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Ley contra el nepotismo
Columna
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Cierre el pico

El senador Félix Salgado Macedonio, acusado de violación, renuncia a presentarse por Guerrero en 2027 y proclama su amor por la presidenta Sheinbaum, la 4T y el espíritu santo

Félix Salgado Macedonio en un mitin en el Puerto de Acapulco, en mayo de 2021.
Félix Salgado Macedonio en un mitin en el Puerto de Acapulco, en mayo de 2021.Nayeli Cruz
Carmen Morán Breña

Estos días en que el nepotismo de la política mexicana se ha puesto en primera línea de fuego tras ser enviada al Congreso la ley de la presidenta Claudia Sheinbaum para combatirlo, no ha habido expresión más desafortunada que la pronunciada por el morenista Félix Salgado Macedonio. El senador, que no pudo presentarse a gobernador de Guerrero por el escándalo que pende sobre él, acusado de violación, dejó a su hija como sustituta, pero insistía en postularse otra vez en 2027. Cuando el Senado votó por aplazar la ley hasta 2030, el supuesto violador lo celebró diciendo: ¡Hay toro! Es decir, que todavía tendríamos que ver a su señoría, al que así apodan, el Toro, en cargos públicos. Salgado Macedonio parece no ser consciente del repudio que genera en muchos correligionarios y del daño que hacen a su partido candidaturas como la suya. O le vale un kilo de sorbete.

‌El rechazo que despierta saber que un personaje como Salgado Macedonio ocupará un cargo público va más allá del nepotismo. No fue el nepotismo lo que sacó a decenas de mujeres a las calles al grito de ¡un violador no será gobernador! No, no fue el favoritismo lo que ocasionó las execraciones de políticas y simpatizantes de Morena aquel abril de 2021. Y lo lograron. A medias, porque el señor se colocó de Senador y su hija de gobernadora. Al menos la ciudadanía no tuvo que comerse aquel sapo. Aquellos días, quienes lo defendían, y no eran pocos, también en Morena, decían que su caso no había sido juzgado, por tanto, debía prevalecer la presunción de inocencia. Si bastara con considerar inocente en México a cada delincuente que se libra de la justicia o queda en la impunidad tras pasar por tribunales, no se estaría remodelando el sistema judicial, verdad. Vean estos datos que ofrece la organización Impunidad Cero: de cada 100 delitos que se cometen en México, solo 6,4 se denuncian; y de cada 100 que se denuncian, solo 14 se resuelven. “Esto quiere decir que la probabilidad de que un delito cometido sea resuelto en nuestro país es tan solo de 0,9%”. Aterrador, ¿no?

‌De las dos denuncias por violación que pesan sobre Salgado Macedonio, una no fue admitida en tribunales, que cortaron todas las vías para ser juzgado. De la otra mujer que denunció se ha perdido la pista. ¿Dónde está? Quién sabe. Hay una ley que impide a quienes tienen denuncias por violencia contra la mujer optar a cargo público alguno, pero dados los acontecimientos, a don Félix tampoco le toca. Anulada la vía judicial y descartada la citada ley feminista, ¿qué queda? La responsabilidad política y moral. Apartarse para no manchar la vida pública. Pero el don se ha resistido. La ley contra el nepotismo propuesta por la presidenta Sheinbaum, además de su clara virtud para sanear de una buena vez la democracia mexicana, servía, en este caso puntual, para que el senador dejara de avergonzar a su partido. Ah, pero no, se revolvió como un toro herido. Ante un embudo semejante y el poderío que personajes como este tienen en sus territorios, solo cabe confiar en la promesa de Morena de no admitir en sus candidaturas a parientes de los anteriores gobernantes: “Tendrán que irse a otro partido y les va a ir muy mal. Hay que hacerle caso al pueblo, la gente es muy consciente”, ha dicho Sheinbaum.

‌El problema en México es que a la democracia aún le falta un barniz. ¿Cómo impedir que un pueblo, véase el de Guerrero, no se sienta atenazado a la hora de votar por tanto malandro que desvirtúa el proceso electoral, encarcela las voluntades, amenaza y mata? Porque eso puede ocurrir. Lo que no ocurrirá nunca es que ese mismo pueblo desconozca a quien está votando. Podrán votar a la hija, el yerno o la suegra, pero en la calle se sabe y se dice. Podrá ganar un acusado de violación, pero nadie lo ignora. Simplemente aumenta la desazón del pueblo con sus gobernantes y con la política misma. Hacen bien aquellos que plantean leyes para acabar con todo eso, porque estarán restaurando la confianza del electorado con el sistema, con las instituciones y con la democracia.

‌Volviendo a la actualidad. Después de la polvareda que levantó Morena en el Senado, al dar una patada a la ley antinepotismo hasta 2030, con la ayuda de su aliado verde, el asunto ha ido cambiando de color. Ya algunos se han alineado muy públicamente con la presidenta y la Cámara de Diputados pretende enmendar la plana a sus colegas del Senado. Está por verse. Sea o no, la reprimenda de la presidenta y el cerrojazo de Morena parecen haber hecho mella en la voluntad del guerrerense, que ha proclamado su amor a Sheinbaum, a la 4T y al espíritu santo. Que desiste, que no le importa, que es joven, que ya tendrá tiempo, ha dicho. Veremos.

‌Decida lo que decida el Congreso, la presidenta ha alzado su voz y un presidente en México es mucho toro. Salgado ha proclamado: “Es muy temprano para hablar de candidaturas, cerraré mi pico”. No es cuestión de edad ni de tiempo, señor, ni de nepotismo siquiera. Pero está bien que cierre el pico.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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