La extrema derecha parte con ventaja en la campaña electoral clave que inicia Italia
Las elecciones del 25 de septiembre llegan en un clima de incertidumbre que también ha sacudido a los mercados
Italia se acerca a unas elecciones cruciales para el país y para toda la Unión Europea. Los comicios se celebrarán, de manera anticipada, el próximo 25 de septiembre tras la abrupta caída en julio del Ejecutivo de unidad nacional de Mario Draghi. Este viernes arranca de manera oficial la campaña electoral, aunque en la práctica los partidos llev...
Italia se acerca a unas elecciones cruciales para el país y para toda la Unión Europea. Los comicios se celebrarán, de manera anticipada, el próximo 25 de septiembre tras la abrupta caída en julio del Ejecutivo de unidad nacional de Mario Draghi. Este viernes arranca de manera oficial la campaña electoral, aunque en la práctica los partidos llevan semanas blandiendo sus promesas electorales. Las principales formaciones han comenzado a descubrir sus bazas, han sellado alianzas y han ultimado sus programas en medio de un clima encendido, con la coalición de la derecha en ventaja, y la formación ultraderechista Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, como favorita en todas las encuestas.
Es la primera vez desde 1919 que el país transalpino votará en otoño. Como la mayoría de votantes se encuentra de vacaciones en este arranque de campaña, los políticos han lanzado sus mensajes y promesas electorales en las redes sociales, accesibles desde cualquier lugar. Esta semana, los líderes de extrema derecha Giorgia Meloni y Matteo Salvini (La Liga) han comenzado de manera anticipada los primeros grandes mítines, que se intensificarán en el próximo mes.
Cerca de 50 millones de electores están llamados a decidir el futuro Gobierno. Si las encuestas apuntan en la dirección correcta —y llevan meses prácticamente inamovibles— la coalición más de derechas de la historia republicana de Italia, con dos partidos ultras en auge, arrasaría en las urnas.
La actual ley electoral italiana beneficia a las coaliciones y por eso los sondeos otorgan un triunfo holgado, con en torno al 45% de los sufragios, a la alianza de derechas, formada por Hermanos de Italia, la ultraderechista Liga de Matteo Salvini y la conservadora Forza Italia de Silvio Berlusconi. La tríada ha acordado que, si ganan, será el partido más votado el que propondrá el nombre del primer ministro, por lo que atendiendo a los sondeos actuales, la candidata con más opciones de hacerlo sería Giorgia Meloni.
Inestabilidad e incertidumbre
Esa opción amenaza con generar inestabilidad en el país e incertidumbre en la política europea, con la posibilidad de ver a una dirigente de extrema derecha al mando de la tercera economía del euro. La rentabilidad de la deuda italiana a 10 años ha subido hasta el 3,7%, lo que ha empujado el diferencial con la deuda de Alemania —un indicador del nivel de riesgo que le atribuyen los inversores— hasta 2,3 puntos porcentuales desde los 1,37 que había registrado a principios de año.
Además, los fondos especulativos se están apresurando a vender deuda pública italiana, temerosos ante el panorama político por las elecciones y la crisis del gas, según señala el diario Financial Times, que recoge datos de la consultora S&P Global Market Intelligence. Se trata de las apuestas más elevadas de los inversores contra el mercado de deuda pública de Italia desde 2008.
Apostar contra la deuda italiana ha sido hasta ahora una operación muy rentable para los fondos de cobertura, debido a la tradicional incertidumbre política italiana, fuertemente aliviada durante el año y medio en el que el prestigioso economista Mario Draghi lideró el Gobierno, y a los temores sobre los 2,3 billones de euros de deuda pública que acumula el país.
Hermanos de Italia, una formación surgida de los últimos coletazos del posfascismo, como heredera del Movimiento Social Italiano, fundado por colaboradores del dictador Benito Mussolini, parte como gran favorita. Todos los sondeos la sitúan como el partido más votado en solitario, rondando el 24% de los votos, 20 puntos porcentuales más que en las últimas elecciones, en 2018.
Meloni, socia e inspiración de Vox, creadora de un artefacto político con raíces en Roma y en el centro-sur de Italia, aún tiene que convencer a los centros de poder italianos y a una parte mayor del electorado si quiere que la ventaja sea neta. Sabe que las encuestas la benefician y que cualquier salida de tono podría hacerle perder puntos. Por eso la política romana ha optado por un perfil bajo. Ha dejado de lado sus clásicos discursos vehementes en los que hablaba a voz en grito y ha optado por guardar silencio la mayor parte del tiempo. En sus alegatos, ha tratado de diluir los ataques contra “los burócratas de Bruselas” o la “violencia islamista”.
La candidata de Hermanos de Italia también ha renegado públicamente del fascismo, a pesar de que su formación comparte en su símbolo la llama tricolor con los colores de la bandera italiana que representa a los partidos de tradición política posfascista. Pero parece que sus viejos modales tan solo estaban latentes. En menos de una semana ha acumulado una serie de golpes bajos que dejan entrever el tono inflamado que adquirirá su campaña electoral.
Hace unos días publicó en sus cuentas en las redes sociales un vídeo de una violación ocurrida en Piacenza, sin el permiso de la víctima, para cargar burdamente contra la inmigración, ya que el presunto agresor es un hombre originario de Guinea. Ante la enorme polémica suscitada, la líder ultraderechista rehusó disculparse con la víctima, que ha denunciado que ha sido reconocida en las imágenes y teme represalias. Meloni se ha limitado a alegar que algunos medios digitales habían publicado el vídeo antes que ella. Este episodio, ejemplo de la radicalización de la violencia sexual y de instrumentalización política, no es un caso aislado. Establecer vínculos entre la criminalidad y la inmigración siempre ha sido una de sus grandes bazas.
Además, Meloni ha puesto en su blanco a los jóvenes que sufren lo que ella ha llamado “desviaciones”, como drogadicción, alcoholismo, bulimia, anorexia, obesidad o trastornos psicológicos. “Hay que sacar adelante a generaciones de nuevos italianos sanos y determinados”, ha lanzado.
La política romana ha celebrado su primer gran mitin esta semana en Ancona, capital de la región de Las Marcas (este de Italia), que la formación ultraderechista ha convertido en uno de sus nuevos feudos desde hace un par de años. El Gobierno regional, presidido por Francesco Acquaroli, de Hermanos de Italia, con el apoyo de otros partidos de derecha, se jacta de haber dificultado el acceso al aborto, hasta hacerlo prácticamente inaccesible en la región y de haber hostigado a la Marcha del Orgullo, entre otras cosas.
Del otro lado, en la batalla política, el centroizquierda acude a las urnas desorientado, dividido en tres bloques —el del Partido Democrático y otras pequeñas formaciones, el de los centristas del ‘Tercer Polo’ y el del Movimiento 5 Estrellas— y menos competitivo. El ex primer ministro Enrico Letta, de tradición socialdemócrata, lidera el Partido Democrático, cabeza del principal polo progresista, al que los sondeos otorgan en torno al 23% de apoyos. Podría competir directamente con Hermanos de Italia para alzarse como el partido más votado, pero no ha conseguido alumbrar una coalición lo suficientemente sólida y amplia como para frenar a la derecha.
La guerra de Ucrania, la crisis energética, la inflación disparada, la desaceleración económica, las consecuencias de la pandemia que aún se hacen notar, o la inversión del fondo de recuperación de la Unión Europea son algunos de los temas que marcarán la escena el próximo mes. Se esperan días de máxima tensión e incertidumbre.
La agitación política en Roma se ha sumado a la dependencia del país de las importaciones de gas ruso para desatar la tormenta perfecta en los mercados, que están dando señales del creciente malestar por las perspectivas económicas y políticas del país transalpino.
Una de las principales propuestas de la derecha para aliviar la situación económica consiste en reducir los impuestos para impulsar el consumo. La coalición conservadora ha esbozado un ambicioso plan fiscal que inevitablemente desembocaría en un aumento del gasto público, lo que a su vez dificultaría la necesaria reducción de la deuda, que este año se prevé que ronde el 147% del PIB.
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