Trump, visto por delegados de la Asamblea china: “No puedo saber cómo piensa su cerebro; tal vez nadie lo sabe”

Los diputados de la ANP, el mayor órgano de poder del Estado, se muestran esquivos sobre el presidente estadounidense en su único encuentro anual con la prensa

Una pantalla muestra al primer ministro chino, Li Qiang, durante la sesión de apertura de la Asamblea Popular Nacional (APN) en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, este miércoles.Tingshu Wang (REUTERS)

En la tradicionalmente opaca política china, una vez al año se produce un eclipse y se permite a la prensa internacional preguntar directamente a los delegados de la Asamblea Nacional Popular (ANP). Sin intermediarios ni filtros. Sucede en los minutos previos a la inauguración de la sesión anual del órgano Legislativo y justo en los instantes después. Los cerca de 3.000 diputados llenan el vestíbulo del Gran Salón del Pue...

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En la tradicionalmente opaca política china, una vez al año se produce un eclipse y se permite a la prensa internacional preguntar directamente a los delegados de la Asamblea Nacional Popular (ANP). Sin intermediarios ni filtros. Sucede en los minutos previos a la inauguración de la sesión anual del órgano Legislativo y justo en los instantes después. Los cerca de 3.000 diputados llenan el vestíbulo del Gran Salón del Pueblo, en la plaza de Tiananmén de Pekín. Van y vienen, charlan en corrillos y —en medio de la confusión, y de las carreras de estos para esquivar a la prensa— es el momento de probar suerte, grabadora en ristre, en busca de alguna declaración.

Este miércoles ha sido uno de esos días. Han pasado menos de 24 horas desde que han entrado en vigor los nuevos gravámenes estadounidenses del 10% adicional contra la importación de productos chinos, y de la inmediata respuesta China en diversos frentes. Un buen momento para tomar el pulso a la visión del gigante asiático sobre la nueva guerra comercial desatada:

—¿Por qué cree que Trump sigue imponiendo aranceles a China?

—No puedo saber cómo piensa su cerebro; tal vez nadie lo sabe.

Huang Li, uno de los desarrolladores de una tecnología de cámaras termográficas infrarrojas, sortea la pregunta. Prefiere hablar, como muchos de los delegados, de las nuevas fuerzas productivas, un concepto que menciona a menudo el presidente del país, Xi Jinping, para hablar de las capacidades chinas en los campos de alta tecnología; y de DeepSeek, la inteligencia artificial china que a finales de enero hizo temblar los cimientos de los gigantes de Silicon Valley. “DeepSeek es muy bueno, nos enorgullece y nos anima, claro que yo lo utilizo también”, responde ante el enjambre de reporteros que se ha formado a su alrededor.

La ANP es el mayor órgano de poder del Estado, con autoridad para enmendar la Constitución, aprobar los altos cargos (incluidos el de presidente y primer ministro) y los presupuestos, y promulgar leyes. Aunque carece de un verdadero poder fiscalizador: su función es dar luz verde a las decisiones ya tomadas por el Partido Comunista, que suele hacer con abrumadoras mayorías. El plenario se reúne solamente una vez al año, en el periodo conocido como las Dos Sesiones, durante el que también lo hace la Conferencia Consultiva (un órgano asesor). Es la cita política que está teniendo lugar esta semana en la capital china y que acapara todos los focos dentro del país, aunque suele pasar prácticamente inadvertida en el extranjero.

Los diputados que componen la ANP son representantes seleccionados cada cinco años a nivel provincial y procedentes de diversos sectores (industria, agricultura, cultura…) y de todas las regiones del país, además de Hong Kong, Macao y Taiwán, y también hay miembros del Ejército Popular de Liberación y de la Policía Armada Popular. En realidad se trata de un órgano controlado por el Partido.

Salirse del guion, por tanto, es altamente improbable. Ante las preguntas, la mayoría de delegados se esfuman. Prefieren no hablar. Parecen conscientes de los riesgos de un patinazo. “Ah, los aranceles de Estados Unidos”, dice Xiao Fuquan, uno de los diputados, ante la cuestión. “Oh, el desarrollo económico chino es estable”, añade.

Aunque hay quienes sí se mojan un poco más. “Ojalá saber lo que está pensando Trump, pero solo lo sabe él mismo”, responde a la misma pregunta Chen Xiaofeng, un abogado hongkonés especializado en ciencia. Es uno de los pocos que no evita los micrófonos. “Damos la bienvenida a la colaboración, pero no somos inocentes, sabemos que también debe existir competición”, agrega Chen.

Sin miedo

En la misma línea se posiciona su paisano Lin Shunchao, oftalmólogo y miembro del Consejo Legislativo de Hong Kong. “Nuestro objetivo es lograr soluciones beneficiosas para ambas partes”, afirma, “una negociación siempre implica dar y recibir”. “Intentaremos alcanzar un acuerdo razonable, pero debe ser justo”, asevera Lin. En su opinión, China “no tiene miedo” y está preparada para este segundo mandato de Trump porque ahora “comprende mejor su estilo y estrategia”. Aunque reconoce que “se necesita tiempo” para encontrar puntos en común, cree que “el ambiente general está mejorando”.

Lin habla en un inglés perfecto. Y responde incluso a la pregunta sobre si China se unirá al plan de paz propuesto por Trump para la guerra de Ucrania: “Creo que depende”, sopesa ante una decena larga de corresponsales extranjeros y periodistas locales. “Si hay un papel para China y si China es invitada, entonces creo que sería un buen movimiento. Sí, porque somos, de alguna manera, una parte imparcial. Y, por supuesto, China es una de las potencias mundiales”.

Estos últimos días, algunos analistas chinos han dejado caer incluso la idea de que la República Popular podría participar con un despliegue de fuerzas de paz sobre el terreno. El coronel retirado Zhou Bo, que ha participado en las operaciones chinas de mantenimiento de la paz de la ONU, planteó esta posibilidad en una reciente entrevista con el diario hongkonés South China Morning Post: sugirió que China podría desplegar tropas de mantenimiento de la paz, con el consentimiento tanto de Ucrania como de Rusia, para ayudar a mantener cualquier alto el fuego negociado.

La semana pasada, ante la propuesta lanzada por Trump ―un terremoto que ha sacudido las capitales europeas― Xi habló al teléfono con su homólogo ruso, Vladímir Putin, quien le puso al día de los últimos acontecimientos: “China ve con buenos ojos los esfuerzos activos de Rusia y otras partes implicadas para resolver la crisis”, le confió Xi, según el comunicado oficial. Los relojes de Washington, Moscú y Pekín se acompasan en el asunto de Ucrania.

“Personalmente, estoy muy a favor de un mundo en paz”, zanja el delegado Lin, justo antes de que los responsables de seguridad echen a la prensa del Gran Salón del Pueblo. “Creo que en los próximos meses es muy probable que el tema de Ucrania se resuelva y China estará ahí”. Se acabó el tiempo. Fin del eclipse.

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