Trump asegura que Estados Unidos tendrá la cura contra el coronavirus “mucho antes de final de año”
El presidente sostiene en su discurso por el 4 de julio que el país va camino de "una tremenda victoria" frente a la pandemia a pesar del grave repunte de las infecciones
Estados Unidos ha celebrado su 4 de julio, aniversario de la independencia americana, a media asta, con la población llamada a quedarse en sus casas por el nuevo aumento de los contagios de coronavirus, y más de una docena de Estados dando marcha atrás en la reapertura del país por el miedo a la escalada. En los jardines de la Casa Blanca, sin embargo, el mensaje que Donald Trump transmitió fue el de una “victoria tremenda” al alcance de la mano. “Vamos camino a...
Estados Unidos ha celebrado su 4 de julio, aniversario de la independencia americana, a media asta, con la población llamada a quedarse en sus casas por el nuevo aumento de los contagios de coronavirus, y más de una docena de Estados dando marcha atrás en la reapertura del país por el miedo a la escalada. En los jardines de la Casa Blanca, sin embargo, el mensaje que Donald Trump transmitió fue el de una “victoria tremenda” al alcance de la mano. “Vamos camino a una tremenda victoria, va a pasar y va a pasar a lo grande”, dijo. Ante cientos de invitados, de nuevo sin mascarillas, aseguró también que el país dispondría de alguna “solución” o “vacuna” contra la covid-19 “mucho antes de final de año”.
La cacofonía entre el republicano y el propio cuerpo de científicos que dirige la respuesta de la Casa Blanca ante esta crisis se hizo palpable por segundo día consecutivo, o más bien por enésima vez. Si el epidemiólogo Anthony Fauci, el rostro más popular del equipo, llama a los ciudadanos a evitar las reuniones multitudinarias y anima a usar mascarillas, el presidente se anima acto seguido a organizar un gran evento. Así fue el viernes por la noche, en el emblemático monte Rushmore de Dakota del Sur, y así fue este sábado, en un nuevo discurso con cientos de invitados sin protección alguna.
El acto del presidente con motivo del 4 de julio es una tradición creada por el propio Trump el año pasado. Hasta entonces, esta era una celebración patriótica, pero no política, y eminentemente familiar. El mandatario decidió el año pasado darse un baño de masas desde el monumento de Lincoln y este año optó por dos eventos. El sábado, a diferencia del viernes, sí abordó la crisis sanitaria. Atacó el “secretismo de China” en el origen del brote de la covid-19 y aseguró que el régimen “rendiría cuentas”.
“Nos estaba yendo mejor que a ningún otro país en la historia y entonces tuvimos esta terrible plaga de China, pero estamos más cerca de librarnos de ella”, recalcó. “Nuestro país está volviendo, nuestras cifras de empleo son espectaculares, están pasando muchas cosas que la gente aún no ve. Vamos camino de una tremenda victoria, va a pasar y va a pasar a lo grande. Nuestro país será mejor que nunca”, añadió entusiasta.
Estados Unidos ha confirmado 2,8 millones de contagios del coronavirus y lleva casi 130.000 muertos a la espalda. Con una población de 330 millones de habitantes, el volumen relativo no es peor que el de otros países europeos, pero, a diferencia de lo que ha ocurrido al otro lado del Atlántico, el ritmo de los nuevos casos ha vuelto a crecer, con tres días consecutivos de récord, sin motivos claros. Pesa el aumento de las pruebas, pero también se ha detectado el repunte precisamente en los territorios que antes han abierto su economía.
Trump también lanzó alguna puya a la “izquierda radical” y a los “saqueadores”, en referencia a los actos vandálicos que se produjeron en el marco de las protestas contra el racismo, y repitió la idea de que la izquierda estadounidense ha lanzado una guerra contra la historia y la identidad de Estados Unidos por las protestas contra algunos símbolos y monumentos.
“Juntos lucharemos por nuestro sueño americano y para defender, proteger y preservar el modo de vida americano, que empezó en 1492, cuando Colón descubrió América”, dijo este sábado, y enlazó automáticamente con la guerra arancelaria. El “poder de los aranceles”, dijo, ha permitido que Washington negocie nuevos acuerdos comerciales que eviten que otros países “se aprovechen” de Estados Unidos.
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