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Si fueses alcalde de tu ciudad por un día, ¿qué cambiarías?

Un nuevo estudio del Banco Mundial incita a mejorar la productividad de las ciudades en la región

Vivir y trabajar en una ciudad latinoamericana es una experiencia agridulce. Dulce por su la amabilidad de su gente, la oferta cultural, la comida y la infinita gama de oportunidades, pero agria por la delincuencia en aumento, la contaminación y los miles de horas que podemos pasar viajando debido a los usuales atascamientos de tránsito.

Ya sean tan grandes como Ciudad de México o Sao Paulo, o tan antiguas como Cusco y Bogotá, los latinoamericanos seguimos eligiendo a las ciudades una y otra vez.

Unos 433 millones de personas en América Latina y el Caribe viven en sus más de 7.100 ciudades. Y no les molesta la proximidad. En promedio, la densidad poblacional de una ciudad en la región es de 2.400 habitantes por kilómetro cuadrado, casi el doble del promedio mundial (1.500 habitantes por kilómetros cuadrado).

La aglomeración hace que las urbes sean verdaderos motores de crecimiento económico ya que conectan a las personas con oportunidades laborales, con ideas, con conocimiento y con mercados. Pero la congestión nos frena y hace que no se aproveche todo su potencial.

Esta es una de las conclusiones del reciente estudio del Banco Mundial “Subamos el estándar para las ciudades productivas en América Latina”, que explica que las ciudades en la región están dentro del promedio de productividad global, pero están lejos de estar entre las más productivas.

La densidad poblacional también hace que las ciudades sean el hogar de preferencia para el talento latinoamericano, un factor que también contribuye a la productividad, aunque muchas veces depende del tamaño de la ciudad y del país donde se encuentra.

Mientras que, en Argentina, el porcentaje de la población con estudios superiores no varía mucho según el tamaño de las ciudades, en otros países como Perú o Ecuador, la mayoría de la población profesional se concentra en las ciudades más grandes.

Sin embargo, la creación y retención de los profesionales más capacitados y otros beneficios de la aglomeración peligran ante la ausencia de infraestructura idónea, fallas en la planificación urbana, servicios públicos deficientes y un bajo desarrollo de las redes de transporte nacionales, lo que no permiten que las metrópolis latinoamericanas se destaquen a nivel mundial.

Sin una inversión adecuada o mejoras en estas áreas, la alta densidad de las ciudades puede generar niveles de congestión que desafían a la infraestructura y a las políticas públicas, y que también pueden llevar a altas tasas de criminalidad.

Entonces, ¿qué es lo que hace falta para que Bogotá pueda retener los talentos tanto como lo hace Nueva York? ¿Para que Ciudad de México tenga los niveles bajos de congestión como su par a nivel poblacional, Abu-Dabi? ¿o para que Buenos Aires deje de ser conocida como la “ciudad de la furia”?

"Es importante crear un entorno propicio para que las ciudades cumplan con su potencial", dice María Marta Ferreyra, economista principal del Banco Mundial y una de las autoras del informe. "Eso implica mejorar la infraestructura urbana, incluidas las carreteras, los servicios públicos y las redes de comunicación. También implica una mejor planificación y gestión urbana, mejorar la calidad del entorno empresarial local, reducir la delincuencia y hacer que las ciudades de todos los tamaños sean atractivas para las personas capacitadas".

Asimismo, ninguna ciudad existe aislada de otra. Mientras más fácil sea el flujo de bienes, recursos y personas a través de las ciudades, mayor será la contribución de éstas a la productividad nacional.

El informe, presentado hoy durante la Conferencia de Alcaldes en la ciudad de Miami, concluye que hay que redoblar los esfuerzos para maximizar la productividad de las ciudades para ayudar a la región a acelerar el crecimiento inclusivo y brindar oportunidades para todos.

Victoria Ojea es productora digital del Banco Mundial. 

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