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La presión rusa pone fin a los trenes a Kramatorsk, uno de los símbolos de la resistencia ucrania

El acoso de las tropas invasoras obliga a la compañía nacional de ferrocarriles, que ha perdido casi un millar de trabajadores bajo las bombas, a cerrar por seguridad la línea que iba a la disputada región de Donbás

Ucrania ha anunciado que suspende la línea de ferrocarril que comunica la región oriental de Donbás, casi entera bajo dominio ruso y donde se encuentra el principal frente bélico, con el resto del país. Los trenes han estado llegando a diario de manera sorprendente a las estaciones de Sloviansk y Kramatorsk, bajo constante asedio enemigo. Las infraestructuras ferroviarias han sido a lo largo de toda la guerra, por un lado, ...

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Ucrania ha anunciado que suspende la línea de ferrocarril que comunica la región oriental de Donbás, casi entera bajo dominio ruso y donde se encuentra el principal frente bélico, con el resto del país. Los trenes han estado llegando a diario de manera sorprendente a las estaciones de Sloviansk y Kramatorsk, bajo constante asedio enemigo. Las infraestructuras ferroviarias han sido a lo largo de toda la guerra, por un lado, un objetivo permanente y, por otro, uno de los símbolos de la resistencia y el orgullo local frente a la invasión rusa. La presión de las tropas de Moscú mantiene estos días casi cercada la ciudad de Pokrovsk. Algo parecido puede ocurrir en breve con la de Konstiantinivka, vecina a su vez de Kramatorsk y Sloviansk, que cierran en el este la principal línea de resistencia frente al invasor. De ahí la importancia que tiene la decisión de cerrar esa línea.

Los ataques contra convoyes, estaciones y subestaciones eléctricas se cuentan por cientos. Pero el incremento de la ofensiva en los últimos meses, principalmente con drones, ha obligado a que la compañía nacional Ukrzaliznytsia, anuncie en la tarde del miércoles que, por imposición de la autoridad militar regional y por razones de seguridad, debe dejar de funcionar temporalmente esa ruta. Por ella transcurrían cinco ferrocarriles de larga distancia al día, según el comunicado hecho público. “La seguridad de los pasajeros es nuestra principal prioridad. Estamos siguiendo de cerca la situación y reanudaremos el tráfico lo antes posible”, añade la compañía, que ha perdido ya a casi un millar de trabajadores bajo las bombas.

Ya en los últimos días, como ha comprobado uno de los enviados especiales de EL PAÍS, los convoyes que viajaban desde Kiev y otras zonas más al oeste, no podían llegar a ninguna de las dos citadas estaciones. Estos se detenían en la pequeña estación rural de Husarivka (región de Járkov), desde donde los pasajeros, una gran parte de ellos militares, completaban el resto del trayecto en minibuses. Lo mismo ocurría para efectuar el camino en sentido inverso. Desde ahora, llegarán únicamente a las estaciones de Husarivka o Barvinkove, ambas en Járkov. Hace una semana, los ataques rusos impactaron en la infraestructura ferroviaria de Lozova (Járkov), un importante nudo de comunicaciones y logístico cerca de Husarivka, y en la estación de pasajeros de Sumi.

La estación de Kramatorsk, término de los trenes ahora suspendidos, es crucial no solo para el movimiento de tropas. También lo es para suministros del ejército de todo tipo, incluidas municiones y armamento con el que Ucrania intenta defender Donbás, integrado por las regiones de Donetsk, controlada en un 30% por Kiev, y Lugansk, casi de manera íntegra bajo dominio de Moscú. Ambas, junto a la península de Crimea, son la base de las ansias expansionistas de Putin en Ucrania. Por eso, la cancelación de los trenes a Sloviansk y Kramatorsk será visto como una nueva victoria en el Kremlin.

Sobrevivir en medio de la guerra no sale gratis a la compañía de ferrocarriles. Esta sigue subvencionando el transporte de pasajeros pese a unas pérdidas que superaron los 18.000 millones de grivnas (unos 372 millones de euros) en 2024 y que está previsto que superen los 22.000 millones de grivnas (455 millones de euros) en 2025, según datos aparecidos en medios locales. El Gobierno anunció este martes una inyección de 13.000 millones de grivnas (unos 269 millones de euros) para sostener este 2025 a Ukrzaliznytsia.

El transporte de las minas de carbón de Donbás suponía una importante fuente de ingresos que ahora, con la última mina cerrada, la de Bilozerska, ha terminado por hundirse. Desde que estalló la gran invasión rusa, la empresa ha perdido el 49% del tráfico de mercancías, según datos expuestos en el Parlamento esta misma semana por el vicepresidente de la compañía, Serhiy Leschenko, que prevé un plan de choque en 2026 con un aumento del 41,5% de las tarifas.

A su vez, Zelenski anunció el 1 de noviembre un programa que permitirá a los ucranios desde diciembre y durante los cuatro meses de temporada baja viajar de forma gratuita hasta 3.000 kilómetros. Se trata de una forma de dinamizar el servicio ocupando plazas que quedan libres y completando líneas y horarios menos concurridos.

El peor ataque contra civiles

La estación de Kramatorsk ya fue noticia como escenario del mayor ataque contra civiles llevado a cabo por las tropas del Kremlin durante el presente conflicto, con casi 60 muertos. Dos misiles impactaron en las instalaciones el 8 de abril de 2022, cuando cientos de personas, la mayoría mujeres y menores, estaban siendo evacuados a bordo de trenes para alejarlos de la línea del frente. Uno de los proyectiles llevaba escrito en ruso en el fuselaje: “Por los niños”.

A pocos metros de donde un memorial recuerda a aquellas víctimas, los trenes han sido objetivo de los drones rusos hasta hace pocos días. La última vez que uno de estos aparatos afectó a un convoy en estas instalaciones fue el 24 de octubre, cuando el tren procedente de Lviv llegaba a Kramatorsk. La explosión no dejó heridos, pero causó pequeños daños en tres vagones. Era un aviso de la inseguridad reinante pocos días antes de la definitiva suspensión de las comunicaciones.

Ukrzaliznytsia, el mayor empleador del país con más de 230.000 trabajadores, es un objetivo primordial de los ataques rusos. De hecho, hasta 948 de sus empleados han muerto, según el recuento de la propia empresa, durante la invasión a gran escala lanzada por el Gobierno que lidera el presidente Vladímir Putin desde febrero de 2022.

Uno de los objetivos de la dirección de la compañía ha sido a lo largo de estos años sobreponerse en el menor tiempo posible a esos ataques. Con ese fin, tratan de efectuar las reparaciones necesarias casi sobre la marcha, pretenden mantener el mayor número de líneas abiertas y, pese a las enormes dificultades, intentan que los trenes lleguen con un nivel de puntualidad impropio de un país en guerra.

Desde la misma mañana del 24 de febrero de 2022, con los tanques rusos avanzando hacia Kiev o Kharkiv, las dos principales ciudades del país, miles de personas empezaron a agolparse en las distintas estaciones, como la de la capital. Allí, sin necesidad de sacar billete, los viajeros llenaban los vagones que, de inmediato, iban partiendo hacia el oeste del país. De hecho, Ukrzaliznytsia fue el principal medio de transporte empleado por millones de ucranios para refugiarse en el extranjero o para buscar acomodo en zonas alejadas del conflicto armado.

Además, pocas semanas después de que comenzara la gran invasión, la compañía lanzó el programa conocido como Diplomacia de Hierro. Se trataba de mantener conectado el país con el exterior y que el mayor número de mandatarios, autoridades, personalidades y empresarios pudieran viajar de forma segura por un territorio en el que el espacio aéreo para vuelos civiles estaba —y sigue— clausurado. Decenas de presidentes y primeros ministros lo han hecho en este tiempo, desde Pedro Sánchez y la mayoría de líderes europeos al estadounidense Joe Biden. El propio presidente local, Volodímir Zelenski, se desplaza con frecuencia en tren. No han trascendido incidentes en estos desplazamientos VIP, lo que ha servido para agrandar la fama de la compañía.

Pero el avance ruso ha obligado a cancelar la actividad de Ukrzaliznytsia en diferentes localidades del este del país antes que en Kramatorsk y Sloviansk. Así ha ocurrido en los últimos meses en Konstiantinivka o Pokrovsk, hoy ciudades casi en ruinas. En esta última, las instalaciones de la estación de pasajeros son estos días escenario de intensos combates entre tropas locales y rusas. Hace dos años, cuando Pokrovsk era retaguardia, sus vías acogían el tren medicalizado que Ukrzaliznytsia fletaba junto a Médicos Sin Fronteras (MSF) para evacuar a civiles heridos. Hoy, de los 60.000 habitantes, apenas queda un millar en una ciudad prácticamente rodeada por los rusos.

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