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Masacre en Tecamachalco: “¡Fueron los municipales, ellos los mataron!”

La Fiscalía de Puebla ha detenido al jefe policial del municipio por el asesinato de tres de sus agentes. El caso ilustra el abandono de las estructuras de seguridad en el país

Agentes de la fiscalía de Puebla, en el funeral de sus compañeros caídos en Tecamachalco
Agentes de la fiscalía de Puebla, en el funeral de sus compañeros caídos en Tecamachalco, el 21 de noviembre.CUARTOSCURO
Pablo Ferri

El viernes pasado, un vecino del centro de Tecamachalco se acercó a la plaza pasadas las nueve de la noche. Había escuchado balazos desde su casa. “Fui de chismoso”, cuenta por teléfono, “vivo a cuatro calles”. Justo llegaba cuando varias camionetas entraron en el lugar. “Eran ministeriales de Puebla”, explica, en referencia a agentes de la Fiscalía del Estado. “Los ministeriales se bajaron así muy agresivos de las camionetas. Y empezaron a gritar, ‘¡municipales, municipales, fueron municipales, ellos los mataron!”.

El vecino, que prefiere ocultar su nombre y cualquier detalle que pueda identificarle, describe una escena rarísima, desenlace de una extraña persecución entre policías municipales de Tecamachalco, a una hora de la capital del Estado, y agentes de la Fiscalía local. No se sabe cómo empezó ni el motivo, pero sí que acabó a balazos. Según el fiscal de Puebla, Gilberto Higuera, el jefe de la policía municipal tiroteó a sus agentes. Tres acabaron muertos. El gobernador, Miguel Barbosa, ha ido más allá y ha hablado de una ejecución.

El caso acabó con la detención del jefe policial, Alejandro Santizo, que años atrás había sido vinculado a bandas de ladrones de combustible. En 2017, cuando dirigía la policía de la capital, la corporación estatal detuvo a dos de sus agentes por ayudar presuntamente a un grupo de huachicoleros. Santizo, que salió indemne de aquello, se había hecho un nombre en los cuerpos de seguridad de Puebla bajo el ala de Facundo Rosas, jefe de la policía estatal hasta 2015. Rosas dejó su puesto por presuntos vínculos con huachicoleros.

El ataque y la muerte de los agentes ilustra así el abandono de las corporaciones policiales en el país, mal endémico en todo el territorio. Según el Índice de Desarrollo Policial, que elabora la organización Causa en Común, los cuerpos de policía en México “subsisten precariamente, no se desarrollan”. Según la última entrega del índice, de 2018, todas las corporaciones del país “incumplen la ley porque tienen elementos operativos sin control de confianza vigente”. Es decir, que en todas las policías de México hay agentes que ni siquiera han pasado exámenes periódicos para determinar, mínimamente, si son aptos para su puesto.

Corazón del viejo triángulo rojo del robo de combustible en Puebla, Tecamachalco vivía en relativa calma desde la irrupción del Ejército en la zona, a finales del sexenio pasado. Con poco más de 80.000 habitantes, el municipio sufre problemas de delincuencia común, como robo de vehículos o a transportes de carga. Nunca se vieron allí escenas frecuentes en localidades aledañas, como los enfrentamientos entre ladrones de gasolina y autoridades, mercadeo de carburante junto a ductos agujereados, etcétera. Aunque a la vista de la matanza del viernes, la situación no parece mejor que la que vivieron los puntos más calientes de la región durante la fiebre del huachicol.

Además de Santizo, la Fiscalía ha detenido también a su escolta y al resto de agentes de la policía en turno el viernes por la noche, un total de 12. Preguntada por las acusaciones contra ellos, una vocera de la dependencia ha indicado que no puede dar información, ya que se trata de una investigación en curso. Hasta ahora, la versión oficial es que Santizo disparó, igual que su escolta. No se sabe por qué están presos el resto de integrantes de la policía municipal.

El vecino del centro de Tecamachalco atestiguó los minutos posteriores a la masacre, cuando los agentes de la Fiscalía recién llegados voltearon a ver a los municipales. “Es cuando se alteraron las cosas”, explica, “un municipal estaba en la esquina de la Iglesia de la Asunción. Le dijeron, ‘¡eres municipal, danos tu arma!’ Y lo encañonan. Él trató de agarrar su radio, pero le quitaron el arma y le empezaron a pegar”.

Según el relato del vecino, el resto de agentes municipales, que resguardaban la escena de la masacre, se echaron a correr. Aunque no les sirvió de mucho, porque los detuvieron a todos. “Luego detuvieron a Santizo, que estaba a 50 metros de la masacre, en la esquina de la Farmacia del Ahorro. Lo esposaron y lo llevaron en una camioneta blanca, junto al Palacio Municipal. Se le veía muy altanero. Nunca les bajó la mirada”, narra.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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