Un país en orden, el Chile que promete José Antonio Kast

El candidato de la derecha extrema promete devolver la estabilidad perdida tras el estallido de 2019, aunque implique medidas polémicas en torno a las libertades individuales

El candidato a la presidencia de Chile José Antonio Kast, del Partido Republicano, sonríe durante el primer debate para la segunda vuelta, el 10 de diciembre de 2021.MARTIN BERNETTI (AFP)

Hace apenas unos meses nadie imaginaba que José Antonio Kast llegaría a la segunda vuelta presidencial. Cofundador de la alianza oficialista Chile Vamos, en 2016 renunció a su partido, la UDI, para superarla por la derecha con su propia formación, el Partido Republicano. Pero, aunque no participó de las primarias del sector en julio, que tenía a su propio candidato para la primera vuelta, Kast logró ordenar detrás de su figura al bloque de Gobierno, incluso a los liberales. Con un dis...

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Hace apenas unos meses nadie imaginaba que José Antonio Kast llegaría a la segunda vuelta presidencial. Cofundador de la alianza oficialista Chile Vamos, en 2016 renunció a su partido, la UDI, para superarla por la derecha con su propia formación, el Partido Republicano. Pero, aunque no participó de las primarias del sector en julio, que tenía a su propio candidato para la primera vuelta, Kast logró ordenar detrás de su figura al bloque de Gobierno, incluso a los liberales. Con un discurso basado en los conceptos clásicos de la derecha —patria, familia, orden y libertad—, el líder ultraconservador ha logrado conquistar como símbolo del orden público y la estabilidad perdida tras el estallido de octubre de 2019, que tanto Kast como sus adherentes asocian a consecuencias devastadoras. Incluso aunque impliquen medidas polémicas respecto de algunas libertades individuales.

Este asunto ha sido reconocido incluso por la izquierda: “No hay revuelta, estallido o levantamiento popular que no tenga fin, es decir, es imposible que un estado de inestabilidad general de una nación se pueda mantener indefinidamente en el tiempo”, analizaba el histórico dirigente socialista Camilo Escalona, luego de la primera vuelta del 21 de noviembre, sobre una de las deficiencias de la campaña de Boric. Lo analizaba otro dirigente socialista, Osvaldo Andrade, en una entrevista reciente, en la que se refirió al papel del Partido Comunista, el principal de la alianza de Boric. A juicio del que fue ministro del Trabajo del segundo Gobierno de Michelle Bachelet, los comunistas se asociaron a la protesta de 2019. “Me refiero a asociarse nítida e inequívocamente, incluso siendo comprensivo con la violencia de la protesta”.

Kast, por lo tanto, ha encontrado un fuerte en oponerse a la inestabilidad y la violencia: “¿Por qué hemos abandonado nuestras poblaciones a la dictadura del narcotráfico? ¿Por qué hemos dejado que la delincuencia avance sin control? ¿Por qué hemos permitido al populismo penetrar en la política, destruyendo nuestras instituciones y liquidando los ahorros y la economía de millones de chilenos?”, se preguntaba el candidato en su cierre de campaña de primera vuelta, en cuyo discurso sobrevuela la necesidad de defender y recuperar a Chile, que considera extraviado. “Llegó la hora de hacer que Chile vuelva a crecer otra vez, progresando con fuerza y con justicia, en paz, armonía y libertad”, asegura este candidato, que ha usado símbolos patrios como la bandera de Chile y obligado a la campaña de su rival a utilizarla en esta segunda etapa de la carrera a La Moneda.

El candidato republicano propone la reorganización y modernización de las policías —no la refundación, como proponía originalmente Boric— para hacerle frente al narcotráfico, los crímenes violentos y delitos como los llamados portonazos (quitar el coche en las entradas de las viviendas), que se han hecho frecuentes. “No hay vida digna sin paz, no tendremos paz sin estabilidad y no habrá desarrollo sin seguridad”, indica en su nueva hoja de ruta. “Seremos el Gobierno que recuperará el Estado de derecho, el orden y la autoridad, con liderazgo y sentido común”, promete Kast, que se declara “cansado” de los que usan la violencia como medio de acción política, la destrucción del patrimonio y de las “afrentas permanentes” a la autoridad y a la comunidad.

En esa línea, Kast contempla proponer al Congreso un nuevo Estado de Emergencia en que el presidente tenga la facultad de interceptar, abrir o registrar documentos y todo tipo de comunicaciones y arrestar a las personas en sus propias moradas o en lugares que no sean cárceles, ni estén destinadas a la detención. En las horas sucesivas al debate radial del viernes, sin embargo, Kast tuvo que aclarar este punto: “Nosotros somos demócratas, de respeto a la ley y el Estado de derecho”, dijo el candidato, que agregó que se trata de medidas ya contempladas en los actuales estados de excepción.

Su agenda en seguridad pública le ha permitido tener altísimo respaldo en la región de la Araucanía y sus alrededores, una zona de conflicto permanente que ha crecido en intensidad desde fines de los años noventa. Consiguió un 42% de respaldo, mientras Boric obtuvo un 16% en la región, azotada por uno de los mayores problemas que actualmente tiene Chile y que se explica por la complejización del conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche por las tierras ancestrales. Kast, en paralelo, tiene un discurso fuerte para el control de la inmigración, un fenómeno que sobre todo afecta a las familias pobres residentes en la zona norte del país. El candidato propone sobre todo el control de las fronteras con medidas como la construcción de una zanja de cientos de kilómetros, un nuevo estatuto de expulsión de “inmigrantes ilegales” y la “exigencia” al Gobierno peruano y boliviano de reforzar sus fronteras.

En materia internacional, Kast promete evaluar la permanencia de Chile en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, “donde están presentes Cuba y Venezuela” dos países que el candidato considera una dictadura. El candidato no quiere que Chile tenga embajadas en ambos países, donde solo mantendrá, dijo, “sus respectivos consulados”. A su vez, busca una coordinación latinoamericana para detener y juzgar a “terroristas” (en su programa de primera vuelta, hablaba de “terroristas de izquierda”) y pone un especial interés en el trabajo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, a la que originalmente proponía expulsar del país. “Le vamos a ser exigibles todos los requisitos y pagos para su permanencia”, dijo Kast en el debate radial del viernes.

Kast ha moderados las medidas conservadoras que prometía en su campaña de primera vuelta (tiene nueve hijos, es adherente del movimiento católico Schoenstatt y se opone al aborto). De acuerdo a sus últimos anuncios contemplados en el nuevo plan de Gobierno, no buscará abolir la ley de aborto en tres causales aprobada por el Congreso –”soy una persona profundamente democrática”, ha dicho–, no dará beneficios especiales a las parejas casadas ni fusionará el Ministerio de la Mujer con otra cartera.

En materia económica, Kast promete estabilidad institucional y macroeconómica y un “compromiso intransable con la sostenibilidad fiscal”, por lo que la deuda pública bruta en un eventual Gobierno sería inferior al 50% del PIB. Su prioridad estará en la inversión, la creación de empleos y la mejora de los salarios, con un especial interés en “la recuperación de las certezas jurídicas y el desarrollo de un marco regulatorio atractivo” tanto para los emprendedores como los inversionistas. Si en el programa de primera vuelta proponía una reducción de la tasa de impuestos a las empresas de un 27% a un 17%, sus asesores han aclarado que esta medida estará supeditada al crecimiento y que mirará al promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que está en torno al 25%.

En materia estatal, en tanto, busca la creación de un Estado pequeño y eficiente, donde busca deshacerse de los “operadores políticos” del sistema público y fusionar determinados ministerios. De acuerdo a su nueva hoja de ruta, todas las personas que aspiren a un cargo de elección popular deberán someterse a una prueba para detectar el consumo de drogas.

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