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Razones a favor y en contra de que tu hijo falte a clase para irse de vacaciones familiares

Lo de saltarse la típica mañana de viernes antes de Navidad es un clásico universal, pero el impacto del viaje cambia mucho si los alumnos son pequeños o si la escapada cae de lleno en temporada de exámenes

Vuelves del puente de diciembre y en la entrada del colegio algo no te cuadra. Falta una familia de las de siempre. ¿Se han dormido? ¿Se han olvidado de que hoy ya había clase? ¿Los han abducido los extraterrestres precisamente solo a ellos? La respuesta no te sorprenderá, porque no son los únicos en hacerlo: están (o siguen) de vacaciones. Además de algún día suelto cercano a un puente, en cada curso siempre hay familias que, por motivos logísticos o económicos, priorizan las condiciones favorables de un viaje lejano por encima de las obligaciones del calendario escolar.

¿Es eso algo criticable? Ya se sabe que en los grupos de padres con tiempo libre cualquier tema da para varios cafés, pero aquí lo que miraremos es si este viaje afecta a los niños vacacioneros en edad escolar.

Por supuesto, es difícil generalizar. El impacto del viaje cambia mucho si los alumnos son pequeños y en sus cursos la materia es ligera y fácilmente recuperable. O también si el tiempo de asueto se solapa con días de inicio o final de trimestre o, por el contrario, cae de lleno en temporada de exámenes. Porque lo de saltarse la típica mañana de viernes antes de Navidad es un clásico universal practicado por mucha gente, pero lo de pillar un avión en mitad del curso ya tiene más efectos colaterales. Y a nivel de imagen de cara al colegio, a veces, está más justificado viajar a otro país para visitar a la familia lejana que cruzarte el planeta para ir a un parque temático.

Aquí os dejo argumentos a favor y en contra de hacer vacaciones con los niños durante el curso, para que podáis criticar con más material o, por el contrario, aprovechar esa oferta de viajes que ves cada día.

A favor del viaje

1. Nadie se plantea que faltar a clase sea una tragedia cuando los niños pasan unos días en casa enfermos.

2. Con la ayuda de profesores y compañeros, se puede estar al día de las materias y de los deberes.

3. A nivel económico, la diferencia de precio en un viaje largo en temporada baja puede ser brutal. Y sería absurdo no aprovecharlo solo porque los niños se pierden algunos días lectivos.

4. El crío va a aprender de manera práctica más sobre el mundo y sobre moverse por la vida que quedándose sentado en un pupitre.

5. ¿Para qué estudiar mapas y libros de texto si se pueden ver con los propios ojos las obras de arte, los monumentos, las carreteras…? Eso, claro, si hay algo de cultural en el viaje o si el niño tiene inquietudes y se fija y no está hipnotizado por un móvil durante días.

6. En cuanto a los idiomas, ¿qué mejor listening o ejercicios de conversación para los niños que buscarse la vida leyendo carteles extranjeros o haciéndose comprender por dependientes locales?

7. ¿Por qué debemos doblegarnos a las vacaciones en agosto, cuando todo está carísimo y masificado? ¿Por qué, con un poco de previsión y organización, no se puede vivir una experiencia mejor con mejores precios?

Por supuesto que no deberían viajar durante el curso

1. Los niños sufrirán un impacto académico, cada vez más grave, según avancen los cursos.

2. Por mucho que alguien les deje los apuntes o tengan libros para seguir, necesitarán ponerse al día de forma acelerada, que eso siempre genera ansiedad, y no tendrán las explicaciones en directo de los profesores.

3. A nivel social, la vida tampoco se detiene. Cuando el crío vuelva, habrá nuevas amistades y alianzas que quizá no le incluyan y anécdotas grupales vividas de las que se sentirá excluido. Y puede que incluso haya trabajos en grupo donde no haya podido participar.

4. Aunque los niños no decidan ni el viaje ni las fechas, pueden acabar sufriendo el reproche de ciertos profesores. Algunos maestros pueden sentir que su trabajo no es ninguna prioridad para la familia viajera, y a nivel práctico otros odiarán dedicar tiempo extra no remunerado para que el alumno vacacionero recupere el aprendizaje perdido.

5. Al niño le estás dando un precedente que usará cuando le exijas que sea responsable: “Es más importante la diversión que el aprendizaje”. Si sus propios padres le permiten saltarse clases para ir de vacaciones, ¿por qué no podrá él hacer campana cuando le apetezca?

6. Puede que el niño tarde en volver a las rutinas escolares y vaya más desajustado que sus compañeros.

7. Todo esto suponiendo que se ha avisado al centro y planificado con los profesores. De no ser así, si se descubre el viaje a la vuelta, en algunos colegios se puede considerar ausencia injustificada y traer consecuencias.

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