LA VIDA POR AQUÍ

“El Brexit me partió el corazón...”

Ingleses veteranos en España viven con angustia, incertidumbre y desconcierto su porvenir aquí

Ingleses en el café Gijón de Madrid. Desde la izquierda, Giles, Camilla, Tamzin y Nigel.Luis Sevillano

“...; sólo la doble nacionalidad me lo volvería a unir”. El titular lo enuncia Giles Tremlett, periodista del Guardian, autor de una monumental biografía de Isabel la Católica, veintiocho años en España, dos hijos. Vive “en la más completa incertidumbre”. Malos tiempos para el país nublado. En su semblante está esa herida que causa el Brexit.

Está con otros ingleses: Nigel Aston, veinticinco años en España, Camilla Hillier-Fry, treinta años en Madrid, y Tamzin Townsend, d...

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“...; sólo la doble nacionalidad me lo volvería a unir”. El titular lo enuncia Giles Tremlett, periodista del Guardian, autor de una monumental biografía de Isabel la Católica, veintiocho años en España, dos hijos. Vive “en la más completa incertidumbre”. Malos tiempos para el país nublado. En su semblante está esa herida que causa el Brexit.

Está con otros ingleses: Nigel Aston, veinticinco años en España, Camilla Hillier-Fry, treinta años en Madrid, y Tamzin Townsend, directora teatral, aquí desde 1992. Como Tremlett, cada uno tiene dos hijos nacidos aquí. En las fotos hay risas. En las palabras el Brexit arroja niebla.

Sólo Tamzin puede aspirar a una nacionalidad que la conserve como europea en los papeles. Pues su familia es irlandesa. Entre todos (averigua Giles) suman “115 años en España”. Y quieren ser también de aquí.

Todos los nombres de la incertidumbre marcan el momento que viven. Desesperación, desamparo, frustración, confusión, cabreo. “No se han tenido en cuenta las personas”. “En un tiempo podíamos”, dice Nigel, “comunicarnos con los diputados. Ya nada sirve”. No hay quien lo entienda, “nadie puede hacer planes, nadie sabe qué proyectos le aguardan”.

Camilla: “Les he dicho a mis hijos que no salgan de España. Es muy triste limar el horizonte de universitarios”. Nigel no sabe qué pasará con su pensión, “la de aquí y la de allí”. Desolación es la palabra que deletrea Giles. “Estamos condenados a la incertidumbre continua”.

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Aquel 23 de junio de 2016, cuando se votó el Brexit, a Giles le vino “la furia”. “Me quitaron una parte de mi identidad, que convivía con la española”. Sus libros sobre España no son suficiente razón para esa doble nacionalidad que, como él, reclaman otros ingleses afectados.

Tamzin hubiera estado “en la manifestación de los cuatro millones”. Viaja mucho. Y ahora se fija en el “others” de las llegadas internacionales de los aeropuertos. “Y se me viene a la cabeza que un día estaré en esas filas interminables”. Se siente, como los otros, “cien por cien europea”. El Brexit no causa solo problemas físicos o administrativos, “causa problemas mentales”. Hubo, dicen, “tan poca verdad, fue todo tan poco claro...”. Ahora se dividen sobre las apuestas: ¿habrá otro referéndum, saldrá un Brexit ligero?

Angustia es otra palabra del damero maldito. Aquel 23 de junio pasaron “la noche en blanco”. Camilla recuerda que antes sus hijos se peleaban, uno como español y otro como británico. “Yo les decía: no seáis paletos: vosotros sois europeos”. Saldrá el Brexit, no tendrán, quizá, doble pasaporte, “pero seguiremos siendo europeos”.

Fernando Ripollés, 45 años, empresario español en Londres, dijo por teléfono: “Es una locura. No me puedo creer que Londres vuelva atrás después de lo que ganó con Europa”. Fiona Garín tiene a Inglaterra como una de sus patrias. Es directora senior de BD, dedicada desde Europa a la industria sanitaria: “Es más que una cuestión emocional. Un ejemplo, los tubos de sangre que enviamos a India, a África..., millones de habitantes serán afectados por este retroceso”. El Brexit le parte el corazón hasta a la niebla.

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