que a su aptitud. Confiados en que ningún rival gestiona mejor la tensión competitiva, han ganado partidos y votaciones en las que no partían como favoritos. Así el Madrid ha acaparado 14 copas de Europa y el Gobierno, 140 leyes aprobadas. Ningún presidente de la democracia ha tenido menos cartas en el Parlamento que Sánchez —elegido por el margen más estrecho de la historia, 167 escaños— y ninguno ha apostado más fuerte. El Gobierno más débil sobrevive gracias a actuar como el más sólido, presentando las leyes ya elaboradas al Parlamento, en lugar de trabajarlas de antemano, sistemática y ordenadamente, con los partidos políticos necesarios para aprobarlas. Intuye que estos, resignados, acabarán pasando por el aro. Más que método en La Moncloa, hay miedo en los adversarios. Como en el Bernabéu.

Ahora, el reto de Sánchez es evitar que ese triunfo parlamentario se convierta en fracaso electoral. Impedir que los volantazos de la geometría variable, que le llevan a apoyarse unas veces en Bildu y otras en el PP, desmovilicen a sus votantes. Hasta hace poco, las encuestas daban un empate técnico entre las derechas y las izquierdas, pero hoy PP, Vox y Ciudadanos aventajan en más de cinco puntos a PSOE, Unidas Podemos y Más País. Sánchez necesita activar simultáneamente a los votantes más moderados del PSOE y a los más activistas de Unidas Podemos, porque, sin un buen resultado de su socio morado, los números para ser reelegido no salen. No es casualidad que el Gobierno esté visibilizando tanto su extremo izquierdo, con Irene Montero, como el derecho, con Margarita Robles. Toca remontar. @VictorLapuente

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