Las refinerías de Cadereyta y Madero, en la mira de las campañas: menos producción y más protestas por contaminación
En plena polémica electoral sobre su cierre, el desempeño de las seis plantas de procesamiento de crudo en el país se ha visto afectado por reiterados mantenimientos y rehabilitaciones
El debate sobre el futuro de las refinerías en México ocurre en el arranque de las campañas presidenciales y con una refinación nacional que sigue sin despuntar. A pesar de las transferencias millonarias a favor de Petróleos Mexicanos (Pemex) año tras año desde 2019, el director de petrolera estatal, Octavio Romero Oropeza, ha reconocido que la autosuficiencia en la producción de combustibles que había prometido esta Administración en su arranque se alcanzará hasta 2025. La refinación bajo la tutela de Pemex reportó caídas de doble dígito en el procesamiento de crudo y en la producción de combustibles, en el último trimestre de 2023, respecto al mismo periodo de 2022. Ahora, los candidatos de la oposición, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez han apuntado sus dardos sobre el complejo de Cadereyta, una refinería con 44 años de antigüedad, señalada por los aspirantes opositores como la principal fuente de contaminación de Nuevo León y por ello, han puesto sobre la mesa su cierre definitivo.
La candidata de Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, ha ido más allá al advertir de que, de alzarse con la victoria en las presidenciales, cerrará también la refinería en Madero, Tamaulipas. La opositora argumentó la contaminación y pérdidas financieras de Pemex para cortar de tajo el sistema de refinación mexicano. Un pronunciamiento que ya había enunciado el aspirante de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez: “Está dañando seriamente el medio ambiente en Nuevo León”, declaró en días pasado. El candidato ha dicho que buscará hacer una consulta popular para cerrar este complejo industrial.
Con esta polémica como telón de fondo, el sistema de refinación comandado por Pemex languidece a la sombra del proyecto emblema de esta Administración: la megarefinería Dos Bocas, en Tabasco, un complejo que aún no echa al vuelo en producción y cada día posterga más su arranque. Este lunes, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha asegurado que la nueva refinería procesará crudo a partir de abril. Mientras tanto, el procesamiento de crudo de las seis refinerías restantes en México promedió unos 731.000 barriles diarios en el último trimestre de 2023. La cifra supone una caída de 12,8%, respecto al mismo periodo del año previo. “Esta variación se explica por un menor nivel de proceso en las refinerías de Madero, Salina Cruz y Tula debido a que los trabajos de rehabilitación programados en las plantas combinadas y primarias se prolongaron más de lo proyectado”, indicó la paraestatal en su más reciente reporte a inversionistas. Solo el año pasado se efectuaron 88 reparaciones en esta red de refinación.
Pese a esta caída, la petrolera anticipa un mejor desempeño de las seis refinerías debido a que ya operan con normalidad desde diciembre pasado. Según sus cifras, de enero a febrero, estas factorías elevaron el procesamiento de crudo a 950.000 barriles diarios. “La utilización de la capacidad de destilación primaria del Sistema Nacional de Refinación (SNR) en promedio fue de 48,3%. Las refinerías de Tula y Salina Cruz estuvieron por encima del promedio obtenido en el SNR, con una utilización promedio de 60,6% y 54%, respectivamente”, menciona en el documento.
El salvavidas del procesamiento de crudo en este sexenio apunta a Texas, Estados Unidos, en la refinería Deer Park. El complejo aporta por sí solo 259.000 barriles diarios de crudo, una tercera parte del total de petróleo procesado por Pemex. La tabla de salvavidas que ha significado Deer Park contrasta con el rezago en la marcha de la refinería Dos Bocas, en Tabasco. Pese a que la refinería Dos Bocas aún no produce un litro de gasolina, el desembolso para este proyecto continúa: al cierre de 2023 se destinaron 34.000 millones de pesos para este complejo.
Aunado a estos continuos aplazamientos, la producción de petrolíferos —gasolinas, diésel y turbosina, entre otros—también cayeron al cierre de 2023. En el último trimestre del año pasado, el promedio de estos productos fue de 738.000 barriles diarios, una caída del 13%, en comparación al mismo periodo de 2022. “Se continúa con inversiones en el Plan de Rehabilitación de Refinerías con objeto incrementar la confiabilidad operativa y el proceso de crudo para la comercialización de petrolíferos en el mercado nacional.
En el desglose de las cifras, en la refinería de Madero se procesó al cierre de 2023 unos 75.600 barriles diarios de crudo, la mitad de lo que se procesaba en este centro de 2006, de acuerdo con las cifras oficiales. En el caso de la refinería de Cadereyta, en 2023 procesó unos 118.7000 barriles diarios, un 15% de todo el sistema nacional de refinación de Pemex. Sin embargo, el dato aún está lejos de los 207.000 barriles diarios que reportó en 2006.
Una de las principales quejas alrededor de estos complejos es que, pese a su declive operativo, la contaminación incrementa. A inicios de año, miles de personas de Monterrey salieron a calle para exigir el cierre de la factoría debido a los altos índices de polución en la ciudad. La polémica en torno a la contaminación derivada de esta planta ha enfrentado a las autoridades estatales y municipales. El gobernador, Samuel García, se ha pronunciado por la reubicación de Cadereyta, el presidente municipal, Cosme Leal, ha salido en su defensa: “Como alcalde de Cadereyta a mí no me tiembla la mano. Voy a defender nuestra refinería contra todos los políticos, independientemente del partido que sean”, declaró en sus redes sociales.
Fermín Narváez, experto en refinación, reconoce que la recuperación en el nivel de procesamiento de crudo de las refinerías en el país ha sido muy lento después de su desplome operativo observado de 2015 a 2018: “La caída se debió a la poca atención que se les dio a las refinerías por falta de recursos por la construcción de la refinería Dos Bocas. Lo más delicado es la desatención en las plantas de la producción de azufre, esto trae como consecuencia las quejas de los medioambientalistas”, detalló.
Narváez, no obstante a estos fallos que se deben subsanar al interior de los complejos, asegura que aún existen todavía soluciones intermedias antes de pensar en un inminente cierre. “Pienso que comprometerse a cerrar dos refinerías con una configuración de más alta conversión y diseñadas para procesar un mayor porcentaje de crudo Maya, y prometer hacerlo en 6 meses fue un error empresarial y político”, refiere sobre la promesa de Gálvez.
El especialista reconoce que aunque las refinerías pueden mejorar sus procesos para reducir sus emisiones contaminantes, en específico en Nuevo León, la refinería de Cadereyta no es el único factor contaminante, también existen políticas vehiculares e industriales que han incidido en los altos niveles de contaminación en ese Estado. “Los problemas que tiene Cadereyta son de fácil solución, solo le prestamos un poco de atención y lo mismo Madero, estos son dos refinerías que abastecen la parte norte del país y, obviamente, compiten con los que están importando y los que están importando quieren que se cierre”, zanja.
Para el experto en temas energéticos, Luis Miguel Labardini, más allá de la estridencia de las declaraciones electorales se requiere de un estudio minucioso para conocer la productividad de cada una de estas factorías. “Lo que hay es un problema estructural del mercado, lo que funcionaría es un mercado abierto, si dejan trabajar a refinación con otras refinerías privadas podría funcionar. Lo más importante es cambiar el modelo de refinación en México, permitir que haya refinerías privadas y públicas que compitan entre sí”, concluye.
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