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Columna
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El desdén del centro

Las diferencias en el conteo estatal y federal de los contagios de la covid-19 arrojan dos mediciones muy distintas de la misma pandemia

Javier Garza Ramos
Un trabajador sanitario mueve el cuerpo de un fallecido por covid-19 en Ciudad Juárez.
Un trabajador sanitario mueve el cuerpo de un fallecido por covid-19 en Ciudad Juárez.JOSE LUIS GONZALEZ (Reuters)

En una misma ciudad, dependiendo a quién le crea uno, en promedio cada día de octubre hubo 54 o 36 resultados positivos de covid-19 y murieron tres o dos personas a causa del virus.

En realidad, son dos mediciones de un mismo hecho. Una, la del Gobierno estatal, que ha registrado más de 1.600 contagios y 87 fallecimientos por coronavirus durante el mes de octubre y otra, la de la Secretaría de Salud federal, que apenas ha contado menos de 1.100 infecciones y 60 muertes.

La ciudad es Torreón, en el Estado norteño de Coahuila, y los que cuentan son los distintos niveles de Gobierno, el estatal y el federal, cuyos funcionarios muy apenas se hablan entre ellos. Es tan solo un caso de estudio, un ejemplo que se replica en otras ciudades y estados del país.

Coahuila es uno de los Estados que forman parte de la llamada Alianza Federalista, un bloque de 10 gobernadores de partidos opuestos a Morena del presidente Andrés Manuel López Obrador que han cuestionado los recortes del presupuesto federal para 2021, mientras se privilegian grandes obras como la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles o el Tren Maya, que para estos gobernadores resultan poco necesarias ante la crisis desatada por la pandemia.

Pero la creciente distancia entre las prioridades de Palacio Nacional y la de los Estados del país no es nada más en el tema financiero, que ha ocupado los reflectores por el impacto negativo que los recortes presupuestales tendrán en la respuesta de autoridades locales a la pandemia. Tampoco se limita al reclamo de algunos gobernadores cuyos estados aportan más recursos al erario federal de los que reciben de regreso en el presupuesto.

Hay otra dimensión del desdén centralista, que no es nuevo en México pero se ha agudizado en los dos años de Gobierno de López Obrador: la forma en que el centro percibe la realidad de la pandemia de covid-19 en los Estados y los municipios.

Una reciente declaración del subsecretario Hugo López-Gatell resulta ilustrativa. El martes 27 de octubre declaró que varios Estados, incluyendo Coahuila y Durango, “están en riesgo” de un aumento en su curva epidémica.

Es una visión obsoleta. Coahuila y Durango no están en riesgo de aumentar los contagios porque en ambos Estados los contagios ya han aumentado durante el último mes. López-Gatell demostró el retraso que tiene el Gobierno federal en la medición del impacto de la pandemia a nivel local.

Un comparativo entre las cifras de las secretarías de Salud del Gobierno federal y del Estado de Coahuila así lo confirman: a lo largo del mes de octubre, autoridades estatales han registrado más casos y defunciones que el Gobierno federal.

Ha sido el caso de Torreón, donde por ejemplo el 27 de octubre el Gobierno estatal anunció 127 casos y cinco fallecimientos, pero en la base de datos de la Secretaría de Salud federal todavía no aparecían ese día.

El retraso ha impedido que en la Ciudad de México se tenga una medición más precisa y hasta ahora no se ha explicado la razón por la cual el Gobierno federal no integra a su base de datos los reportes estatales.

La discrepancia es todavía mayor en los datos de pruebas aplicadas. En los cinco municipios de la región lagunera de Coahuila (además de Torreón, están Matamoros, Viesca, Madero y San Pedro), el Gobierno estatal reporta la aplicación de más de 71.000 pruebas a lo largo de la pandemia, pero la suma de casos confirmados, resultados negativos y casos sospechosos en la base de datos del Gobierno federal arroja para Torreón poco más de 28.000, menos de la mitad.

La discrepancia puede deberse al hecho de que la Secretaría de Salud federal no está contando más de 39.000 pruebas aplicadas en laboratorios privados de la región, que han permitido una mejor ubicación de las zonas de contagio y un rastreo más eficiente de los contactos de personas infectadas. De hecho las 28.000 pruebas registradas por Salud federal son el equivalente solo al número de pruebas procesadas en los laboratorios estatales.

Estas diferencias han arrojado dos mediciones muy distintas de la pandemia. Una local, en la que las cifras de casos y fallecimientos son mucho mayores, y la otra en el gobierno federal en la que los casos y fallecimientos apenas están por repuntar.

La distancia entre el centro del país y los Estados es cada vez mayor y no limitada sólo al tema económico. Los mismos Gobiernos estatales hoy confrontados con el presidente, comenzaron a tomar rutas distintas a la del Gobierno federal desde el inicio de la pandemia, decretando por ejemplo el uso de cubrebocas cuando López-Gatell todavía insistía en que no eran necesarios.

El desdén del centro por los Estados, o al menos los estados no gobernados por Morena, es palpable también en el tema sanitario. Si es cierto que un problema que no se mide no se puede solucionar, también lo es que no se puede solucionar si se mide dos veces con resultados distintos.

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