“¿Está temblando?”: el Simulacro Nacional de sismo en Ciudad de México se vive entre risas y nervios
Los médicos atendieron dos casos de personas con crisis nerviosa, reporta Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la capital
Miércoles, 11 de la mañana. Suena estridente la alarma de sismos en los más de 13.772 postes equipados con altavoces que están repartidos por Ciudad de México. El sonido es fuerte, agudo, de catástrofe, aunque solo sea un simulacro. En el restaurante Las Delicias de Venecia, en la colonia Juárez, el dueño Ernesto Peduzzi dice: “Mira mira, se está moviendo”. De las cuatro lámparas colgantes que hay a la entrada de su local, una de ellas se balancea ligeramente. “¿Está temblando?”, le pregunta a Cecilia, una de sus trabajadoras. Ella se ríe simpática de su jefe, que se queda mirando los cables que cuelgan de un extremo a otro de la calle. “Mira, se están moviendo”, asegura. Cecilia le contesta, divertida: “Yo creo que nomás es el viento señor”.
Este miércoles se ha celebrado el primer Simulacro Nacional de 2023. Este ejercicio busca preparar a los ciudadanos para un eventual sismo capaz de tumbar edificios y dejar muertos a su paso. Las recomendaciones de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos son: no correr, no gritar, no empujar, no utilizar el celular. También hay que mantener la calma, seguir la ruta de evacuación y, una vez fuera del inmueble, reunirse en el punto de encuentro, que en los edificios grandes está dividido en los distintos pisos. En esta ocasión, los médicos han atendido dos casos de personas que han sufrido una crisis nerviosa.
Han pasado unos minutos desde que empezó a sonar la alarma y los trabajadores de Las Delicias de Venecia todavía están fuera del establecimiento. Cecilia mira al cocinero, que está al otro lado de la calle, sonríe y dice: “Mira Alejandro que decía que para qué iba a salir y ahí está, apagó el gas y se salió del restaurante”. Alejandro la escucha y contesta de broma: “Mira a ver que no se me queme el arroz”. Peduzzi, que vivió aquí el terremoto de 2017, se siente raro. “Es como si con el simulacro atraemos el terremoto real”, asegura mientras sigue atento al cableado. Por fin cesa la alarma y la gente comienza a regresar a los establecimientos. “Bueno, a trabajar otra vez”, sentencia Cecilia.
Ya desde por la mañana se sienten los ánimos diferentes. El Metro anuncia que no dará servicio, la radio recuerda cada quince minutos que hoy, a las 11, habrá un simulacro. “Ya sé que ya lo hemos avisado antes, pero para los despistados”, dicen en el programa de Gabriela Warkentin, en W Radio. Las redes institucionales se llenan de avisos sobre lo que está por llegar. “Recuerden que el día de hoy se llevará a cabo el Simulacro Nacional”, avisó en sus redes sociales Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Claudia Sheinbaum se ha trasladado en moto hasta el C5, el centro de Comando y Control de la capital, como mandaba el protocolo. Desde allí ha informado sobre los resultados tras el simulacro, en el que han intervenido 611 voluntarios en tareas de coordinación y atención ciudadana. Han sobrevolado la ciudad los cinco helicópteros en disposición de la Secretaria de Seguridad Ciudadana y se han llevado a cabo cuatro ejercicios de simulación de rescate de personas. En uno de ellos, elementos del cuerpo de bomberos han simulado el rescate de una persona atrapada entre las vigas caídas de un edificio. En otro han atendido una fuga de gas en la Ciudad Judicial, en la colonia Doctores.
Después de semanas sin apenas movimientos tectónicos, la noche del martes se produjo un temblor de magnitud preliminar 5,8, con epicentro en Técpan de Galeana, en el Estado de Guerrero. El sismo no ameritó alarma porque los niveles de energía no superaron los predeterminados, según indicaron las autoridades. Aun así, la gente inundó las redes: “¿Sintieron eso?”, “Yo pensaba que me había mareado”. El hecho recordó al 19 de septiembre del año pasado, cuando se realizó el simulacro en memoria del sismo del 19 de septiembre de 2017 que se cobró la vida de cerca de 370 personas. Minutos después de aquel simulacro volvió a sonar la alarma. Al principio nadie podía entender nada, pero luego empezaron a cimbrear las lámparas del piso y las farolas de la calle. Era un sismo de verdad. Esta vez no ha sido así, el simulacro se ha llevado a cabo con total normalidad y momentos después, los trabajadores han vuelto a sus despachos, los cláxones de los coches atrapados en el tráfico han vuelto a sonar estridentes y Ciudad de México a sus quehaceres frenéticos.
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