Al menos tres muertos en el primer atentado tras la salida de EE UU de Afganistán

Las explosiones, que han causado una veintena de heridos, han tenido lugar en Jalalabad, capital de una provincia considerada uno de los feudos de la rama local del Estado Islámico

Milicianos talibanes custodian el lugar de una de las explosiones de este sábado en la ciudad oriental de Jalalabad, en Afganistán.STR (AFP)

Al menos tres personas han muerto este sábado y otra veintena han resultado heridas en varios ataques con explosivos en Jalalabad, al este de Afganistán, según fuentes sanitarias de esa ciudad. El atentado, que ha tenido como objetivo un vehículo de los talibanes en el barrio de Angorbagh, es el primero del que se tiene noticia desde el que golpeó el aeropuerto de Kabul el 26 de agosto, días antes de la salida del último soldado estadounidense. L...

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Al menos tres personas han muerto este sábado y otra veintena han resultado heridas en varios ataques con explosivos en Jalalabad, al este de Afganistán, según fuentes sanitarias de esa ciudad. El atentado, que ha tenido como objetivo un vehículo de los talibanes en el barrio de Angorbagh, es el primero del que se tiene noticia desde el que golpeó el aeropuerto de Kabul el 26 de agosto, días antes de la salida del último soldado estadounidense. Las sospechas recaen de nuevo sobre la rama local del Estado Islámico (ISIS-K), aunque nadie se ha responsabilizado por ahora.

Dos vecinos de Jalalabad que se encontraban en el hospital Sehat Ama visitando a unos parientes han visto llegar las ambulancias con los heridos. “Los familiares que los acompañaban nos han contado que ha habido dos explosiones. La primera no ha causado víctimas, pero al llegar los talibanes se ha producido una segunda que es la que ha provocado los heridos”, relatan a EL PAÍS.

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Al parecer, los tres muertos son miembros de la milicia fundamentalista. Sin embargo, entre los heridos, los medios locales aluden al menos a dos mujeres y un hombre civil. Fotografías difundidas por las redes sociales muestran un vehículo verde de la policía con la bandera talibana, con el capó deformado y en medio de un montón de escombros.

Los talibanes no han comentado oficialmente el atentado, pero en el centro de Kabul se ha notado un refuerzo de la seguridad. Los puestos de control que en los días pasados se mostraban relajados han empezado a mostrarse más inquisitivos, en especial con los ocupantes de las motos.

Aunque ningún grupo se ha atribuido el ataque, las sospechas han recaído enseguida sobre el ISIS-K, rival de los talibanes y que ya se responsabilizó del atentado contra el aeropuerto de Kabul, en el que murieron un centenar de personas. La provincia de Nangarhar, de la que Jalalabad es capital, constituye uno de los bastiones de esa rama del Estado Islámico, muchos de cuyos combatientes quedaron en libertad cuando los talibanes abrieron las puertas de las cárceles.

Los institutos reabren pero no para las chicas

El atentado no ha logrado eclipsar la emoción que este sábado sentían muchos alumnos y profesores de secundaria por la reapertura de los centros públicos. Sin embargo, la noticia, anunciada la víspera, estuvo ensombrecida desde el principio por el hecho de que la reanudación del curso no sea extensiva a las chicas. Solo las niñas de primaria y sus profesoras están pudiendo acudir a clase. Muchas activistas han equiparado la medida a una prohibición de hecho de la escolarización de las niñas entre 12 y 17 años.

Ante las críticas, el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, ha declarado que “las escuelas de niñas van a reabrir pronto”. Según Mujahid, las responsables del Emirato Islámico están viendo cómo separar las clases por sexos y dividir a los profesores en las escuelas de niñas. Sus palabras no han convencido.

Pashtana Zalmai Khan Durrani, una activista por los derechos de la educación que ha pasado a la clandestinidad, reaccionaba indignada. “Las escuelas ya están segregadas. ¿A quién están tratando de engañar? Dejen de dar excusas y abran las escuelas ya. Dejen que las mujeres trabajen”, ha tuiteado.

Aisha, una cría muy espabilada de 14 años, estaba enfadadísima. “Si no nos dejan ir al colegio pronto, voy a pedir a mis padres que nos vayamos a vivir a Pakistán o que, al menos, me envíen a casa de mis primas allí”, respondía a esta enviada. Ella quiere ser médico como su prima mayor y en su familia todos consideran que la educación es lo primero.

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