México, un país escindido

Nuestro gran país siempre ha padecido. Demonios como políticos ramplones, ministros religiosos serviles y empresarios, cada vez más ricos, son responsables de la escisión de la ciudadanía. La triada previa es la culpable de la división de la ciudadanía. México no difiere de otras naciones en ese rubro. Estados Unidos, Israel, Bangladés, Brasil son, entre otros, ejemplos vivos de esa alarmante realidad.

La contraparte, la otra realidad, la que no mencionó López Obrador en su último informe, siguiendo el ejemplo de sus antecesores, son los grupos antagónicos que contradicen sus decires, y, sobre todo, a lo dicho en el último informe de Gobierno de la aplanadora morenista. Madres en busca de sus hijos; familias en luto y duelo permanente por sus desaparecidos; inmigrantes mexicanos muertos en los desiertos estadounidenses por inanición; semaforistas in crescendo en busca de alimento; treinta o más millones de mexicanos sin oportunidad de contar con sistemas de salud adecuados; padres sufriendo por falta de medicamentos para sus hijos, algunos con cáncer; connacionales que huyeron a Guatemala por la violencia en Chiapas; Chalco inundado por aguas negras; la presencia y amenaza de El Mayo Zambada y asociados; los argumentos de miles de estudiantes de Derecho, incluidos los de la UNAM, cuna de no pocos integrantes del gabinete perteneciente a López Obrador; la destrucción de ecosistemas en torno al Tren Maya, y, como siempre, un pequeño o gran etcétera.

La escisión actual no tiene parangón. La magnitud de la división durante los sexenios previos, dirigidos por cuatro expresidentes autofugados, no alcanzó el nivel presente. A pesar del largo listado de tropiezos y deudas durante el sexenio actual, subrayo la defensa de los sectores pobres. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social entre 2018 y 2022, cinco millones salieron de la condición de pobreza, 47 millones de la población total -un 36%-, pervive en situación de pobreza. En el mismo periodo, el número de mexicanos en condición de pobreza extrema aumentó: 400,000 connacionales sobreviven con dificultad. La misma instancia informó acerca de los rezagos en salud y educación. Imposible no subrayarlo: sin salud y educación, hablar de justicia y calidad de vida es absurdo. Dicho binomio es, lamentablemente, historia fundamental y presente aciago de nuestra nación. Ni los cuatro expresidentes ausentes, ni la dupla Marta Sahagún y Vicente Fox, ni el grupo lopezobradorista, ni rompieron ni disminuyeron las mermas asociadas a la falta de educación y a la mediocridad de nuestros sistemas de salud.

Bien lo dice Adriana Malvido en El Universal (4 de septiembre de 2024) en su artículo La gran Mañanera o la Enciclopedia de las cosas que nunca existieron. Cito a Malvido: “En el librero conservo con especial curiosidad la Enciclopedia de las cosas que nunca existieron, de Michael Page y Robert Ingpen, una puerta al mundo de la imaginación para amantes de la fantasía de todas las edades”. El pasado domingo la recordé luego de ver la gran mañanera que tuvo lugar en el Zócalo de la Ciudad de México, en el último informe presidencial de Andrés Manuel López Obrador”. En los párrafos anteriores, enlisté algunos fragmentos de la Enciclopedia de Malvido y, agregué otros nefastos avatares.

Los habitantes de las naciones escindidas sufren. Los nauseabundos dimes y diretes viejos, al inicio del mandato entre el presidente y el clan Yunes, y unos menos viejos, quedaron en el olvido. Ver para no creer: el desprecio mutuo ocupa hoy un lugar en las execrables maletas morenistas; venderse y traicionar no cuesta; aceptar y olvidar tampoco cuesta. Los Yunes y los lopezobradoristas mostraron quienes son.

Recomponer rupturas suele ser difícil. Latinoamérica es triste ejemplo: Nicaragua, Venezuela, Argentina y Haití son testimonio vivo de dichos cismas. Las discordias entre hunos y hotros, como escribió Miguel de Unamuno, son tumores muy agresivos. ¿Cómo curarlos? Mientras escribo solo se me ocurre que Claudia Sheinbaum no adelante la Navidad, tal y como lo hizo Nicolás Maduro en Venezuela, a quien, por cierto, a pesar de que se lo solicitaron, López Obrador no criticó.

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