Ivonne Ortega: “Tengo más amigos priistas que Alito”
La exgobernadora de Yucatán, hoy coordinadora de la bancada de MC, habla sobre su salida del PRI y las barreras que ha tenido que superar en su carrera política siendo una mujer de origen humilde
Ivonne Ortega (Yucatán, 51 años) ha sido la primera en llegar a muchos cargos y se ha construido a sí misma desde muy joven. Primera gobernadora de Yucatán, presidenta municipal y diputada local de su natal Dzemul, un poblado de 3.000 habitantes. De origen humilde, ha tenido que “hombrerizarse” para embonar: “No somos machos pero somos muchas y vamos a ganar”. Ese es el grito de guerra de quien hoy ocupa un curul en la Cámara de Diputados por Movimiento Ciudadano (MC), pero que militó por casi 30 años y fue secretaria general del PRI. Ortega abandonó el partido tricolor en 2019, tras caer derrotada en unas convulsas elecciones internas ante el polémico Alejandro Moreno, todavía presidente. “El cargo no es de título, es de votos”, dice la primera mujer en coordinar la bancada del partido naranja.
Pregunta. ¿Cómo fue su infancia?
Respuesta. A los 12 años el pequeño negocio familiar quebró y dejé la secundaria. ¿Qué le espera a una niña que nace en un pueblo y en una familia pobres y que es mujer? Dije, no nací para fracasar, voy a ser empresaria. Una marrana costaba 700 pesos, ahorré, tuve una, dos, tres, cinco, 10. Soy empresaria porcícola, también vendía productos de belleza a domicilio.
P. ¿Por qué llegó a la política?
R. Quería drenaje en mi pueblo. A mis 19 años tenía mi pequeño negocio, una granja, empleados, tienda de abarrotes, carnicería y una mesa en el mercado. Llegaba un presidente municipal y abría el espacio para el drenaje, pero el que le seguía lo cerraba, ninguno lo terminaba y dije: voy a ser presidenta municipal (1996-1999).
P. ¿Retomó los estudios?
R. Estudié la secundaria de manera abierta en el sistema para adultos, tenía 22 años, lo digo con muchísimo orgullo. Estudiaba sola, me daba vergüenza que me ayudaran. Construí el Colegio de Bachilleres, Dzemul, un pueblo de 3.000 habitantes, tiene bachillerato. La preparatoria la terminé siendo diputada local, tenía 29 años. La licenciatura, siendo gobernadora a los 40 años; tengo una Maestría en políticas públicas y un Doctorado en pausa. El cargo no es de títulos, es de votos.
P. ¿Qué siguió?
R. La diputación federal. Cerré mi tienda, nada más me quedé con la porcicultura. Busqué la candidatura en la interna y gané. Luego fui por el Senado, la única elección que he perdido.
P. ¿Qué es lo más difícil que ha vivido en la política?
R. La presidencia municipal. Para que creyeran que las mujeres podemos hacer cualquier cosa un día iba a sembrar maíz, otro a cortar henequén, a sacar sal. Logré embonar con los machos del pueblo, se volvieron hombres solidarios. Sigo viviendo ahí.
P. ¿Sufrió discriminación?
R. En la gubernatura, por ser pueblerina, porque no tenía edad y por ser mujer. El PAN decide pintar en las bardas de propaganda de mi campaña “Pinchi vieja vas a perder, hagas lo que hagas eres una marrana”. Pesaba 116 kilos, bajé de peso porque Yucatán es el Estado con mayor obesidad infantil, hay que ser congruentes. Mi equipo me dijo, ‘vamos a borrarlas‘, les dije que no. En una reunión con mujeres les dije, no somos machos, pero somos muchas, y jugando limpio vamos a ganar. Se volvió un grito de guerra.
P. ¿Era mal vista por ser la única mujer gobernadora?
R. No. En el buen sentido de la palabra, logré hombrerizarme. Logré debatir con mis compañeros en Conago; si se quedaban a la pachanga, aunque yo no tomo alcohol, pero me quedaba hasta el último.
P. ¿Cuál es la decisión más difícil que ha tomado como gobernante?
R. La estrategia de seguridad. Yucatán es el Estado más seguro del país, y sigue teniendo el mismo mando civil que entró conmigo. Los mismos directores de penales. Hubo amenazas en mi contra. Cuando empezamos a pisar callos nos tiran 12 decapitados, es el momento más formador de mi vida. Llamo al presidente [Felipe] Calderón, le pido una reunión y le digo ¿Estoy sola? Y me dijo ‘no gobernadora, cuenta con todo el respaldo del Estado’. Implicamos a Marina, policía federales, estatales, militares, Gobernación, CISEN. Así logramos vencer al Cartel del Golfo y Los Zetas. El Estado se mantiene blindado.
P. ¿Qué significa que una mujer llegue a la presidencia?
R. Es muy importante, la presidenta tiene la esperanza de millones de mexicanos, inclusive de la gente que no votó por ella. Lo que estoy viendo no me gusta, que permita iniciativas como la de blindar las reformas constitucionales. Cuando Ricardo Monreal plantea el pacto de civilidad, le dije, estás en la mesa equivocada, no voy a manchar a la primera presidenta de México con un chiflido o un insulto. No sé si esa respetuosidad fue mal interpretada. Todo lo que sube tiene que bajar, no hay triunfos para siempre, ni derrotas. Esta parte me está dejando mal sabor de boca. Tengo esperanza de que gane el género, el sexto sentido, la sensibilidad. Que haga lo correcto aunque no sea lo popular.
P. ¿La llegada de una mujer al poder garantiza un buen Gobierno?
R. No. En Guerrero, gobierna una mujer [Evelyn Salgado] y la principal afrenta que hemos tenido como país es el asesinato del presidente municipal de Chilpancingo. Es clara la ingobernabilidad.
P. ¿Salió del PRI por perder las elecciones a la dirigencia?
R. No la tomo como una derrota. Pero no me fui del PRI por perder. En Sonora, a las mujeres que eran mis representantes fueron encadenadas, les poncharon las llantas de sus coches. Por eso en el debate les dije, ustedes van a decidir si refundamos al PRI o lo refundimos. Y lo refundieron.
P. ¿Tiene amigos priistas?
R. Muchísimos, tengo más amigos priistas que Alito [Moreno].
P. ¿Cómo se acercó a MC?
R. Dante [Delgado] insistía. Me invitaron a otros partidos, pero yo soy pro derechos. Llegué a MC como si no tuviera carrera, dije, me tengo que ganar mi lugar y así lo he hecho.
P. ¿Cuál es el reto de una mujer en el poder?
R. Hacer las cosas bien y asumir la responsabilidad con el género. Si llegamos y no cambia la vida de las mujeres de fondo, no cambia nada.
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