Casado, 1; Feijóo, 0

El nuevo líder del PP está perdiendo oportunidades de distanciarse de los errores del anterior. Y, en el lado izquierdo, Yolanda Díaz también está perdiendo las suyas

Alberto Núñez Feijóo se despide del Parlamento gallego, el pasado 27 de abril.ÓSCAR CORRAL (EL PAÍS)

Nadie albergaba duda alguna de lo que habría votado Pablo Casado el jueves en el Parlamento: no. Y si algunos la albergábamos sobre Alberto Núñez Feijóo, ya la hemos despejado: también no.

¿Cuáles son entonces las diferencias entre el PP de uno y de otro? De momento y ateniéndonos a los hechos, dos:

La primera es que Isabel Ayuso se ha salido con la suya y en mayo se convertirá en ...

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Nadie albergaba duda alguna de lo que habría votado Pablo Casado el jueves en el Parlamento: no. Y si algunos la albergábamos sobre Alberto Núñez Feijóo, ya la hemos despejado: también no.

¿Cuáles son entonces las diferencias entre el PP de uno y de otro? De momento y ateniéndonos a los hechos, dos:

La primera es que Isabel Ayuso se ha salido con la suya y en mayo se convertirá en líder de su partido en la Comunidad de Madrid, algo lógico que Casado le tenía vetado, aunque esa fuera la realidad de los demás barones. Feijóo ha priorizado la paz regional y, en Madrid, está servida. La segunda es que el PP de Feijóo ha formado gobierno con la ultraderecha en Castilla y León, una situación insólita en Europa que genera el lógico malestar en el PP Europeo y una vergüenza tan clamorosa que el propio Feijóo optó por no salir en la foto.

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Hasta ahí, los hechos, ya que el talante negociador será solo eso, talante, si finalmente no se traduce en algo concreto como la renovación del CGPJ, sino, por el contrario, en nuevos gobiernos de coalición con la ultraderecha llamada a regatear conquistas que creíamos ya consolidadas. Veremos en Andalucía.

Feijóo ha perdido por tanto las primeras oportunidades de distanciarse de los errores de Casado y de coger altura de vuelo. Desde su tumba política, este debe estar mascando el humano y estéril placer de quien siente que le están dando la razón.

En el otro lado, el del Gobierno, se hacen rutina los tropiezos hasta (casi) perder el equilibrio. Pedro Sánchez ha ido salvando las peores situaciones, siempre al filo de la navaja, jugando con una aritmética enloquecida ante la realidad de que el bloque de investidura fue eso: de investidura. Entre poco o nada más.

El episodio del espionaje puede acabar desinflándose si se confirma que el informe que lo denuncia viene contaminado: uno de sus autores no solo es uno de sus investigados, sino un colaborador tecnológico habitual del independentismo. Y ante la evidencia de que hay atropellos constitucionales que obviamente hay que vigilar. Cualquier exceso, que se investigue.

Pero la mayor debilidad del Gobierno está hoy a la izquierda, donde el espacio de Unidas Podemos llega desdibujado y dividido a las elecciones de Andalucía. Como Feijóo, Yolanda Díaz también va perdiendo oportunidades. Y el resultado es que, en esta era del bibloquismo, el socio pequeño del PSOE recula mientras crece el socio pequeño del PP. Y esto inclina la balanza hacia la derecha. Este es el mapa político de una primavera muy volátil antes de las siguientes sorpresas. Que las habrá.


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