Esteban Villegas: “Como gobernador, me identifico plenamente con Sheinbaum”
El gobernador priista de Durango, que se ha declarado “claudista”, advierte de que la oposición debe replantearse la estrategia de confrontación “que no ha dado resultados”

El tono de confrontación con el que el dirigente del PRI, Alejandro Alito Moreno, se dirige al Gobierno de Claudia Sheinbaum no ha encontrado eco entre los gobernadores de su partido, que se han desmarcado de su estrategia polarizadora para instalarse en los matices y la colaboración. La brecha que es imposible abrir en la muralla que separa al oficialismo de la oposición, mutuamente inflexibles, resulta sin embargo amplia y generosa cuando se trata de la relación entre los Ejecutivos de distinto nivel. Muestra de ello es la más que buena disposición del gobernador de Durango, el priista Esteban Villegas, que se declaró “claudista” en la última visita de la presidenta al Estado del noroeste mexicano. Esa expresión, que no desarrolló, lo situaba casi más cerca de los morenistas que de sus compañeros de filas. ¿Qué significa ser “claudista” para un representante del PRI? “Que me identifico plenamente con ella como gobernador, como persona que cree que con ella le puede ir muy bien a Durango y al país”, responde el gobernante al otro lado del teléfono, en su oficina en el Estado, desde la que atiende a EL PAÍS.
Villegas se reafirma en la buena relación que mantiene con la mandataria mexicana, de quien destaca la “claridad de lo que busca y de los proyectos” que lleva al Estado. “No andas buscando cosas que no se van a poder dar porque no están en la visión del Gobierno federal”, argumenta. Y expresa con franqueza: “Dicen que cada quien habla como le va en la feria. Y la verdad es que a nosotros con ella nos ha ido bastante bien”. La política interna se impone a la de partido cuando se habla desde un Gobierno estatal, que depende en gran medida de los programas de la federación.
Sin embargo, más allá de la sana colaboración institucional, no son pocas las cosas que a este gobernador le atraen del proyecto de Sheinbaum para México. “Me identifico con su visión de país en la mayoría de los temas: cómo está combatiendo la inseguridad, de manera frontal. Acaban de detener a gente incluso que fue de la Marina y eso no se veía en otros momentos. Me identifico mucho con la idea de dejar un país sustentable, con la cuestión hídrica, que está haciendo obras en todo el país”, enumera el priista.
Sus palabras conciliadoras contrastan con la postura que ha adoptado la dirigencia nacional del partido, que también aprieta al Gobierno por las presiones de Estados Unidos en un contexto de gran tensión en la relación bilateral. Villegas se muestra a una distancia prudente de la beligerancia de su formación, pero se mantiene leal. Su apoyo, aclara, se limita a la presidenta, que también ha ironizado sobre las discrepancias internas en el partido tricolor. “Yo sigo siendo priista y los resultados están más que vistos. Voy a seguir manteniendo mi relación con mi partido y con la alianza”, asegura, pero también matiza: “Creo que hay muchos estilos distintos [de hacer las cosas], yo soy más de la plática. En un país donde estamos buscando la paz y la tranquilidad, ninguna forma de violencia se puede aplaudir. México está esperando que podamos dialogar”.
La trifulca en el Senado, en la que el líder priista agredió al presidente de la Cámara alta, el morenista Gerardo Fernández Noroña, tras un desencuentro por los tiempos de participación en la sesión, ha abierto un debate en el interior de la oposición sobre si se cruzó o no la raya que separa la legítima discrepancia con la falta de decoro institucional y el respeto debido. En una salida hacia delante, Alito Moreno se ha reafirmado en su comportamiento. Villegas, por su parte, reparte la misma responsabilidad a ambos representantes y rechaza que el líder de su partido deba disculparse. “No, necesariamente. Yo he sido legislador y en las Cámaras se calientan los ánimos en todo el mundo”, justifica, y acto seguido vuelve a matizar: “No comparto el autoritarismo de parte de quien era el presidente del Senado en ese momento, pero creo que no debemos llegar más allá de las palabras”.
El gobernador de Durango —el único, junto con el de Coahuila, que ha resistido a la apisonadora morenista y defiende con ahínco el bastión priista— tiene un recado para su propio partido y el resto de la oposición. “Tenemos que replantearnos cómo tener más participación, más escaños y más credibilidad de la gente; replantearnos un plan que no nos ha dado resultados. Si no nos ha dado resultado y seguimos haciendo lo mismo, vamos a seguir obteniendo lo mismo”, argumenta. “Hay que hacer una refundación de lo que queremos y de nuestros mensajes hacia los mexicanos”.
En ese replanteamiento, hay espacio para el diálogo con el Gobierno, con el que considera que debería darse una comunicación “mucho más profunda” que la que hay ahora. Los matices no se le agotan a este priista claudista, que no ve con malos ojos la iniciativa de reforma electoral que impulsa la presidenta, aunque tampoco la suscribe en su totalidad. No está de acuerdo en que se elimine la representación proporcional, dice, aunque se muestra favorable a que los diputados plurinominales sean sustituidos por quienes quedaron en segunda posición en los distritos uninominales.
La reducción de la financiación de los partidos despierta de nuevo su franqueza. “Lo hemos pedido por mucho tiempo, pero a conveniencia. Cuando hemos estado, el PRI, en el poder, también se pedía. Porque tú dices ‘estoy en el Gobierno, le quito el financiamiento a los partidos y me quedo prácticamente sin oposición”, reconoce abiertamente. Pero concluye: “Espero que no se produzca, porque es ir minando y quitando las diferentes voces opositoras”.
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