Por la independencia a los 18

Del desolador panorama de la juventud en España, lo más deprimente es que dos de cada tres menores de 30 años vive todavía con sus padres

Un anuncio de pisos en alquiler en un edificio de Barcelona.JOAN SÁNCHEZ / EL PAÍS

Del desolador panorama de la juventud en España (dos crisis en una década, paro, precariedad e incertidumbre), lo más deprimente es que dos de cada tres menores de 30 años vive todavía con sus padres. Mientras un joven del norte de Europa se independiza a los 18, en nuestro país lo hace a los treinta y pico. Que el periodo mental ...

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Del desolador panorama de la juventud en España (dos crisis en una década, paro, precariedad e incertidumbre), lo más deprimente es que dos de cada tres menores de 30 años vive todavía con sus padres. Mientras un joven del norte de Europa se independiza a los 18, en nuestro país lo hace a los treinta y pico. Que el periodo mental y emocional más intenso de tu vida lo pases bajo el techo paternal tiene efectos que van más allá de lo meramente material. Que no controles todas las riendas de tu existencia redefine tu forma de ver el mundo, desde qué responsabilidad tienes en las tareas domésticas a cómo percibes la seguridad económica.

Una consecuencia triste es la baja natalidad. Enfatizamos mucho las limitaciones económicas de los jóvenes para tener hijos. Sin ingresos o con sueldos de miseria no puedes tenerlos. Cierto, pero, además, la falta de dinero altera tus valores. Los 30 (o los 40) son los nuevos 20. Un español o española de veintipocos no prioriza tanto encontrar pareja y formar familia como su coetáneo en otras sociedades de nuestro entorno, porque le faltan los recursos y, muy importante también, los referentes. No crea una familia porque sus amigos no las crean. Y, sin duda, retrasar la maternidad y paternidad es uno de los grandes inventos de la modernidad. Es genial vivir en 2020 y no en 1950. Pero el reloj biológico es tan implacable como en los cincuenta (de hecho, más, porque nuestra vida insana daña los sistemas reproductivos).

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Este es el mayor drama colectivo que he visto sufrir a mi generación desde que salí de España. En comparación con mis amigos nórdicos o anglosajones, los españoles no tienen siempre peores condiciones de vida (España es paradisíaca en muchos sentidos), pero sí menos hijos de los que querrían.

Mi propuesta de solución no es un pacto por los jóvenes, sino con los jóvenes. Dar algo (capacidad para independizarse) a cambio de algo (compromiso social). Entregar una cantidad al cumplir los 18 años (como la “herencia publica universal” de 25.000 euros del Plan España 2050 o, mejor, un salario-crédito básico durante cinco años) y, en correspondencia, exigir un servicio civil-militar o la devolución escalonada de la ayuda (por ejemplo, abonando el 2-3% del sueldo hasta la jubilación). Es el gran reto de nuestro país: que podamos declararnos independientes de forma unilateral a los 18. @VictorLapuente

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