No indulten la mentira, al menos
No es raro, con tanta metamorfosis ventajista, que nadie, o casi nadie, resista la hemeroteca no ya de diez años atrás, sino de seis meses
Se podría esperar de la clase política española que diera cierta talla con los indultos, pero ¿por qué esto iba a ser una excepción? O con los fondos europeos. Pero mismo argumento: ¿por qué eso iba a ser una excepción? La dinámica política ya no da margen ni siquiera a las políticas de Estado. Hay demasiada impostura dictada por el oportunismo cortoplacista. Ahí está la subida de la luz. En Podemos reclaman soluciones como si estuvieran en las pl...
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Se podría esperar de la clase política española que diera cierta talla con los indultos, pero ¿por qué esto iba a ser una excepción? O con los fondos europeos. Pero mismo argumento: ¿por qué eso iba a ser una excepción? La dinámica política ya no da margen ni siquiera a las políticas de Estado. Hay demasiada impostura dictada por el oportunismo cortoplacista. Ahí está la subida de la luz. En Podemos reclaman soluciones como si estuvieran en las plazas del 15-M, no en el Gobierno; en el PP exigen la eliminación de toda la fiscalidad eléctrica después de haber estado una docena de años en el poder; en el PSOE agitan la varita mágica de los buenismos retóricos en lugar del BOE... No es raro, con tanta metamorfosis ventajista, que nadie, o casi nadie, resista la hemeroteca no ya de diez años atrás, sino de seis meses. Así es difícil hacer política. Malas noticias para España.
El Gobierno puede y va a firmar los indultos. Obvio. Será en verano y coincidiendo con el fin de las mascarillas, bajo un clima menos hostil. Todo un clásico nacional. Y el PP no frenará esos indultos recabando firmas, como en el fiasco de 2006, ni revisitando la plaza de Colón con el mismo esquema táctico de 2019. Eso sólo es ruido. Sobre lo que hay que hacer en Cataluña, el PP, de hecho, tiene poco margen para dar lecciones después del éxito de su receta de 2017: no hacer nada. Sánchez, por el contrario, va a asumir riesgos, exponiéndose al fracaso reiterado de las políticas de apaciguamiento en Cataluña desde hace décadas. En todo caso, una vez que Moncloa asume el riesgo, se podrá evaluar el resultado. Entretanto el hipercatastrofismo preventivo sólo es ruido, un ruido que además tapa los buenos argumentos. Ahora bien, Moncloa debería tener el coraje de asumir sus decisiones. Lejos de eso, ahí queda la maniobra peligrosa emprendida en la sesión de control, donde Sánchez dijo a Casado: “Cuando ustedes gobernaban, dos referéndums ilegales de independencia, una declaración unilateral de independencia y las leyes de desconexión aprobadas por el Parlamento de Cataluña. Desde que gobierna el PSOE con Podemos, cero...”. Básicamente el mensaje de Sánchez a Casado es que aquello sucedió por el PP. Después Calvo insistió acusándolos de ser “quienes llevaron a este país a una crisis que es ¡suya!”. Alehop. Ahora la culpa del 1-O es del PP.
El Gobierno, se piense lo que se piense sobre sus convicciones, puede ensayar los indultos; pero de ninguna manera debería indultar, como ha empezado a hacer, las mentiras del relato indepe creando una Historia B a la medida de sus planes. El procés y el referéndum ilegal no es imputable a Rajoy, con toda su indolencia, sino al independentismo. No hay otro responsable. Y Sánchez lo mínimo que le debe al país, al indultar a quienes atacaron el orden constitucional en 2017, es el coraje de la verdad. Siquiera, ante la operación de riesgo de perdonar a quienes no desisten de volver a hacer lo que hicieron, por aquella vieja lección de que los pueblos que no conocen la historia están condenados a repetirla.