La elección de 36 gobernadores en EE UU, una votación ‘menor’ pero muy disputada

Los republicanos ganan terreno en Estados tradicionalmente demócratas con un mensaje basado en la situación económica y el aumento de la criminalidad

La vicepresidenta de EE UU, Kamala Harris, y Hillary Clinton flanquean a Kathy Hochul, candidata a gobernar Nueva York, este jueves en un mitin en Manhattan.TIMOTHY A. CLARY (AFP)

A cara de perro. La elección de los gobernadores de 36 Estados de EE UU, de los 50 que componen el país, puede deparar más de un revés a los demócratas en las elecciones de este martes. Las espadas están en alto y hasta el presidente, Joe Biden, ha debido bajar a la arena para respaldar a su candidata Katy Hochul, ...

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A cara de perro. La elección de los gobernadores de 36 Estados de EE UU, de los 50 que componen el país, puede deparar más de un revés a los demócratas en las elecciones de este martes. Las espadas están en alto y hasta el presidente, Joe Biden, ha debido bajar a la arena para respaldar a su candidata Katy Hochul, que aspira a revalidar en las urnas su mandato como gobernadora de Nueva York, y a quien ha acompañado este domingo en un mitin en Westchester, en el Estado de Nueva York. Un Estado tradicionalmente fiel a los demócratas, pero donde los republicanos han dado zancadas en intención de voto en las últimas semanas.

Si no fuera por el relevante papel que desempeñan los gobernadores, esta sería una votación menor comparada con las legislativas. Pero el escenario en que se cruzan el esprint republicano y el nervioso intento de remontada de los demócratas define bien el drama de este 8 de noviembre: frente a la batalla de las ideas y los derechos planteada por los demócratas, los republicanos han ganado terreno con banderas más prosaicas, como el estado de la economía, la inflación o la criminalidad. Algo de lo que los demócratas se han dado cuenta tarde, días antes del desenlace, y que han intentado revertir con la artillería pesada de Biden o los expresidentes Bill Clinton y Barack Obama, también en campaña.

Los gobernadores elegidos podrían resultar decisivos a la hora de determinar si el aborto sigue siendo legal en sus Estados, tras el fallo del Tribunal Supremo que revocó en junio el derecho; también en otros asuntos, como los derechos LGTBIQ, la educación y el futuro del sistema electoral, es decir, de las presidenciales de 2024 para empezar. No parece importar que la mayoría de los aspirantes republicanos secunden la teoría de Donald Trump del fraude en las urnas en 2020: colocar a uno de los suyos como gobernador afín es un objetivo primordial para los partidos.

Nueva York es uno de los Estados más disputados entre rojos (el color con que se identifica a los republicanos) y azules (demócratas). En cuatro de ellos, de un total de 12 especialmente enconados, se votará prácticamente a cara o cruz: Arizona, Nevada, Georgia y Pensilvania.

Nueva York, primacía demócrata en cuestión

Un ejemplo de intento de remontada preventiva por los demócratas es el Estado de Nueva York. En los últimos meses, Hochul ha promovido medidas para blindar el derecho al aborto y ofrecer el Estado como refugio a mujeres que no puedan abortar en los suyos por las prohibiciones derivadas del fallo del Supremo. También introdujo iniciativas de control de armas, tras la liberalización de su uso por el Alto Tribunal con otra sentencia histórica. Del futuro gobernador dependerá también la gestión de la deficitaria agencia metropolitana de transporte (MTA, en sus siglas inglesas), el músculo que mueve la Gran Manzana.

Pero las medidas relativas al aborto y las armas pueden correr peligro si, como indican las encuestas, el candidato republicano Lee Zeldin, cuatro puntos por detrás en los sondeos, fuera elegido gobernador. Hochul se ha apuntado esta semana el apoyo de poderosas comunidades jasídicas (judíos ultraortodoxos), que votan en bloque y a las que ambos candidatos han cortejado con denuedo.

Arizona, claro empate

Arizona es el Estado más reñido de todos en lo que se refiere a la elección de gobernadora. En femenino, porque las candidatas son Katie Hobbs, demócrata y secretaria de Estado desde 2019, y Kari Lake, antigua estrella televisiva y republicana del ala más trumpista, si es que hay grados en la adhesión a un líder cuya autoridad en el partido se ha extendido durante la campaña como una mancha de aceite. Una encuesta de Siena College para The New York Times publicada esta semana prevé un empate, con el 48% de apoyos cada una. Estrella emergente de los republicanos, la antigua presentadora de televisión, neófita en política, ha acorralado a Hobbs, que en 2020 defendió los resultados de las presidenciales en el Estado frente a la infundada reclamación de Trump de haber sido víctima de un fraude. Lake ha recibido el respaldo explícito del magnate y hecho suya su reivindicación, prometiendo que prohibirá el voto por correo —donde según Trump se concentra el fraude electoral― si es elegida.

En el desempate resultarán determinantes los hispanos, que suponen el 25% de los votantes del Estado. Entre sus prioridades figuran la inflación y el coste de la vida, la criminalidad y la violencia armada, el trabajo y los servicios de salud, por este orden, según el estudio Análisis del voto hispano de la consultora LSG. Es decir, las bazas jugadas por los republicanos. El informe subraya un dato general en todos los Estados: casi 3 de cada 4 hispanos están insatisfechos con la dirección del país y más del 50% desaprueba la gestión de Biden. El discurso más conceptual de derechos y libertades del presidente ha calado relativamente en votantes con preocupaciones cotidianas más perentorias, como el coste de la cesta de la compra y la gasolina, o el aumento de la violencia armada en sus vecindarios.

Georgia, ventaja roja

Mal pintan las cosas para los demócratas en Georgia y Nevada, donde los candidatos republicanos les aventajan en seis y cuatro puntos. Georgia reviste especial importancia, por la investigación aún abierta sobre las maniobras de Trump para revertir los resultados de las elecciones de 2020 y cantar fraudulenta victoria. Los candidatos son dos políticos con experiencia, el actual gobernador y candidato republicano, Brian Kemp, y su oponente demócrata, Stacey Abrams. Si pese a los pronósticos, Abrams resultara elegida, sería la primera gobernadora negra del país. Kemp, por su parte, ha superado todas las zancadillas y descalificaciones de Trump, a cuyos deseos de pucherazo no se plegó en 2020, y al que pese a todo se ha abstenido de criticar en campaña.

Abrams fue determinante en la victoria de Biden en el Estado en 2020, arañando votos puerta por puerta, pero la firmeza de Kemp frente a Trump, que intentó descabalgarle en las primarias, es un importante activo. Kemp, de hecho, es de los pocos republicanos de la antigua escuela, horrorizados ante los modos trumpistas. Una franca minoría frente a la avasalladora presencia del magnate en el partido.

Nevada, un ‘sheriff’ en cabeza

El demócrata Steve Sisolak aspira a ser reelegido gobernador de Nevada, pero no lo tiene fácil, pese a sus promesas de garantizar el derecho al aborto en el Estado, uno de los mantras de la campaña demócrata. La bandera de la ley y el orden, además de un recorte del gasto público, ha aupado a la cima de las encuestas al neófito Joe Lombardo, un republicano con credenciales de firmeza ante el crimen tan probadas como el hecho de ser sheriff en ejercicio y haber sido soldado. Los hispanos, que representan el 21% de los votantes registrados, resultarán también determinantes.

Pensilvania, balón de oxígeno para los demócratas

Pensilvania es el único alivio, desde el punto de vista de las encuestas, para los demócratas. Su candidato, Josh Shapiro, actual fiscal general del Estado, aventaja en 13 puntos al senador republicano Doug Mastriano, otro trumpista defensor de la teoría del fraude electoral en 2020, según el sondeo de Siena College. Mastriano es un ultra entre los ultras: estuvo presente en el Capitolio durante el asalto de una horda trumpista el 6 de enero de 2021. El futuro gobernador elegirá al máximo responsable electoral del Estado, que supervisará las presidenciales de 2024, y tendrá el poder de bloquear o facilitar la actividad del Capitolio estatal, dominado por los republicanos, que pretenden restringir el acceso al aborto.

Míchigan y Nuevo México, la baza del aborto

Otras gobernaciones en juego, como la de Florida, pueden marcar el rumbo de la política nacional de cara a 2024, en un momento en el que Trump da casi por seguro que concurrirá y Biden apunta su intención de hacerlo pese a su edad y sus frecuentes lapsus. El gobernador republicano Ron DeSantis, que apoyó en campaña a su homólogo Zeldin en Nueva York, aspira a ser reelegido como probable primer paso hacia la Casa Blanca. En Texas, uno de los Estados donde el debate sobre las armas es más apasionado ―en especial tras la matanza del colegio de Uvalde―, el demócrata Beto O’Rourke, en su día estrella emergente y no del todo declinante del partido, vuelve a probar suerte frente al probable ganador, el republicano Gregg Abbot, de mano especialmente dura contra la inmigración: lleva meses fletando autobuses llenos de indocumentados con destino a Nueva York y Washington. Inmigración y armas han monopolizado los discursos de la campaña.

En Míchigan, la demócrata Gretchen Whitmer, una de las primeras víctimas de la creciente violencia política por un intento de secuestro por parte de ultras republicanos, ha peleado por el derecho al aborto contra su rival Tudor Dixon, entregado trumpista, que pretende prohibirlo por completo si es elegido, incluso para las víctimas de violación o incesto. Es uno de los Estados, con Nuevo México, donde la baza del aborto sí ha destacado entre otros reclamos de campaña.

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