Bochornoso transfuguismo

La maniobra de Murcia es un pésimo episodio con negativas consecuencias

El presidente murciano, Fernando López Miras, y la vicepresidenta, Isabel Franco, este viernes.Pedro Martínez

La política española alumbró ayer un bochornoso episodio que, desafortunadamente, embarra aún más un escenario que ya distaba bastante de ser pulcro. La maniobra del PP para abortar la moción de censura en Murcia recuperando a tres de los seis diputados de Ciudadanos desprende el desagradable tufo que va asociado al transfuguismo, turbia praxis democrática de la que España tiene sobrado conocimiento, siendo el ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La política española alumbró ayer un bochornoso episodio que, desafortunadamente, embarra aún más un escenario que ya distaba bastante de ser pulcro. La maniobra del PP para abortar la moción de censura en Murcia recuperando a tres de los seis diputados de Ciudadanos desprende el desagradable tufo que va asociado al transfuguismo, turbia praxis democrática de la que España tiene sobrado conocimiento, siendo el tamayazo en Madrid en 2003 —también en favor del PP— quizá el más insigne precedente. El episodio ensucia el asunto por su escasa altura ética y por precipitar un escenario de indeseada mayor polarización, vía la hemorragia de Ciudadanos y la reconfiguración de un bloque conservador más derechista, alrededor de la relación PP-Vox.

Para juzgar lo ocurrido, deben subrayarse algunos elementos. De entrada, las mociones de censura son parte de pleno derecho del juego político. Segundo, el PSOE y Ciudadanos habían pactado poner fin a la coalición que este partido formaba con el PP en Murcia ante una situación insostenible, marcada por el escándalo de la vacunación de altos cargos sin atenerse a las listas fijadas, por graves sombras de corrupción y por tensiones por el veto parental que Vox estaba imponiendo para apoyar los presupuestos. Ninguno de estos problemas ha caducado en 48 horas, pero sí lo ha hecho el compromiso con la moción de los tres tránsfugas que la apoyaron con su firma, es de suponer que sin una pistola en la sien. Y en este sentido, debe recordarse que el transfuguismo, si bien es legal, al contrario que las mociones de censura no es parte del pleno derecho del juego político, al violar un compromiso sistémico firmado desde hace tiempo por los principales partidos con la intención de evitar prácticas turbias, así como la tentación delictiva que conlleva.

El episodio irradia graves consecuencias a escala nacional. La falta de previsión de quienes propiciaron la moción también merece intensa reflexión, tanto por el mal cálculo de las lealtades como por la falta de preparación ante la onda expansiva que iba a generar, con la convocatoria de elecciones en Madrid. La situación de Ciudadanos y el liderazgo de Inés Arrimadas, que estaba intentando abandonar la estrategia de alineación exclusiva a la derecha y recuperar el papel de bisagra que un día intentó tener su partido, quedan en máxima precariedad.

El bloque formado por las tres derechas se ha quebrado al caerse uno de los miembros de la foto de Colón. Pero este hecho, que abría una bienvenida oportunidad de transversalidad, amenaza con quedar sepultado bajo la evanescencia de Ciudadanos tras el bochorno de Murcia. El bloque conservador se recompondrá probablemente con una inclinación más derechista, al sostenerse sobre un PP marcado por los tonos de Isabel Díaz Ayuso, que Pablo Casado acompaña, y una ultraderecha de Vox que crece en resultados y va rumbo a convertirse en socio preferente del PP, empezando por Madrid.

El bochornoso espectáculo de Murcia, en última instancia, daña la política y genera una pésima imagen ante una ciudadanía que, con todo derecho, en un momento tan dramático, espera grandes soluciones, no pequeñas y ruines maniobras.

EDITORIALES | Plan de ayudas tardío pero correcto

El Gobierno da luz verde a un plan apreciable por el peso de las subvenciones y por consistentes criterios de control

Más información

Archivado En