Atreverse a ser progresista
La propuesta del nuevo Gobierno alemán es valiente, ambiciosa y no está exenta de riesgos, porque concreta en detalle líneas rojas que entran en conflicto con los intereses económicos
En la política, como en lo personal, difícilmente se está a la altura de las palabras. Las ideas e intenciones se formulan con una soltura que contrasta con la capacidad de actuarlas. O, por decirlo en palabras de Porcia, personaje de El mercader de Venecia, “si hacer fuese tan fácil como saber lo que conviene, las capillas serían catedrales, y las cabañas, palacios”.
El próximo Gobierno tripartito alemán, formado por una coa...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
En la política, como en lo personal, difícilmente se está a la altura de las palabras. Las ideas e intenciones se formulan con una soltura que contrasta con la capacidad de actuarlas. O, por decirlo en palabras de Porcia, personaje de El mercader de Venecia, “si hacer fuese tan fácil como saber lo que conviene, las capillas serían catedrales, y las cabañas, palacios”.
El próximo Gobierno tripartito alemán, formado por una coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales, presentó Atreverse a ser más progresista, un documento que expone la visión de una política exterior alemana y europea que se despliega en cuatro grandes ejes: más Europa; solidaridad estratégica con los países democráticos y competencia sistémica con las autocracias; mejor relación transatlántica; y refuerzo de las estrategias de África y el Indo-Pacífico.
En aras de una UE soberana y asertiva, se plantea la ventaja de reemplazar el principio de unanimidad por el voto de mayoría cualificada en la Comisión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Dotar a su Alto Representante de auténticas competencias de ministro de Exteriores Europeo. Y para no dejar espacios vacíos susceptibles de ser ocupados (consideremos a Rusia y China), se apoya el proceso de adhesión a la UE de seis países de los Balcanes Occidentales.
África y el Indo-Pacífico aparecen en sus respectivas estrategias. El Indo-Pacífico, que ya desplaza al término “Asia-Pacífico” representa la diversificación de la agenda asiática, en línea con el Quad (Australia, Japón, India), y más allá de este. La prosperidad futura de Alemania depende de los mercados de esta región.
El vínculo transatlántico se significa sin ambages: “Un pilar central de nuestra acción internacional”. Al igual que el lenguaje referido a las relaciones con China es claro y contundente en un giro que deja atrás el enfoque de “los negocios primero” de la etapa Merkel: las relaciones comerciales estarán sujetas al respeto de los derechos humanos y la normativa internacional. Los señalamientos son explícitos y tocan todos los puntos de fricción: el mar de China meridional, Xinjiang, restitución del principio “un país, dos sistemas” en Hong Kong, paralización del acuerdo de inversión con la UE y diálogo sobre desarme nuclear. Taiwán no podía faltar. Sin cuestionar la máxima de “una sola China”, el documento invita a apoyar la participación de Taipéi en las organizaciones internacionales y llama a elaborar a una política común europea hacia China coordinada con Estados Unidos. Ante la inminente amenaza de Putin sobre Ucrania, esa coordinación con Joe Biden será aún más urgente.
La propuesta es valiente, ambiciosa y no está exenta de riesgos por concretar en detalle líneas rojas que entran en conflicto con los intereses económicos. Aunque también se podría pensar en la estrategia del buen arquero de Maquiavelo: frente a un objetivo de altura hay que apuntar por encima, sabiendo que generalmente se queda por debajo de lo que se aspira alcanzar. @evabor3