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Xóchitl Gálvez lanza una última plegaria desde su cierre de campaña en Monterrey: “Dios está con nosotros”

La candidata opositora confía en lograr “la hazaña” en las elecciones del próximo domingo y hace una inesperada y polémica referencia religiosa en la recta final de la contienda

Xóchitl Gálvez, durante su cierre de campaña en la Arena Monterrey.Foto: Roberto Antillon (El País)
Elías Camhaji

Xóchitl Gálvez lo dijo todo en menos de 18 minutos. Eso fue lo que duró el discurso de la candidata opositora ante casi 18.000 simpatizantes que atiborraron la Arena Monterrey, en su cierre de campaña. En las horas finales de la contienda, sin tiempo para más, Gálvez lanzó este miércoles una última plegaria a sus votantes: les pidió creer que el triunfo contra la oficialista Claudia Sheinbaum es posible en las elecciones del próximo domingo. “En Palacio Nacional están temblando porque saben que los buenos somos más y que ya nos cansamos”, afirmó emocionada la abanderada de la coalición Corazón y Fuerza por México. “Tengan la certeza: Dios está con nosotros, tengan fe. Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?”, aseguró ante el alarido de una marea de seguidores, que rugió pese a que no esperaba la referencia religiosa.

Atrás quedaron las encuestas, los ataques en los debates, las giras interminables y la guerra de spots. Con tres meses de campaña a cuestas, Gálvez se encaramó en el escenario y tomó el micrófono para el último acto masivo de sus recorridos por los 32 Estados del país, con la intención de dejar claro a su rival que dará la batalla hasta el final. “Monterrey, estamos a unas horas de la gran hazaña”, dijo en el arranque del mitin, entre porras que hicieron retumbar el “¡Xóchitl, Xóchitl!” y “¡Presidenta, presidenta!” en el domo del estadio techado. “¿Están listos para dar la batalla más importante de sus vidas?”, preguntó antes de que estallara el en las tribunas. “Este 2 de junio vamos a abrir las puertas de Palacio Nacional para todos los mexicanos”.

A pesar de que el acto ponía punto final a la campaña, la abanderada de la alianza integrada por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se mantuvo en las mismas líneas que siguió desde el inicio de la campaña. “Morena se va, pero los programas sociales se quedan”, prometió. “No habrá mayor prioridad en mi Gobierno que la seguridad de ustedes”, aseguró. También se comprometió a dejar atrás las divisiones que marcaron la elección y, desde la perspectiva opositora, la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. “Eso es lo más grave. Ningún país dividido sale adelante, por eso vamos a trabajar de la mano todos, como un solo México”, dijo.

México llega a esta elección con tres opciones en la boleta, pero mayoritariamente dividido entre dos mujeres. La coalición gobernante encabezada por Morena y el frente opositor plantearon desde el inicio que esta era una pugna entre dos candidaturas, dos estilos y dos modelos políticos: la disciplinada o la irreverente, la puntera o la retadora, Sheinbaum o Gálvez. Jorge Álvarez Máynez, el tercero en discordia, puso la alternativa de Movimiento Ciudadano (MC) sobre la mesa para quien no quería entrar en ese dilema.

Gálvez se toma fotos con sus simpatizantes durante su cierre de campaña.
Gálvez se toma fotos con sus simpatizantes durante su cierre de campaña.Roberto Antillón

Sin embargo, durante la tarde de este miércoles en Monterrey y Ciudad de México, las dos zonas metropolitanas más pobladas del país, prácticamente todo giró alrededor de esa dicotomía. “Lo que está en juego es prácticamente el futuro de México”, planteó la opositora, desde el motor industrial del noreste, donde la aplanadora de Morena no ha logrado imponerse. “En el norte no nos gusta Morena ni los naranjas, queremos seguridad”, afirma Nora Grimaldo, de 40 años, que apura el comentario cuando la música norteña se apodera del recinto. “Lo que nuestros adversarios no entienden es que la democracia siempre ha estado del lado de nuestro movimiento”, respondió la oficialista desde el Zócalo de la capital, el histórico bastión de la izquierda.

“Tenemos la convicción de que México merece más, por eso estamos aquí”, afirma Rey Cerecedo, un seguidor de 53 años, al explicar su decisión de apoyar a Gálvez y enfundarse en una camiseta rosa para demostrar su respaldo. Solo uno de cada cinco votantes mexicanos sigue indeciso, de acuerdo con la última encuesta de Enkoll para EL PAÍS y W Radio. El resto asegura que su decisión es firme. “Soy fan de Xóchitl, me gusta su valentía, que sea sincera, que haya superado todos los obstáculos que le pusieron”, comenta Carmina Pérez, una seguidora de 78 años que hizo el viaje desde Veracruz para la conclusión de la campaña y que gritó a todo pulmón durante el acto.

En la Arena Monterrey, todo se trató de la oposición y su candidata. Es el “México sin miedo”, de los desencantados y los hartos, que exigen un cambio de la mano de los partidos tradicionales. Afuera se quedaron las dudas y la incertidumbre antes de la cita en las urnas. “Xóchitl es la mejor y la única que puede devolvernos la tranquilidad, la seguridad”, afirma Norma de la Vega, de 84 años. “La única encuesta que cuenta es la de este domingo, esa es la única encuesta real”, zanja Cerecedo, sobre el debate que ha enfrentado durante 88 días a la puntera y a la retadora.

Los 4,5 millones de votantes que habitan en el Estado hicieron de Nuevo León una parada obligada para las tres candidaturas. Todas pasaron por tierras regiomontanas en la última semana. La campaña de Máynez tuvo el trágico accidente en San Pedro Garza García, que dejó nueve muertos y más de 200 heridos en las cifras oficiales, hace precisamente siete días. Sheinbaum canceló sus actividades públicas en la entidad un día después en solidaridad con las víctimas. El equipo de Gálvez inició el acto con un minuto de silencio y eligió este punto para su cierre, como parte de una estrategia que cubrió las ciudades más pobladas del país y las zonas prioritarias para la oposición. La candidata visitó Hidalgo, su tierra natal, y Jalisco el lunes. Estuvo el martes en Querétaro y Yucatán, gobernados por el PAN. Y horas antes de Monterrey tuvo su último evento en el Estado de México.

Gálvez estuvo acompañada de otros candidatos de la coalición Corazón y Fuerza por México.
Gálvez estuvo acompañada de otros candidatos de la coalición Corazón y Fuerza por México.Daniel Becerril (REUTERS)

Nuevo León, sin embargo, no es gobernado por el PAN ni por el PRI. La decisión de cerrar en el bastión de Movimiento Ciudadano también dio de qué hablar entre los asistentes. “Es una cachetada para Samuel García y MC, su Gobierno no ha funcionado aquí”, asegura Marisa Chávez sobre el gobernador. Gálvez lanzó varios dardos a sus rivales naranjas durante el acto y llamó “corrupto” a García. “Los gobiernos naranjas prefieren ganar likes que dar resultados, prefieren presumir sus tenis ‘fosfo fosfo’, en lugar de ponerse en los zapatos de la gente”, aseguró. “Lo nuevo salió más rancio que una naranja podrida”, remató.

El último acto también tuvo aires agridulces de despedida y cierre de ciclo. La candidata agradeció a su hija Diana Vega por coordinar a los xóchilovers; a los candidatos neoleoneses que movilizaron a sus bases de forma masiva para mostrar músculo; a Santiago Creel, el coordinador de su campaña; a la panista Kenia López Rabadán; al líder del PRI, Alejandro Alito Moreno, y a otros priistas que se sumaron como Enrique de la Madrid e Ildefonso Guajardo.

Xóchitl fue Xóchitl hasta el último suspiro de la contienda. La candidata de la Marea Rosa, la siempre indómita, la aspirante que cree en “la hazaña” contra todo pronóstico, la que divide más opiniones entre la población, la que tenía que convencer más allá de priistas, panistas y perredistas. “Hoy la esperanza cambió de manos. La esperanza es nuestra”, afirmó arropada por los suyos, antes de que los fuegos artificiales iluminaran de golpe la arena y los papelitos de color rosa llovieran sobre el escenario.

En un parpadeo, la candidata salió disparada al aeropuerto para llegar antes de la medianoche a Tepatepec, su pueblo en Hidalgo, para festejar con familiares y amigos en el lugar donde empezó todo. “Yo ya gané. Pase lo que pase seguiré siendo una mujer feliz”, aseguró en la última entrevista que concedió a EL PAÍS hace unos días. Por lo demás, la suerte está echada. Todo se reduce a lo que pase el domingo.

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Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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