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Censura en Argentina, indignación en la FIL: la caza de brujas a cuatro libros, a debate en la gran feria

Un grupo de escritores opina sobre la persecución que sufren algunas obras en las escuelas de la provincia de Buenos Aires

La escritora Gabriela Cabezón Cámara junto a un centenar de escritores y escritoras
La escritora Gabriela Cabezón Cámara junto a un centenar de escritores y escritoras participan de una lectura colectiva de la novela 'Cometierra' de Dolores Reyes, a modo de protesta en Buenos Aires, el 23 de noviembre de 2024.MARIANA NEDELCU
Georgina Zerega

La persecución que sufre la literatura en Argentina ha encendido una mecha del debate en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Una de las premiadas de este año, Gabriela Cabezón Cámara, que recibe este miércoles el Sor Juana Inés de la Cruz, es una de las cuatro autoras que resisten estos días los embates de los grupos conservadores en su país. Una fundación, secundada por el Gobierno de Javier Milei, busca que se retiren de las escuelas de la provincia de Buenos Aires los ejemplares de cuatro obras: Las aventuras de la China Iron, de Cabezón Cámara; Cometierra, de Dolores Reyes; Las primas, de la fallecida Aurora Venturini; y Si no fueras tan niña, de Sol Fantin. Un grupo de escritores, que visita la mayor cita de la literatura en español, discute sobre los límites de la censura y las secuelas que deja esta en una democracia.

Las cuatro autoras argentinas habían recibido ya el apoyo de la comunidad literaria nacional, que se reunió masivamente hace unos 10 días en defensa de los libros señalados y de las escritoras, que han sido víctimas de amenazas, insultos y acusaciones de “pedófilas” y “pornógrafas” por parte de los grupos conservadores. La opinión de los autores consultados por este periódico ha hilado en el mismo tono de apoyo y la posibilidad de que esas obras sean retiradas de las bibliotecas escolares ha saltado como una alerta del “autoritarismo” que acampa en Argentina y preocupa a la comunidad literaria internacional.

Sergio Ramírez en la FIL de Guadalajara.
Sergio Ramírez en la FIL de Guadalajara.Nayeli Cruz

La escritora Jennifer Clement, antigua presidenta del Pen Internacional, expresa sorpresa por ver este tipo de disputas en un país que ha sido muy “abierto” a la literatura escrita por mujeres. “Lo que estamos viendo en Argentina es la estigmatización de estas autoras, el ataque del Gobierno sobre la libertad de expresión y una mira muy fuerte hacia la mujer”, comenta. La autora entiende, sin embargo, que se trata de una puntada más dentro de un “fenómeno mundial” de gobiernos de ultraderecha que practican la censura de libros, como el caso de Estados Unidos, que ha prohibido miles de títulos en bibliotecas públicas y académicas en el último año.

Para el escritor Sergio Ramírez, la censura es “la señal más pésima que hay de un gobierno que prescinde de las reglas del juego democrático”. El nicaragüense, que ha tenido que exiliarse en España después de una persecución brutal por parte del régimen de Daniel Ortega, distingue entre los gobernantes arbitrarios que están contra los libros pero que no perturban la estabilidad del país y los gobernantes que tienen una concepción “más ideológica del poder”, que convierten todo lo que no es el discurso oficial en algo subversivo, como el sexo. Este último es el caso de Argentina, dice.

Jennifer Clement en la feria del libro.
Jennifer Clement en la feria del libro. Nayeli Cruz

Ramírez nombra al sexo en referencia a algunas escenas de los libros, que han sido las cuestionadas por los grupos conservadores. Cometierra es una novela que trata de una joven que traga tierra y puede visualizar a mujeres desaparecidas. Después de haber recibido reconocimiento internacional, ha sido víctima de una cruzada por un párrafo en el que describe una relación sexual consentida. Las primas, un éxito editorial que relata la vida de una familia disfuncional en voz de una joven con discapacidad, retrata escenas en las que un par de niñas son víctimas de abuso sexual. O el libro de Fantin, una docente que ha reconstruido en su obra los abusos que sufrió cuando era menor de edad, que fue señalado por la vicepresidenta, Victoria Villarruel, por exaltar la pedofilia y sexualizar a los niños. “¡Con nuestros niños no te metas!”, publicó en sus redes sociales.

Aroa Moreno Durán afirma que la persecución es parte de “esa batalla cultural que le interesa imponer a la derecha y a la extrema derecha, que tiene que ver con los derechos de las mujeres, la igualdad, la lucha contra la violencia de género y la diversidad”. Para la escritora española, la literatura tiene que cuestionar, incomodar y desafiar el orden establecido, “y creo que estos libros lo hacen, son libros que inducen a un pensamiento crítico”. La cacería sucede ahora porque hay una batalla “porque las mujeres no escriban, no cuenten la realidad que nos han perseguido durante siglos, que tiene que ver con la violencia, con mantenernos en la oscuridad, con mantenernos silenciadas y calladas”, dice la autora y periodista.

Lucía Lijtmaer, nacida en Argentina y crecida en España, señala que todas las obras perseguidas tienen un componente feminista “muy claro y evidente”. “Es un paso más sobre lo que se puede y lo que no se puede escribir. Sobre que las mujeres hemos ido demasiado lejos, no solo en la lucha por nuestros derechos, sino también en la literatura”, dice. La autora de Ofendiditos critica que se ha ya creado un “relato de pedofilia con respecto a las escritoras”, y que se les haya colgado “el peor fantasma que le puedes colgar a cualquier persona”, que es el de pedófilas. A las feministas se las acusaba antes de ser puritanas, ahora se las acusa de pornógrafas. “Lo que importa no es la verdad, lo que importa en los últimos tiempos es que se instale un discurso que parezca verdad”.

Al guatemalteco Arnoldo Gálvez le sorprende la contradicción entre el discurso libertario que ha tenido el Gobierno de Milei y la persecución de la literatura. “Estos poderes suelen ser bastante iletrados y no terminan de entender que los actos de censura terminan provocando una suerte de promoción y de posicionamiento de los libros”, comenta. “No es un consuelo, porque el costo que se paga en términos de libertades, de regresiones autoritarias, es muy alto”.

Nicolás Giacobone cree que la reacción que ha tenido el mundo literario ante lo sucedido en Argentina es porque “no se puede creer” que pase algo así. “Hay que estar atentos, está bien reaccionar, pero tengo la esperanza de que no sean más que palabras para generar reacciones, ruptura, y que no sea más que eso, que no llegue a ser una ley que implique censura sólida”. El argentino, guionista de la galardonada película Birdman, agrega: “Sucede porque evidentemente la política se dio cuenta de que le sirve para conectar con una sección de la sociedad que es mucho más grande de lo que pensábamos a lo que era”.

Arnoldo Gálvez Suárez.
Arnoldo Gálvez Suárez.Roberto Antillón

Clement teme que la consecuencia de esta persecución acabe siendo la autocensura, incluso de manera inconsciente. Lo que sucede en estas situaciones es que las escritoras mismas se empiezan a censurar y eso es terrible”, afirma. Moreno Durán no comparte esa idea. “Esto revela una ignorancia absoluta por parte de los políticos en el poder, porque la literatura es indestructible”, dice, “cuanto más censuren, lejos de conseguir que nos autocensuremos, nos encontraran en frente con la palabra y los libros como armas”.

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Sobre la firma

Georgina Zerega
Es reportera en la redacción de México y cubre actualmente la cartera de política. También colabora en la cobertura de Argentina, de donde es originariamente. Antes de entrar al periódico, trabajó en radio y televisión en su país natal.
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