El PAN de ultraderecha
El acercamiento del partido con Vox le da vida a un viejo temor latinoamericano: el miedo a que, en respuesta a un Gobierno de izquierda, una fuerza política de extrema derecha pueda consolidarse
Legisladores del PAN se reunieron con el líder de Vox, un partido de extrema derecha español, para firmar un manifiesto a fin de detener el avance del comunismo en la región. El acercamiento del PAN con Vox no es incondicional, de hecho, importantes figuras dentro del partido se han deslindado de ello, pero no por ello es menos peligroso.
El líder de Vox fue invitado por el mismísimo coordinador del grupo parlamentario del PAN, Julen Rementería, y el manifiesto, si bien no fue firmado por toda la bancada, sí lo fue por el 60% de los senadores del PAN, es decir 14 personas. Esto no es menor.
El PAN es la segunda fuerza política más importante de México después de Morena en ambas cámaras. Además, la misiva también fue firmada por Fernando Doval, quien fuera el vocero de Ricardo Anaya durante la campaña presidencial del 2018, y quien permanece como uno de sus más cercanos colaboradores. Anaya es todavía una figura altamente presidenciable para el 2024.
El acercamiento del PAN con Vox le da vida a un viejo temor latinoamericano: el miedo a que, en respuesta a un Gobierno de izquierda, una fuerza política de ultraderecha pueda consolidarse en el sistema de partidos mexicano. El discurso populista que maneja Morena, el partido actualmente en el poder sería el detonante de una radicalización ideológica.
Hasta ahora México no tenía un partido de ultraderecha. El PAN, si bien era el partido de preferencia de los votantes más conservadores de México, operativamente se había comportado como un partido de centro derecha. Incluso, algunos de los programas sociales más importantes de México, como Oportunidades o el Programa de Empleo Temporal, nacieron y se popularizaron durante los Gobiernos del PAN.
El temor no es injustificado. De hecho, otros cotos de ultraderechismo han surgido recientemente en rechazo a López Obrador. El Frente Nacional anti-AMLO, conocido como FRENA, es un movimiento conservador extremo, liderado por empresarios y miembros de las clases altas y medias de estados conservadores, quienes también enarbolan la idea de que López Obrador es un comunista que busca destruir al país.
Más aún, los datos son contundentes en mostrar que existiría un gran mercado para la activación de la ultraderecha en México. El 31% de los electores mexicanos se identifican ideológicamente como de derecha y al menos 6% se autoubica en la derecha “dura”. Esta preferencia ideológica es mucho más marcada en el nivel socioeconómico alto y medio alto donde, de acuerdo con el Latinobarómetro, hasta un 42% de la población mexicana se identifica como de derecha.
El péndulo ideológico bien pudiera estar dando un vuelco. De la misma manera en la que la marea rosa de Latinoamérica dio pie al posterior empoderamiento de Gobiernos de derecha, la llegada de López Obrador al poder puede estar despertando a una derecha rancia y extrema que hasta ahora yacía dormida.
Muchas de las organizaciones de ultraderecha habían permanecido desarticuladas porque el PAN y su aliado el PRI, habían estado en el poder durante las últimas dos décadas. No había necesidad de promover movilizaciones de derecha ante un Gobierno que tenía un discurso francamente proempresarial y que se caracterizaba por su cercanía con las élites económicas.
Este panorama cambió en 2018. Si bien López Obrador y su partido son ideológicamente lejanos al comunismo, discursivamente sí son un partido de izquierda que llama a poner primero a los pobres y a terminar con “la larga noche neoliberal”. En el terreno de lo narrativo, López Obrador se considera una antítesis de Vox y al conservadurismo como su principal enemigo ideológico.
Por ahora, la fuerza política de la derecha en México todavía está contenida. El acercamiento del PAN con Vox y la firma del manifiesto son infantilismo ideológico. Las derechas mexicana y española están unidas en luchar contra un monstruo que no existe más que en su imaginario. Morena no es comunista y en muchos aspectos incluso antitéticos a las izquierdas. Su Gobierno se ha caracterizado por implementar una austeridad rampante durante la pandemia, reducir el gasto social con respecto a años anteriores, gastar menos en los más pobres y rechazar cualquier incremento en impuestos.
Ello no implica, sin embargo, que en el futuro cercano no podamos ver el surgimiento de una ultraderecha mexicana fuerte y mejor organizada. De surgir, muy probablemente, su lugar de gestación sería el PAN con un político populista y antiestablecimiento.
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