El comercio electrónico despega en México con la pandemia: “Sin él, nuestro negocio ya no existiría”
Las ventas por Internet se disparan durante la crisis del coronavirus pero los rezagos en el acceso digital y la alta informalidad entorpecen su futura expansión en el país
El tanque de oxígeno de los talleres de Alfredo Fonseca se llama comercio electrónico. Este artesano de 34 años creó La Cosita Chula en 2015 para seguir con la tradición familiar. Le iba bien; producía en siete Estados del país y sus molcajetes, los morteros mexicanos, se vendían en tiendas departamentales de las grandes ciudades. Llegó la pandemia y en febrero del año pasado las ventas tocaron fondo. “Nos llamaban desde las tiendas turísticas: ‘Qué crees me acaban de cerrar el puerto, ya no van a llegar extranjeros”, explica el emprendedor. Tuvieron que estrenarse rápido en Internet para sobrevivir: “Si no, ya no existiríamos”.
Con la pandemia y las restricciones, el comercio electrónico en México ha avanzado en un año lo que estaba planeado para cinco. A él han recurrido consumidores temerosos del contagio y negocios de todo tamaño, desde talleres de artesanía como el de Fonseca hasta grandes superficies. En 2020, el sector generó una cifra histórica de 316.000 millones de pesos, unos 15.000 millones de dólares, con un crecimiento anual del 81%, según estima la Asociación Mexicana de Venta Online (Amvo). Pese al aumento, el rezago del país en el acceso a internet y la alta informalidad amenazan con limitar la expansión del e-commerce una vez superada la pandemia.
Antes de que estallara la crisis, México estaba lejos de sus contrapartes de la OCDE y de otros pesos pesados de Latinoamérica. Apenas un 13% de la población de 16 a 74 años había hecho una compra en línea en los últimos 12 meses, frente al 57% de promedio en la OCDE, según datos de esta organización para 2018. Brasil, la otra gran economía latinoamericana, se acercaba al 30%.
Al director general de la Amvo, Pierre Blaise, no le sorprende el reciente salto. “Llevábamos varios años con un crecimiento importante. En 2019 México lideró a escala mundial con un 35% anual. Hubo una fuerte inversión privada de los vendedores para mejorar sus plataformas y la logística y tener catálogos de productos más amplios”, explica. Aunque las ventas por Internet todavía representan solo el 9% del comercio minorista, Blaise afirma que el país “está recuperando de forma acelerada el retraso que llevaba”.
Las grandes plataformas se han vuelto un escaparate esencial. Conscientes de su poder, la disputa entre Amazon y Mercado Libre por el liderazgo en la segunda mayor economía latinoamericana se puede medir en metros cuadrados. La multinacional estadounidense abrió en 2020 dos nuevos centros de distribución en Jalisco y Nuevo León, 12 estaciones de entrega y un edificio de apoyo en el Estado de México. Un total de 69.000 metros cuadrados, más que la superficie del Estadio Azteca.
Mercado Libre no se queda atrás: 80.000 metros cuadrados en un nuevo centro de distribución en Jalisco y cuatro aviones para acelerar las entregas. En 2020 añadieron 4,7 millones de usuarios, un 59% más que el año anterior, y sus ingresos netos se más que duplicaron hasta los 575 millones de dólares. Aunque sigue por detrás de Brasil, México ya superó en el cuarto trimestre a la tierra madre de la empresa. “Era raro que hace dos años Argentina fuera más grande en comercio electrónico porque somos aproximadamente tres veces el tamaño de la población argentina. Había algo que no estaba bien y poco a poco estamos llegando a niveles más razonables”, señala David Geisen, director general de la matriz mexicana.
Miedo al fraude y alta informalidad: dos obstáculos a la expansión
En un país donde el 99,8% de los establecimientos censados son pequeños o medianos según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el e-commerce plantea un desafío de accesibilidad. “Se duplicó el número de pymes vendiendo en línea en 2020, pero hay un problema. Mucho tiene que ver con la falta de conocimiento, la desconfianza en los servicios postales”, apunta Blaise, de Amvo. Geisen, en cuya plataforma un 70% son pymes, coincide: “Es bastante fácil darse de alta, pero aun así hay una gran necesidad de educar sobre cómo funciona la venta en línea”.
La Cosita Chula, por ejemplo, ha recibido asesoramiento de Amazon para desarrollar su negocio en línea. “Había mucha incertidumbre. Hay problemas en línea como que no te cuidan los productos y llegan rotos... “, señala Alfredo Fonseca. El balance, no obstante, es positivo. Facturan un 60% menos que antes de la pandemia, pero los beneficios han crecido un 40% gracias a los ahorros que supone vender directamente al cliente y no a través de una tienda departamental. Y llegan a puntos que antes estaban fuera del radar: “Hay poblados muy chiquitos que han comprado nuestros molcajetes. Mientras podamos enviarlo por paquetería hacemos el esfuerzo”.
La transición digital también ha irrumpido como una necesidad en el mercado de la Escandón, una colonia de clase media en Ciudad de México, ante la falta de apoyos del Gobierno mexicano a los negocios. En la florería Esperanza, José Juan Olvera, de 51 años, ha dejado las tijeras de cortar tallos para concentrarse en el celular. Sentado en una silla metálica y rodeado de jarrones, edita fotos de ramos de rosas y girasoles para colgarlas en una web y en Facebook. En una semana vende alrededor de 2.000 pesos por esa vía, frente a los 200 pesos en el puesto del mercado. “Hay que actualizarse”, dice el florista, y apunta al puesto: “Aquí no se vende”.
Pero la adaptación de los comerciantes no lo es todo. Todavía persiste el miedo al fraude entre el 80% de la población según una encuesta de Amvo, y hay límites importantes a su crecimiento. El acceso a internet ha mejorado en los últimos años y ya alcanza al 70% de la población, pero tiene lagunas en las zonas rurales, donde menos de la mitad de sus habitantes son usuarios, de acuerdo a los últimos datos del Inegi. La brecha generacional es profunda con 35% de usuarios de internet entre los mayores de 55 años frente al 91% para los jóvenes de entre 18 y 24 años.
La alta informalidad también restringe la participación. Más de la mitad de la población mexicana está empleada en el sector informal y un 53% no posee una cuenta bancaria. El economista jefe de BBVA, Carlos Serrano, cree que el e-commerce todavía es “muy elitista”. “Para realizarlo hay que estar en conexiones de banda ancha y México está muy lejos de una cobertura universal y falta bancarización. Son los que tienen mayor nivel educativo quienes hacen las compras por internet. Todavía hay que avanzar mucho”. Algunas plataformas como Mercado Libre han ideado formas de sortear la falta de cuenta bancaria y permiten a sus usuarios hacer transacciones con tan solo registrarse.
Sobre la vuelta a la normalidad a medida que avanza la vacunación, hay un consenso en el sector: se crecerá pero a un ritmo más modesto que en 2020. “El crecimiento se va a reducir, pero no creo que se vayan a eliminar. Va a haber un aumento permanente”, dice Serrano. Alfredo Fonseca está pendiente de las restricciones para volver a las tiendas, pero el canal online se va a mantener. Está a punto de abrir dos nuevos talleres y, a la espera de que vuelvan los cruceros, necesita seguir vendiendo: “Hay que buscarle la manera”.
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