Trump avisa en su reunión con Netanyahu de que apoyará un ataque de Israel al programa de misiles iraní
El presidente de Estados Unidos recibe al primer ministro israelí en su mansión de Florida como a “un héroe de guerra”, y advierte: Hamás “lo pagará caro” si no se desarma “muy pronto”
El hotel/club/residencia privada Mar-a-Lago se convirtió este lunes, por segundo día consecutivo, en insospechado centro de la geopolítica mundial con la visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El presidente de Estados Unidos lo recibió en Palm Beach (Florida), donde está pasando sus vacaciones de Navidad, como había hecho el domingo de anfitrión —en otra confusión, habitual en él, entre lo público y lo privado— con el ...
El hotel/club/residencia privada Mar-a-Lago se convirtió este lunes, por segundo día consecutivo, en insospechado centro de la geopolítica mundial con la visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El presidente de Estados Unidos lo recibió en Palm Beach (Florida), donde está pasando sus vacaciones de Navidad, como había hecho el domingo de anfitrión —en otra confusión, habitual en él, entre lo público y lo privado— con el ucranio Volodímir Zelenski.
La ceremonia fue muy similar. Un primer encuentro con la prensa a la puerta de la mansión, un largo almuerzo y una reunión con sus respectivos equipos, y una conferencia de prensa posterior, en la que ambos se deshicieron en elogios mutuos. “Hay muy pocas diferencias sobre cómo vemos las cosas y dónde queremos estar”, advirtió el republicano. Netanyahu definió el encuentro como “muy, muy productivo”.
“Hamás tiene que desarmarse”, había dicho Trump en la primera comparecencia. “Tendrán que hacerlo muy pronto. Si no lo hacen como lo prometieron, lo pagarán muy caro por no cumplir su palabra”, insistió tras la comida. “Si no lo hacen”, advirtió, “será horrible para ellos. Muy, muy malo”. El republicano también vaticinó que serían algunos de los países que firmaron su plan de paz de 20 puntos, forjado en octubre, los que, llegado el caso, entrarán en Gaza y “eliminarán” a la milicia islamista. No concreto qué países ni cómo pensaba que llevarían a cabo esa operación.
Trump también aseguró que Estados Unidos “está ayudando mucho a la gente de Gaza” y que no le preocupa “nada de lo que está haciendo Israel”, pese a que cada día sus fuerzas lanzan ataques con varios muertos en la Franja. “Han cumplido con lo previsto. Son fuertes”, declaró.
El presidente de Estados Unidos había hablado de “cinco grandes asuntos” este lunes sobre la mesa. Así que uno de ellos fue Gaza. Otro, quedó claro, era Irán. Israel quiere permiso para poder bombardearlo de nuevo si continúa fabricando misiles balísticos. Y Trump lo verbalizó este lunes. “Absolutamente”, si el objetivo son los misiles; “inmediatamente”, si es el programa nuclear.
“Me cuentan que [Teherán] está intentando rearmarse, y si lo están haciendo, tendremos que detenerlos. Los detendremos. Los aniquilaremos. Pero ojalá eso no suceda. También he oído que Irán quiere llegar a un acuerdo. Si es así, eso sería mucho más inteligente”, dijo el presidente de Estados Unidos.
El primer ministro israelí, que se reunió previamente con el secretario de Estado, Marco Rubio, y el de Defensa, Pete Hegseth, permaneció callado en el arranque de la visita; solo aportó un dato: el de los 255 rehenes capturados por Hamás, casi todos en su ataque del 7 de octubre de 2023. Trump definió a su invitado como un “héroe de guerra”. “Ha sido un primer ministro en tiempos de guerra excepcional. Sin él, hoy no existiría Israel, francamente. Yo también he tenido que ver con eso, por ser sinceros”, afirmó.
Netanyahu acudía a la cita con el que volvió a llamar este lunes varias veces “el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca” con la misión de comprobar si sigue siéndolo y con tres objetivos, además del relativo a Irán. Buscaba autorización para permanecer en la zona de Siria que Israel ocupa militarmente desde el año pasado. Aspiraba a mantener las cosas como están en Gaza, con el control israelí de más de la mitad de la Franja a base de ataques diarios con palestinos muertos. Y pretendía forzar el desarme en todo Líbano de Hezbolá, que salió debilitada y descabezada del enfrentamiento que mantuvieron a finales de 2024.
La reunión, la quinta presencial entre ambos líderes en 2025, se produjo el mismo día en el que Hamás confirmó la muerte hace meses en bombardeos israelíes de su entonces líder en Gaza, Mohamed Sinwar (hermano de Yahya Sinwar), y de su portavoz militar, Abu Obeida; y con la impaciencia de Trump con el plan de paz para Gaza, que impuso en octubre pasado y no acaba de pasar a su “segunda fase”. Con la incomodidad, también, de la Casa Blanca con las acciones diarias de Israel en Líbano y Siria.
Netanyahu —que habló el domingo por teléfono desde Florida con Elon Musk, el hombre más rico del mundo, de nuevo en la órbita de Trump— necesitaba una conquista en Mar-a-Lago que le sirviera de vuelta en casa, donde ha solicitado el perdón presidencial con el impulso de Trump. Este auguró que el presidente de Israel, Isaac Herzog, se lo concederá: “¿Cómo no hacerlo? Es un primer ministro en tiempos de guerra, un héroe. ¿Cómo no concederle el indulto?”. Trump añadió: “Hablé con el presidente y me dijo que el indulto está en trámite. No se puede pedir más, ¿verdad?”.
Mientras, las encuestas indican que, o cambian las cosas, o a Netanyahu le costará reeditar en las elecciones de 2026 la coalición que mantiene con ultraortodoxos y nacionalistas radicales, y su base presiona para anexionarse Cisjordania, algo a lo que el presidente de Estados Unidos ya se ha opuesto con claridad. “Hemos discutido mucho sobre eso y no diría que estamos de acuerdo al 100% sobre Cisjordania, pero llegaremos a una conclusión al respecto”, dijo Trump.
El republicano quiere anunciar avances en Gaza cuanto antes, a ser posible, antes de que se cumpla el próximo 20 de enero el primer año desde su regreso a la Casa Blanca. Durante la campaña con la que logró su billete de vuelta al poder, el entonces candidato prometió que sería capaz de acabar con esa guerra en su primer día en el Despacho Oval, y, aunque faltara a esa promesa, le gusta presumir de que ha conseguido “la paz en Oriente Próximo” por primera vez, acostumbra a exagerar, “en miles de años”, cuando, de momento, lo que hay es un alto el fuego.
Esa segunda fase pasa por un repliegue de la invasión israelí y la creación de un Gobierno tecnocrático palestino. Todo ello, con el concurso de un organismo internacional de supervisión y el despliegue de una fuerza internacional aún por definir. Netanyahu insiste en que Hamás aún no ha devuelto el último cadáver de rehén (previsiblemente perdido bajo las montañas de escombros de Gaza) y prefiere que las cosas continúen como están, con su ejército al mando del 58% de la Franja y el resto, en manos de Hamás, en unas condiciones calamitosas que las lluvias han empeorado este mes. De hecho, Netanyahu y su esposa, Sara, se han reunido en Florida con los padres del último rehén sin vida, para garantizarle “todos los esfuerzos” para “traer a su heroico hijo para un entierro judío”, en un “emotivo encuentro” del que su oficina ha difundido un comunicado y fotografías.
En cuanto a Irán, Estados Unidos apoyó a Israel en junio, con la así llamada “guerra de los 12 días”, que coronó un ataque de Washington a tres bases de producción y almacenamiento de uranio que supuso un golpe al programa nuclear del régimen de los ayatolás. Trump vendió esa operación como un éxito militar sin precedentes ―con la “completa aniquilación” del programa nuclear iraní― y como la solución definitiva a un problema que Netanyahu no está dispuesto a dar por resuelto. “Espero que Irán no esté intentando desarrollar, como he estado leyendo, armas y otras cosas”, dijo el presidente de Estados Unidos. “Si lo están haciendo, no están utilizando las instalaciones que destruimos, sino que probablemente estén utilizando otras instalaciones diferentes”.
Netanyahu aspira a desmantelar el programa de desarrollo de misiles balísticos de Teherán, aprovechando la debilidad de su viejo enemigo: agujereado por las sanciones, cada vez con menos apoyos en la región y en mitad de una fenomenal crisis económica.
“No voy a hablar sobre derrocar ningún régimen”, respondió el presidente de Estados Unidos a una pregunta sobre Irán antes de pasar a la comida de trabajo con Netanyahu. “Ganamos una gran guerra juntos”, dijo, en referencia a su invitado. “Si no hubiéramos derrotado a Irán, no habría habido paz en Oriente Próximo”.
Momento delicado
El republicano también se encontraba con Netanyahu en un momento delicado en clave interna. Su apoyo incondicional a Israel ha abierto una brecha en el movimiento MAGA (Make America Great Again), la base de sus fieles más acérrimos. De un lado, con el locutor Tucker Carlson o la conspiranoica Candace Owens en cabeza, están quienes ponen en duda la financiación de la brutal guerra de Israel en Gaza, más difícil de justificar entre los jóvenes, también entre los conservadores, que acceden a la información en directo y sin filtros de las atrocidades del conflicto a través de las redes sociales. Del otro, están quienes consideran que colocarse del lado de Israel ayudará a Occidente en una supuesta cruzada civilizadora contra el islamismo radical.
El presidente de Estados Unidos basó en buena medida su ascenso en el ideario que encierra el eslogan America First (Estados Unidos primero). Prometió que si volvía a la Casa Blanca las guerras en el extranjero serían cosa del pasado, aunque de momento, un año después, la escena internacional (de Ucrania a Venezuela) ha absorbido mucha de su atención. Así ha quedado una vez más demostrado estos días en Mar-a-Lago, y resumido el domingo en un tuit de la congresista MAGA Marjorie Taylor Greene: “Hoy, Zelenski. Mañana, Netanyahu. ¿Podemos centrarnos en Estados Unidos?”. De momento, Trump parece más cómo fuera que dentro de casa, donde las encuestas indican que su popularidad sigue estancada.