Las familias de los rehenes en Gaza presionan a Netanyahu y Trump: “¡Todo lo demás puede esperar!”
Crecen las dudas sobre el cumplimiento de las tres fases del alto el fuego en medio de los planes de los mandatarios de EE UU e Israel para deportar a los gazatíes y dejar la Franja palestina en manos de Washington
Omri Lifshitz, de 51 años, es consciente de que si su progenitor, Oded, de 83, sale con vida de Gaza, “es un milagro”. Pero, al mismo tiempo, este padre de tres hijos de 4,10 y 12 años explica que “es como con Santa Claus, hay que seguir creyendo”, aunque tiene serias dudas de la voluntad del Gobierno de Israel de completar las tres fases del alto el fuego y la liberación de todos los cautivos. “Desgraciadamente, creo que para...
Omri Lifshitz, de 51 años, es consciente de que si su progenitor, Oded, de 83, sale con vida de Gaza, “es un milagro”. Pero, al mismo tiempo, este padre de tres hijos de 4,10 y 12 años explica que “es como con Santa Claus, hay que seguir creyendo”, aunque tiene serias dudas de la voluntad del Gobierno de Israel de completar las tres fases del alto el fuego y la liberación de todos los cautivos. “Desgraciadamente, creo que para ellos [mantener] la coalición es más importante que los rehenes”, agrega durante una conversación con EL PAÍS, refiriéndose al sector más ultranacionalista del Ejecutivo, contrario a la tregua y al canje de los secuestrados por presos palestinos.
Lifshitz muestra estas dudas en la misma semana en que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente de EE UU, Donald Trump, han expuesto sus intenciones para la Franja. En plena primera fase del alto el fuego, ambos han propuesto expulsar a los gazatíes y que el enclave acabe bajo control de Washington. Se trata de una novedad, considerada un plan de limpieza étnica y fuera de toda legalidad, puesta sobre la mesa en pleno proceso de la tregua acordado entre Israel y Hamás. Lifshitz expresa sus dudas sobre el papel del líder republicano estadounidense. Al mismo tiempo, confía en que sea capaz de influir para mantener la tregua que ha salido adelante gracias a él y que se cumplan sus distintas etapas.
“Los rehenes son lo primero, ¡todo lo demás puede esperar!”, reza el lema bajo el que este sábado por la tarde se ha manifestado en Tel Aviv el foro que agrupa a la mayoría de familias de los cautivos. “¡Los horribles testimonios del cautiverio demuestran que el tiempo se está acabando para los rehenes!”, señalan en un comunicado, al tiempo que reclaman que se cumplan “todas las etapas del acuerdo, que finalicen con el regreso del último rehén”.
“¿Qué significa ‘nunca más’ si aquí, en nuestro propio país, a solo una hora en coche de Tel Aviv, los judíos están siendo abandonados para morir en condiciones similares a las de Auschwitz?”, dijo entrada la noche en un acto del foro en Tel Aviv la exrehén Sharon Cunio. Repetía la comparación con el Holocausto que horas antes hizo el foro en referencia al estado de los tres cautivos liberados este sábado.
El de Oded Lifshitz es uno de los nombres que figuran en la lista de 33 que deben ser entregados por Hamás en la primera fase del alto el fuego. De ellos, se sabe que ocho ya no están con vida. La familia está preparada para todo, incluso su esposa, Yocheved, hoy de 86 años, que pasó secuestrada 17 días antes de quedar en libertad por razones humanitarias. Mientras Omri habla sentado en una silla de la conocida como plaza de los rehenes de Tel Aviv en la tarde del sábado, sobrevuela uno de los helicópteros que traslada desde la frontera de Gaza a un hospital de esta ciudad a uno de los liberados por la mañana. “En uno como ese trajimos devuelta a mi madre”, señala apuntando al cielo.
Yocheved y Oded, conocidos por participar como activistas en un programa para sacar a enfermos gazatíes de la Franja para que fueran atendidos en Israel, fueron secuestrados en el kibutz Nir Oz durante el ataque del 7 de octubre de 2023. Ella levantó cierta polvareda e indignación en una parte de la sociedad israelí porque criticó la dejadez de las autoridades, lo que, bajo su punto de vista, permitió al ataque de los milicianos palestinos. Lo hizo nada más regresar a su país en una concurridísima e improvisada rueda de prensa en un hospital. Estos días, Yocheved sigue luchando para que su marido y el resto de secuestrados salgan, y acude incluso a algunas manifestaciones, relata Omri.
Durante unos instantes, en la plaza de Tel Aviv la gente grita, sonríe y saluda al cielo al escuchar el ruidoso vuelo del aparato militar hacia el centro hospitalario. Pero las explosiones de júbilo dejan paso pronto al peso de la incertidumbre ante el futuro de todos los civiles y militares —un total de 76— que siguen secuestrados en la Franja tras más de 16 meses. Se alarga la sombra, como temen Omri Lifshitz y otros, de un posible fracaso de la segunda fase del alto el fuego ante las maniobras de la pinza formada por Netanyahu y Trump.
Eso ha llevado a las familias de los rehenes, que no esconden su agradecimiento al impulso dado por Trump a la tregua, a presionar el acelerador para que la liberación de todos siga siendo una prioridad por delante de retomar la guerra o planificar el futuro de Gaza. Esas dudas aumentan, además, en medio de las constantes quejas de Netanyahu hacia la manera en que el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás, gestiona la puesta en escena de las entregas de cautivos a la Cruz Roja.
Sin un argumento que lo sustente, el primer ministro acusa al movimiento de incumplir lo pactado en el alto el fuego. Este sábado, además, el mandatario israelí aseguró que tomará “medidas apropiadas”, aunque no las ha detallado, ante lo que describe como el “grave estado” de los tres rehenes israelíes liberados. Lo hizo tras comprobar el deterioro físico de Ohad Ben Ami, de 56 años; Eli Sharabi, de 52, y Or Levy, de 34. “Siempre estamos con miedo”, responde Omri Lifshitz a cómo pueden afectar esas amenazas del primer ministro al alto el fuego. “Hasta que no ocurren, no ocurren”, señala refiriéndose a las liberaciones.
La vuelta de todos supone una “obligación sagrada” y “un derecho moral”, reclama el foro de las familias. “No nos daremos por vencidos ni nos detendremos en ningún momento hasta que todos los rehenes regresen a sus hogares en virtud del acuerdo actual. Hasta el último: los vivos para su rehabilitación y los fallecidos para su entierro adecuado”, añade el texto en un mantra repetido decenas de veces a lo largo de la contienda.
Entre los últimos que se han dirigido directamente a Netanyahu se encuentra Yarden Bibas, que fue liberado en el canje del sábado 1 de febrero, dejando atrás a su mujer y sus dos hijos en uno de los casos más dramáticos y que mantiene en vilo a todo el país. “Primer Ministro Netanyahu, ahora me dirijo a usted con mis propias palabras, que nadie me ha dictado: Traigan de vuelta a mi familia, traigan de vuelta a mis amigos, traigan a todos a casa”, exige Bibas. Su mujer, Shiri, y los pequeños, Ariel y Kfir, con cuatro años y nueve meses respectivamente en el momento de ser capturados, fueron dados por muertos por Hamás, que obligó incluso a grabar un vídeo a Yarden informando de ello y culpando al primer ministro. Pero las autoridades de Israel nunca han confirmado oficialmente esas muertes. Como en la familia Lifshitz, entre los Bibas, según ha podido saber este diario, el peso de la duda es enorme y tratan de no hacerse falsas ilusiones aunque sigan reclamando el regreso de los suyos.