La venta de licores de gama alta, el último rastro del empresario francés asesinado en México
El homicidio del restaurantero de una zona exclusiva de la capital mexicana, Baptiste Lormand, y su gerente agita el terror entre los hosteleros de la zona
El día en que lo mataron había organizado una comida en su casa. Algunos de sus amigos se reunieron con él en su domicilio de la exclusiva zona de Polanco, sede financiera y empresarial de la capital, unas horas después, no volvieron a verlo. El cadáver de Baptiste Lormand, de 45 años, un conocido restaurantero de Ciudad de México fue encontrado este sábado con huellas de tortura, las manos atadas y su cuerpo arrojado en una cuneta de un camino sin asfaltar a las afueras de la capital. Su gerente, del que la Fiscalía prefiere reservar su identidad, corrió con la misma trágica suerte. Los dos cadáveres abandonados en un rincón inhóspito de la ciudad han agitado la indignación de sus vecinos, que se preguntan estos días si hay un lugar en México a salvo del terror de la violencia.
Desde que terminara aquella comida el jueves nadie volvió a verlo con vida. Su esposa denunció el viernes su desaparición, pues en México 24 horas sin conocer el paradero de un familiar o de un amigo lleva a cualquiera a pensar en lo peor. Si la escalada de violencia en México, más de 100 asesinatos al día y su extensión a la capital (alrededor de 5) podía tener una excepción, esta era Polanco. El terror del crimen organizado se había asociado habitualmente a la periferia, a los barrios más pobres. Hasta que un crimen como el de Lormand y su gerente vuelve a poner el dedo sobre una de las materias pendientes del Gobierno de la capital.
La noche del viernes, un grupo de amigos trataba desesperadamente de localizar a Lormand, de buscar contactos que ayudaran a acelerar el trabajo de unas autoridades desbordadas con cientos de carpetas de investigación por resolver, que soportan la cifra de casi el 90% de delitos sin sentencia. Uno de sus conocidos cuenta de forma anónima a este diario cómo esa noche, poco antes de que la policía encontrara los cuerpos, entre los círculos de restauranteros de la capital, el terror de la desaparición de su amigo se extendía con rabia. “Trataban de localizar las ubicaciones de su celular, nada cuadraba, estaban muy preocupados. Se empezó a hablar de la venta de licores que iba a vender esa noche y si podía haber sido por eso”, cuenta.
Este domingo, el jefe de la policía de Ciudad de México, Omar García Harfuch, explicó en una conferencia de prensa la cronología de las últimas horas del empresario en la capital. Aunque la parte pública del caso cuenta todavía con algunos cabos sueltos. Las autoridades no han explicado aún por qué la identidad del socio de Lormand se mantiene reservada, cuando los restauranteros han denunciado públicamente también su asesinato, ellos señalan que se llama Luis Orozco y trabajaba desde hacía tiempo con el empresario francés.
El jueves Lormand salió de su casa a las 18.20 horas. Las cámaras de videovigilancia captaron el momento exacto en que su camioneta Mitsubishi negra abandonaba su domicilio en Polanco y se dirigía hacia una de las avenidas principales de la capital, hacia Tlalpan, al sur. El objetivo del empresario era, según la investigación, vender esa noche un lote de licores “de alta gama”. Algunos de sus amigos son más específicos: “Acababa de vender un lote de vinos de un restaurante que cerró y fue por robarle medio millón de pesos [unos 25.000 dólares] que lo mataron. Este país ya no tiene ley, ni autoridad, no tiene nada”, denuncia de manera anónima uno de sus conocidos a este diario.
A las 18.46 horas, la misma camioneta fue captada por las cámaras cuando circulaba en Periférico y Privada Horacio, en la colonia Del Bosque, todavía en la alcaldía Miguel Hidalgo, cerca de su casa. Y casi una hora después, a las 19.38 se registra de nuevo el vehículo en la colonia San Pedro Mártir, en la alcaldía de Tlalpan, a casi 27 kilómetros al sur. Ahí detectan que va con él su gerente, en un coche rentado, Chevrolet Aveo blanco.
Las autoridades no han explicado hasta el momento qué sucedió a partir de esa hora y las dos de la madrugada del sábado que encontraron los cadáveres arrojados en el camino. Las horas de angustia en las que su esposa y amigos buscaban desesperadamente el rastro de Lormand, mientras interponían una denuncia por desaparición y hacían viral en redes sociales la ficha con su foto.
La principal línea de investigación son esos licores que Lormand iba a vender esa noche. Pues, según lo que ha añadido García Harfuch, han registrado denuncias previas de otros empresarios que les lleva a concluir que existe un negocio del crimen dedicado a robar estas mercancías. “Hemos identificado un modus operandi consistente en la simulación de la compra venta de bienes ofrecidos al público. Al momento en que se concreta la cita presencial para llevar a cabo la transacción, los vendedores de los mismos son objeto de agresiones, en algunos casos han sido privados de la vida, por parte de integrantes de grupos delictivos, de detenciones que hemos reportado en días pasados o en meses pasados”, añadió el jefe de la policía.
“El problema es que las autoridades casi siempre quieren ver un asesinato como un hecho aislado”, cuenta un restaurantero de la capital que prefiere no dar su nombre por seguridad. “En cualquier caso, lo que muestra el homicidio de Lormand y Luis Orozco es el gran problema de la violencia que vivimos”, añade.
Uno de los temores que circulan estos días entre los empresarios del sector hostelero es que el asesinato tenga alguna relación con el crimen organizado. “Estamos sufriendo más asaltos ahora que hace cinco años, asaltos a los negocios por la noche o a los comensales cuando estamos abiertos. Ha aumentado la extorsión y además, conocemos casos de locales en las zonas de fiesta donde ha entrado de golpe el crimen organizado para la venta de droga”, añade el empresario.
Aunque las autoridades han descartado la extorsión como el móvil del asesinato de Lormand y su socio, la práctica conocida popularmente como el pago por derecho de piso está a la orden del día entre cientos de negocios que se debaten entre abrir sus puertas en plena pandemia o declararse en quiebra ante la crisis, según cuentan hasta cuatro empresarios a este diario. A la trágica situación económica de la hostelería a nivel mundial, en México se suma la estocada de la violencia y la impunidad.
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