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La derecha gana en Quebec con un discurso antinmigración y el independentismo se hunde

La CAQ, que quiere rebajar la llegada de extranjeros, triplica sus votos. El secesionista Partido Quebequés pierde un tercio de apoyos

El líder del CAQ, Francois Legault, tras los resultados. Vídeo: Campaña de la Coalición Avenir Quebec.Vídeo: C. WATTIE (REUTERS) / CAQ

Quebec giró este lunes a la derecha y se alejó del independentismo. La Coalición Avenir Quebec (CAQ), una formación conservadora fundada hace siete años, logró una holgada victoria que acaba con la hegemonía del Partido Liberal y atesta un durísimo correctivo al Partido Quebequés (PQ), que ha abanderado históricamente la ruptura con Canadá y ahora cae de segunda a cuarta fuerza parlamentaria. El futuro primer ministro es François Legault, un empresario nacionalista que en el pasado fue independentista pero ahora es contrario a la secesión. En las primeras elecciones en casi cinco décadas no marcadas por la cuestión independentista, Legault ha logrado capitalizar la ola de hartazgo con los liberales, que se desploman, y presentarse como un gestor eficiente mientras ha encendido el discurso identitario al prometer restringir la llegada de inmigrantes y hacer un examen para determinar si un extranjero puede quedarse en la región francófona.

Empieza una nueva era en Quebec. Por primera vez desde 1970 no gobernarán los liberales unionistas o los separatistas del PQ. Legault, de 61 años, es un hombre camaleónico. Fundó una aerolínea en 1986, fue ministro de Sanidad y Educación en gobiernos del PQ de 1998 a 2003, pero seis años después dejó esa formación y ahora enfatiza que nunca apoyará la celebración de otro referéndum de independencia. La CAQ, que nació en 2011 como una vía intermedia entre secesionismo y unionismo, también es heterogénea. Defiende una ortodoxia económica muy similar a la de los liberales, propone expandir programas educativos y sanitarios, pero abraza iniciativas en inmigración que le asemejan a partidos de extrema derecha en otros países occidentales.

La CAQ logró un 37,4% de los votos frente al 24,8% de los liberales. El PQ obtuvo el 17% de los apoyos y la más izquierdista y joven Quebec Solidaire, un 16%, según el escrutinio del 99% de los votos. Estas dos últimas formaciones son independentistas pero rechazan celebrar un referéndum a corto plazo, tras los de 1980 y 1995, al constatar que la secesión ha perdido interés entre la población. Por distribución de los 125 escaños del Parlamento, la CAQ obtiene 74 (más que triplicando sus 21 actuales); los liberales, 32 (ahora tienen 68); Quebec Solidaire, 10; y el PQ, 9. El resultado supone una debacle para el histórico partido secesionista dado que ahora tiene 28 escaños. Parte de esos votos han virado hacia a la izquierda: Quebec Solidaire pasa de tres a 10 asientos. En total, los partidos independentistas pasan de 31 escaños a 19. La participación fue del 66%.

“Hemos hecho historia”, proclamó el líder de la CAQ, rodeado de decenas de eufóricos simpatizantes, en un acto en el Palacio de Congresos de Quebec, frente al Parlamento. Legault prometió un Quebec “más orgulloso”, un Ejecutivo “eficaz y humano” y “gobernar para todos”. En un breve discurso, lanzó guiños a los votantes anglófonos al hablar en inglés y afirmó que hará a Quebec “más fuerte dentro de Canadá”.

Entre sus seguidores estaba Louise Bearjamone, de 58 años, quien dijo que su prioridad al votar por Legault es mejorar la gestión económica y argumentó que los inmigrantes “se pueden integrar más”. Julie-Anne Cayre, de 21, señaló que es necesario “un poco de cambio” en la región.

Para François Cardinal, jefe de Opinión de La Presse, el mayor diario canadiense en francés, ahora Legault debe rebajar el tono. “Debe demostrar que tiene la capacidad y juicio para presidir el destino de los quebequenses. Eso significa enterrar el discurso antiinmigración que tristemente impulsó durante la campaña”, escribe en un correo.

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Menos inmigrantes

La propuesta más polémica del futuro primer ministro ha sido reducir de 50.000 a 40.000 la cuota de inmigrantes legales que acoge anualmente Quebec e imponer, a los tres años de la llegada del ciudadano extranjero, una prueba de francés y valores que determinará si puede quedarse en la región. Durante la campaña, ha asegurado que el francés está en peligro por la llegada de inmigrantes y la fortaleza del inglés en el resto de Canadá y Estados Unidos, cartas identitarias que han jugado en el pasado políticos separatistas. Por ley, salvo excepciones, todos los niños estudian en francés en las escuelas. Un 80% de los inmigrantes puede mantener perfectamente una conversación en francés, según cifras oficiales de 2017.

Atizar una retórica antiinmigración es una jugada arriesgada en un país y una región donde la multiculturalidad es un pilar y que necesita la inmigración por motivos económicos. Pero no le ha impedido a la CAQ lograr una sólida victoria y tampoco es una estrategia insólita. El PQ fracasó en 2014 cuando propuso una Carta de Valores de Quebec, que pretendía vetar el uso de símbolos religiosos, como el velo islámico o la kipá judía, por parte de trabajadores públicos. Sin embargo, el saliente Gobierno liberal aprobó el año pasado una ley que prohíbe a trabajadores públicos o personas que reciben servicios públicos cubrir sus rostros, por ejemplo con un niqab o burka en un autobús u hospital.

Han sido unas elecciones atípicas en Quebec. La pérdida de peso del debate independentista ha roto los ejes políticos claros a favor y en contra de la secesión. El debate identitario, una constante en una región orgullosa de su origen francés, se ha transformado en uno en torno a asuntos sociales, en especial sobre la inmigración, y la gestión de los liberales, lo que ha beneficiado a la CAQ. Décadas de políticas descentralizadoras de Ottawa y de apoyo a la cultura francófona han hecho menguar el fervor independentista entre la población, en especial entre los jóvenes. Según la última encuesta, de mayo, el apoyo a la secesión era del 25%. Un 55% se oponía y un 20% se mostraba indeciso.

La CAQ ha conseguido atraer a buena parte del voto francófono (que suponen casi un 80% de la población) y robar numerosos apoyos a los liberales. El actual primer ministro, Philippe Couillard, ha resistido en el área metropolitana de Montreal, la principal ciudad de Quebec, pero ha salido castigado por sus recortes presupuestarios y su partido ha sufrido el desgaste de llevar en el poder desde 2003 excepto dos años de gobierno del PQ. La formación secesionista ha logrado mantener ciertos apoyos en zonas rurales.

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