Trump evita concretar sus amenazas arancelarias en las primeras horas en la Casa Blanca
El presidente de EE UU baja algo el tono en política comercial, sobre todo con China, aunque pone nuevamente en la proa a México y Canadá
Mano dura contra la inmigración y las políticas verdes, pero pocas novedades sobre sus repetidas amenazas comerciales. En sus primeras horas en la Casa Blanca, Donald Trump ha eludido cualquier mención expresa a los aranceles con los que ha amenazado a medio mundo y que amagan con volver a poner del revés el comercio mundial. Ni rastro de ellos, por ahora, en los decretos...
Mano dura contra la inmigración y las políticas verdes, pero pocas novedades sobre sus repetidas amenazas comerciales. En sus primeras horas en la Casa Blanca, Donald Trump ha eludido cualquier mención expresa a los aranceles con los que ha amenazado a medio mundo y que amagan con volver a poner del revés el comercio mundial. Ni rastro de ellos, por ahora, en los decretos con los que ha dado por inaugurada su segunda era como presidente. Aunque con algunas indicaciones, más o menos explícitas, de en qué dirección puede apuntar en las próximas semanas: el gravamen del 25% sobre sus dos vecinos norteamericanos, México y Canadá —con quien les une un tratado de libre de comercio renegociado por obra y gracia del propio Trump—, entra ya en fase de ultimátum. Los presidentes pueden emitir órdenes arancelarias sin la aprobación del Congreso.
Trump declaró este lunes dos emergencias nacionales: una en la frontera sur, con la que pretende frenar la inmigración, y otra energética, con la que quiere aplicar esteroides sobre su ya de por sí boyante producción de petróleo y gas. No así la económica, la que habría habilitado la puesta en marcha inmediata de aranceles, ciñéndose de momento a un memorando que ordena a las agencias federales estudiar las relaciones comerciales de Estados Unidos con China, Canadá y México. “En un discurso inaugural guionado, las menciones de Trump a las tarifas han sido limitadas”, constata Paul Donovan, economista jefe del banco de inversión suizo UBS, en un informe exprés para clientes. Con todo, apostilla Tom Orlik, economista jefe de Bloomberg Economics, “que los aranceles se hayan aplazado no quiere decir que los vaya a dejar caer”.
“Aún está por ver, pero lo que nos sugieren estos documentos es una aproximación más medida [en política comercial]”, escribe Chris Turner, jefe de análisis global de mercados del banco neerlandés ING. “Trump es una bola de demolición imposible de predecir qué dirección tomará”, apunta gráficamente Dominic Meagher, economista jefe del think tank John Curtin Centre. Lo único claro, a tenor de lo sucedido el lunes, es que se tomará más tiempo de lo previsto.
Su presumible apertura a negociar, que contrasta con la intransigencia mostrada en campaña, es particularmente evidente en el caso de China, un país al que había amenazado con aranceles lineales de hasta el 60% sobre sus productos. En los primeros informes que circulan en la nueva Administración estadounidense, Pekín parece pasar de objetivo inmediato de los aranceles a —únicamente— sujeto de una investigación por “prácticas injustas”. Con la promesa de Trump, además, de debatirlo pronto con su homólogo chino, Xi Jinping.
“Que no haya tomado aún la dirección de China quiere decir que [Pekín] aún tiene tiempo para persuadirle”. Aunque con muchas otras motivaciones, la reciente prórroga presidencial de 75 días para evitar el apagón de la red social TikTok —también china— bien podría enmarcarse en ese mismo intento, todavía incipiente, de apaciguamiento con el gigante asiático. Los principales beneficiados de la prudencia de Trump —que en principio contradice los comentarios de línea dura sobre el gigante asiático de Scott Bessent, el candidato elegido para el puesto de secretario del Tesoro—, son los valores chinos.
El dólar como telón de fondo
La mera renuncia de Trump a imponer aranceles en el día uno de su Administración ha tenido eco en los mercados financieros. Tras una racha de fuertes subidas en su cruce frente a las principales divisas internacionales desde las elecciones de noviembre, el dólar aflojó el paso este lunes, alejándose ligeramente de la paridad con el euro. De haber dado el paso con una primera ronda de aranceles este lunes, lo más probable es que el billete verde hubiese seguido el camino contrario: más barreras comerciales son siempre sinónimo de más inflación y, por tanto, también de tipos de interés más altos. El caldo de cultivo perfecto para que una moneda se aprecie.
La cuidadosa aproximación a la política comercial ayudó a calmar a los operadores, que habían estado comprando dólares a un ritmo vertiginoso, y permitió que otras monedas subieran. Pero por la noche, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, Trump inoculó de nuevo la fiebre por comprar billetes verdes con su ultimátum a México y Canadá.
El lunes por la mañana, los futuros del S&P 500 subían y el rendimiento de los bonos del Tesoro bajaba, pero el impulso perdió fuerza durante la noche, después de que Trump amenazara con imponer aranceles del 25% a Canadá y México el 1 de febrero: su amenaza hizo subir el dólar. El reinado de la divisa estadounidense parece asegurado a corto y medio plazo, pese a las cambiantes prioridades de Trump en apenas 12 horas de la jornada de investidura. “Las últimas 24 horas están mostrando que va a haber muchos cambios que todos tenemos que digerir”, consideró Mary Erdoes, directora ejecutiva de gestión de patrimonio de JPMorgan.
El propio magnate republicano es, en realidad, uno de los mayores interesados en que la divisa de su país se debilite, para hacer más competitivas sus exportaciones y devolver a su industria a la gloria —según él— perdida. “Un dólar débil es la obsesión de Trump”, escribe Zouhoure Bousbih, de la gestora de fondos Ostrum. Justo lo contrario de lo que ha sucedido hasta ahora, con un fortalecimiento que “muestra similitudes” con otra era: la del primer mandado de Ronald Reagan, a principios de los ochenta.
“Su poder desestabilizador se acentúa debido al deterioro significativo de la posición neta de inversión internacional de EE UU. Si se erosiona la confianza en las condiciones fiscales y monetarias, las salidas de capital podrían crear dislocaciones en los mercados financieros”, avisa Bousbih. “Es un escenario que nunca ha ocurrido, pero quién sabe... La disminución de las reservas [externas] en dólares en favor del oro también podría tener un impacto significativo en los mercados de bonos del Tesoro de EE UU y, en última instancia, el dólar”. Los mercados, en fin, como potencial dique de contención frente a las aventuras de Trump. Cuatro años frenéticos en todos los frentes económicos.
Bajo la rúbrica de Política Comercial de Estados Unidos Primero, que anunciará en breve, el equipo de transición de la Administración republicana ha redactado un amplio memorando comercial que no contempla, en principio, la imposición de nuevos aranceles, sino que da instrucciones a las agencias federales para evaluar las relaciones comerciales con México, Canadá y China. El presidente republicano prometió en noviembre aranceles del 10% a las importaciones mundiales, del 60% a los productos chinos y un recargo del 25% a la importación de productos canadienses y mexicanos. El memorando ordena específicamente a las agencias que evalúen el cumplimiento por parte de Pekín de su acuerdo comercial de 2020 con Estados Unidos, así como una revisión en 2026 del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, en sus siglas inglesas).