Qatar celebra el triunfo sobre el boicot de sus vecinos

El rico emirato sigue adelante con el Mundial y otras infraestructuras, pero está menos activo en la región

El jeque Mohamed Bin Abdulrahman al Thani recibe al secretario general de la ONU, António Guterres (derecha), este domingo en Doha.KARIM JAAFAR (AFP)

Qatar está en modo festivo. Su capital, Doha, se ha llenado de banderas por el Día Nacional, este martes. Pero este año se celebra algo más: el triunfo sobre el boicot económico y diplomático al que desde hace 18 meses le someten sus vecinos. La inauguración del metro, la presentación del último estadio del Mundial de 2022 y la reunión del Foro de Doha envían el mensaje de que el castigo...

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Qatar está en modo festivo. Su capital, Doha, se ha llenado de banderas por el Día Nacional, este martes. Pero este año se celebra algo más: el triunfo sobre el boicot económico y diplomático al que desde hace 18 meses le someten sus vecinos. La inauguración del metro, la presentación del último estadio del Mundial de 2022 y la reunión del Foro de Doha envían el mensaje de que el castigo no ha tenido un impacto grave: al contrario, ha incentivado las reformas.

“Hemos seguido adelante con nuestra economía y con nuestra vida”, aseguró el sábado el jeque Mohamed Bin Abdulrahman al Thani, vice primer ministro y titular de Exteriores, durante el Foro de Doha, cuya 18ª edición se ha convertido en un escaparate de lo logrado a pesar del embargo. El mismo día el comité organizador del Mundial de fútbol presentaba el estadio de Lusail, el último de los ocho que acogerán la Copa. Este martes está previsto que se abra el metro.

En junio de 2017, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), secundados por Bahréin y Egipto, cortaron relaciones con este pequeño pero rico Estado. Le acusaron de apoyar al terrorismo (por sus simpatías islamistas) y de connivencia con Irán, extremos que Doha siempre ha rechazado. La decisión, que incluyó el cierre del espacio aéreo y de la única carretera con el resto de la península Arábiga, pilló por sorpresa a Qatar que vio cómo se vaciaban los estantes de los supermercados y los depósitos bancarios.

Los ‘gasodólares’ buscan influencia

Qatar ha utilizado el Foro de Doha para anunciar una importante contribución a la ONU, además de inversiones que refuerzan su presencia internacional. El acuerdo para financiar con 500 millones de dólares (440 millones de euros) diferentes agencias de Naciones Unidas incluye albergar en Doha el Centro Internacional para el Combate del Terrorismo. El mayor exportador de gas también planea invertir 20.000 millones de dólares en el sector energético de EE UU, según reveló el ministro del ramo, Saad al Kaabi. Son muestras de la voluntad de diversificar sus activos hasta ahora centrados en Europa, sin duda impulsada por el embargo al que le someten sus vecinos.

“De no haber sido por Irán y Turquía, habríamos estado en una situación desesperada”, admite Mohamed al Kuwari, el influyente diplomático catarí que tras ser embajador en Francia y EE UU ejerce ahora en Madrid.

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Teherán y Ankara corrieron en ayuda de Doha con la paradójica consecuencia de acercarles aún más, justo lo contrario de lo que pretendía el embargo. Incluso un pequeño contingente de tropas turcas se ha instalado en una base catarí para mayor inri de Riad, cuya rivalidad con Turquía se ha agravado con el caso Khashoggi.

“En un año y medio hemos tenido que cambiar cómo trabajamos, eso nos ha obligado a abrirnos al mundo y nos ha permitido alcanzar lo que de otra forma habríamos tardado 20 años” en conseguir, ha defendido el ministro de Comercio e Industria, Ali Bin Ahmed al Kuwari, antes de inundar a la audiencia con los datos de crecimiento económico.

Existe consenso entre los académicos y diplomáticos que se han dado cita en el Foro de Doha, al que EL PAÍS acudió invitado, en que Qatar ha hecho de la necesidad virtud. Sin embargo, las posiciones se dividen en cuanto a la responsabilidad de que no se haya resuelto la disputa. Frente a la idea de que son sus rivales los que no mueven ficha, algunos analistas creen que ha dejado pasar una ocasión con el caso Khashoggi. “No hay interés por ninguno de los dos lados”, coinciden dos fuentes distintas. Tampoco hay unanimidad en que, a pesar de que Qatar haya salido airoso del trance, sus rivales no hayan logrado alguno de sus objetivos.

“No ha sido un fracaso completo para Arabia Saudí y EAU porque Qatar se ha retraído en su posición geopolítica”, afirma Cinzia Bianco, investigadora del Gulf State Analytics. “La crisis ha supuesto costes enormes. Para hacerles frente, Qatar ha optado por redirigir algunas de sus inversiones regionales, en especial las políticamente controvertidas, que fue uno de los factores que impulsó las hostilidades saudi-emiratíes”, defiende.

Nadie facilita estimaciones sobre el coste que este esfuerzo ha tenido para Qatar, pero el descenso de las reservas de divisas resulta indicativo: de los 30.800 millones de dólares con que contaba a finales de 2016 pasó a 13.800 millones en diciembre de 2017, aunque en agosto de este año ya alcanzaba los 24.500 millones. Contar con las terceras reservas de gas del mundo (y apenas 300.000 habitantes autóctonos) sin duda ha ayudado a amortiguar los efectos de la crisis.

“Claro que nos ha afectado. Ha cambiado la forma en que vemos a nuestros vecinos e incluso nuestras relaciones familiares”, confía A., una joven catarí en cuya familia hay dos miembros con pasaportes de dos de los países del embargo. Estos han prohibido la entrada a los ciudadanos cataríes (salvo permisos especiales) y sometido a escrutinio a aquellos de sus nacionales con alguna vinculación a Qatar.

De ahí que los portavoces cataríes insistan en el daño de la crisis al tejido social. “Los afectados son miles, ya que en uno de cada dos hogares hay algún familiar de Emiratos, Bahréin o Arabia Saudí”, explica Faisal A. Al Henzab, el director del departamento de Derechos Humanos del Ministerio de Exteriores. Los matrimonios mixtos eran frecuentes.

Al Henzab reconoce el coste económico, pero subraya que el peso lo ha llevado el Gobierno y que la crisis les ha hecho más fuertes. “Hemos aumentado nuestra seguridad alimentaria, elaborado un proyecto de ley que reconoce la ciudadanía de los hijos de madre catarí y padre extranjero, que contempla la residencia permanente e incluso la naturalización de ciudadanos extranjeros que presten servicios excepcionales al país, también hemos avanzado en las leyes laborales”, enumera. Varios residentes extranjeros consultados coinciden en que se han producido avances y en que han notado cierta liberalización del país.

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