La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se despide del proyecto Colmena 1, que buscaba llevar cinco microrrobots a la Luna, con la desintegración del módulo Peregrino con el que la NASA quería regresar al satélite de la Tierra. La agencia espacial estadounidense y la compañía Astrobotic decidieron destruir la nave de forma controlada sobre el Pacífico, que contenía aparatos científicos y restos mortales de personas enviados por una funeraria.

“Con sentimientos encontrados te compartimos el momento exacto en el que la nave Peregrine y Colmena entraron a la atmósfera de la Tierra y con ello concluyó esta misión. Estamos muy orgullosos de todo lo que logramos. ¡Ya estamos trabajando en Colmena 2!”, publicó el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM en la red social X con un video en el que se observa al equipo de la misión mexicana siguiendo la transmisión de Astrobotic en la que se vieron los últimos momentos de Peregrino. Al final, los integrantes del proyecto mexicano se levantan de sus asientos y aplauden frente a tres grandes pantallas.

El doctor argentino Gustavo Medina, creador y jefe del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, y responsable de la misión, dio un discurso a su equipo en el que aseguró que México ha hecho historia con Colmena y les pidió sentirse felices con lo conseguido hasta ahora. “México ha hecho, gracias a todo el esfuerzo que ustedes han puesto, algo que nadie ha hecho en términos de tecnología. Ustedes han demostrado que México es mucho más que un maquilador. México puede crear y puede ser innovador. Esos robotcitos que hemos hecho son realmente máquinas hechas para funcionar en el espacio”.

Medina afirmó también que cuentan con una estrategia de largo plazo que contempla Colmena 1, Colmena 2, Colmena 3, “y terminar con eso en 2030 con una tecnología que el país [México] no tiene, pero que lo va a volver un actor efectivo en el sector espacial”.

¿Qué es el proyecto Colmena?

Colmena se componía por cinco robots de 12 centímetros de diámetro y 56 gramos cada uno, con ruedas y una especie de aletas. Vivían de la energía proveniente de sus paneles solares y eran flexibles para aguantar la vibración que conlleva el ser lanzados en un cohete especial. También contaban con sensores, microprocesadores, inteligencia para navegar autónomamente y radares para desplazarse y comunicarse con los otros robots. Información por Beatriz Guillén

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